El viernes último el gobierno nacional anotició a investigadores de todo el país sobre 64 proyectos seleccionados por la Agencia Nacional de Ciencia y Técnica en torno a investigaciones sobre el coronavirus. Se habían presentado 900 para conseguir un financiamiento de hasta 100 mil dólares por proyecto de investigación. Entre los seleccionados quedaron dos iniciativas salteñas: el de un grupo comandado por el médico e investigador del Conicet, Alejandro Krolewiecki y el de la investigadora también del Conicet, Verónica Rajal. Ambos además, investigadores de la Universidad Nacional de Salta (UNSa).

Si bien desde los primeros días de abril se conoció la posibilidad de que el medicamento de nombre ivermectina podía tener efectos en la suspensión de reproducción del virus, estos resultados sólo se conocen en un tubo de ensayo. Estos datos fueron publicados por un grupo de investigadores de Australia. Rápidamente el grupo salteño del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (IIET) de la sede oranense de la UNSa recogió el guante para presentar los protocolos de investigación ante los comités de bioética y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).

En diálogo con Salta/12, Krolewiecki sostuvo que están próximos a recibir las respuestas a los protocolos presentados a las instituciones. En las próximas semanas, en tanto, se podría empezar a aplicar un tratamiento experimental en los pacientes infectados con el virus del Covid-19.

En Salta el coronavirus aún no es de circulación viral. Se prevé entonces aplicar los primeros tratamientos en el Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC) de un Hospital de la ciudad de Buenos Aires. Sólo se hará en pacientes que sean informados y accedan al tratamiento experimental.

La ventaja de aproximarse a una investigación con la aplicación de esta droga radica en que ya es utilizada para el tratamiento de la sarna y de parasitosis intestinales. Esta última, una enfermedad endémica en algunas zonas de Salta. El investigador indicó que si bien la ivermectina se conoce desde hace 20 años, hace diez que se aplica en las dosis estudiadas para combatir las parasitosis. Allí es donde el grupo salteño corre con otra ventaja: el medicamento y sus dosis ya fueron evaluados en sus investigaciones por lo cual conocen su comportamiento de manera acabada. Una tercera ventaja es que un laboratorio nacional es el que la produce, el cual trabajará en conjunto con el grupo de investigadores en este nuevo desafío.

El primer ensayo

Krolewiecki explicó que en los primeros pasos de la investigación que se hicieron en Australia, se pusieron en un tubo de ensayo células que son susceptibles de infectarse junto con el virus; y en otro tubo se pusieron estos mismos componentes, más la ivermectina. 

Se pudo ver que la reproducción del virus se detuvo en el tubo de ensayo en donde se encontraba el medicamento, sin afectar a la célula

“Se trabajó con lo que se llama líneas celulares humanas”, explicó el investigador. Pero sostuvo que una cosa es que funcione en un tubo de ensayo, y otra en seres humanos. “Hay que estudiar que sea efectiva y que no sea una dosis tóxica”, dijo. La esperanza radica en que la dosis a utilizar “sea efectiva en humanos” para evitar la reproducción del virus y con ello, el agravamiento de la enfermedad.

Tras los pasos de Taranto

Krolewiecki es médico recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y si bien es de origen bonaerense “en términos profesionales y científicos soy salteño”, dijo a Salta/12.

Tras su especialización en infectología, y luego de realizar investigaciones y especializaciones fuera del país volvió para trabajar con Néstor Taranto, fundador del IIET de Orán, investigador y científico, quien dedicó su conocimiento a entender y tratar las enfermedades endémicas del norte como la leishmaniasis y el dengue. “Empecé con él primero por un proyecto y me fui entusiasmando”, contó el científico al detallar que desde entonces reparte su tiempo entre Orán y Buenos Aires.

La pandemia y su consecuente cuarentena lo atraparon mientras estaba en la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Ginebra, Suiza. Estaba allí en el marco de las gestiones que se iniciaron para el financiamiento de las investigaciones de “enfermedades tropicales desatendidas”, también conocidas como “enfermedades infecciosas desatendidas”. 

Estas representan esos grupos de enfermedades que afectan a las poblaciones empobrecidas en todo el mundo. La lógica mercantil de la industria farmacéutica las deja de lado en el desarrollo de tratamientos o medicamentos. En este grupo de unas 20 enfermedades, se encuentran la leishmaniasis, las parasitosis intestinales (muchas causadas por heces de animales que se introducen en pies de niños descalzos, algunos de ellos con problemas de desnutrición), el Chagas y el dengue.

Al ser consultado sobre la epidemia del dengue, Krolewiecki entendió que si bien se debe hacer foco en el coronavirus, no se debe olvidar que en algunas zonas el problema real es la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. La enfermedad, históricamente radicada en Salta, actualmente se extendió a todo el país. “Ojalá que ahora se vea diferente y se puedan generar los recursos para la atención de la salud y las investigaciones locales a través distintos incentivos”, deseó el científico. 

Esos estudios permiten generar conocimiento y colaboración para abordar las enfermedades a nivel internacional pues, como sucede con el Covid-19, dado que “sabemos que nadie puede resolver el problema solo”. Pero siempre son las investigaciones locales las que más se preocupan en encontrar soluciones a los problemas que acucian a sus poblaciones.