“Mi estilo de vida se llama cuarentena”, afirma Karina Vismara, Instagram Live mediante. “Soy bastante ermitaña, aunque extraño a mis amigos”, completa. Sin embargo, ni la pandemia ni el aislamiento social obligatorio logaron frenar su hiperactividad. “Intento hacer un poco de todo”, justifica la artista balcarceña. Al punto de que fue parte de la grilla de varios festivales por streaming, y hasta intervino en la grabación del video de un cover de Dreams, clásico de Fleetwood Mac, para el ciclo Sweet Home Sessions, que organiza el sello Delta Discos. “Estuvieron varios amigos, como Sebastián Bereciartúa y Sven Pipien (ex The Black Crowes).”

 

Pero esta época no sólo le sirvió a la cantautora para poner a poner a prueba su energía, sino también su capacidad de reinvención. Una vez más. Es que prepara el lanzamiento de un single junto a la terna electrónica Poncho, que mostrará su pulso en la pista de baile. “Hace un tiempo que la grabamos”, explica. “Me invitaron a colaborar en su nuevo disco, y a los tres días estábamos en el estudio. Soy muy intensa en todo lo que hago, y me gusta evolucionar. No me interesa encasillarme. Yo hago canciones: ése es mi compromiso”. Y esas canciones son lo que mostrará este fin de semana, cuando sea parte de la grilla de una edición online y solidaria del festival Quilmes Rock.

Por si existe alguna duda acerca de su afición por la electrónica, Karina evoca: “A los 17 años, mi hermana me llevó a ver a los Chemical Brothers al festival de Summercase, y me volaron la cabeza. Pero también me encanta Atahualpa Yupanqui.” Entonces no debería sorprender la visceralidad que adoptó al hacer su segundo álbum, Selva (2019), uno de los mejores trabajos lanzados en el año del clímax del trap argento. “Me gusta cuando me dicen que suena distinto.“

 

Cuatro años antes, en 2015, la música se dio a conocer en la escena local con un disco amparado por el folk, Casa del viento. Desde entonces, el estereotipo quedó instalado. “La evolución creativa va de la mano de la personal, y en ese ámbito uno va explorando cosas nuevas”, reflexiona. “Es verdad que no quería repetirme ni sacar un Casa del viento II, sino algo distinto. Me gusta tocar suavecito y dulce, porque lo folk tiene que ver con mis orígenes, debido a que vengo del campo. Pero también me apasiona rockearla. De chica, siempre soñé con tener una banda de rock.”

Con una ayudita de mis amigos

Aunque la intención era tomar distancia de la introspección lírica y musical de su disco debut, seguramente el desenlace habría diferente si no se hubiera asociado con los músicos que la acompañaron en esta empresa. “Eso es un crédito de los chicos, que llevaron esto hacia un punto más extremo”, reconoce Karina. “Me di cuenta de que esas letras nuevas que estaba escribiendo, que dicen cosas más acordes a mi edad y mis vivencias, necesitaban un soporte sonoro que fuera power. Llamé a mi amigo Jona (Schwartz), quien tocaba en Los Alamos, y cuando agarró la guitarra eléctrica dije: ‘¡Ya está!’”.

En eso, apareció el baterista Joaquín Ferrer, también ex Los Alamos, con el que empezaron a armar los temas. Pero para que las canciones tuvieran una rítmica más afro, convocaron al bajista Ignacio De Tommaso, quien ayudó a definir el disco a la vieja usanza, grabando en vivo y con crudeza. “Ni bien empezamos a zapar juntos, salieron los (nueve) temas”, evoca Vismara. Ante la conjetura de si se hubieran adaptado al formato folk, ella señala: “Todas mis canciones nacen de la misma manera, por lo que podrían haber sido parecidas a las del otro disco. Mi idea era destrozarlas, y hacerlas renacer”.

#QuedateEnCasa como Karina Vismara, que toca por streaming y explora el rock argentino. Foto: Cecilia Salas

 

A pesar de que este disco contiene todos los aditivos para posicionarla en la movida indie nacional, su creadora apunta hacia otro lado. “Siempre fui independiente, lo que significa ponerle mucho trabajo y esfuerzo. Así que no me siento parte de una escena en particular, y eso quizá me jugó en contra”, se sincera. “Pero también confío en lo que hago. Me escucha gente fuera de la Argentina, y me parece loco que no tenga un circuito acá al cual pertenecer. Lo que me interesa es hacer algo artístico de lo que no me vaya a arrepentir en el futuro. Todo es cuestión de tiempo. Hay que ser pacientes, y ojalá salgamos de esto siendo mejores personas.”

Si bien los Beatles le volaron la cabeza cuando tenía nueve años, los tiempos cambiaron con respecto al significado del grupo inglés para la cultura pop contemporánea. “Ya no tengo que convencer a mis amigos. Puedo entender por qué a alguien no le gustan”, advierte quien se recibió en el Liverpool Institute for Performing Arts (LIPA), de Paul McCartney. “Cada uno tiene una relación diferente con la música”, justifica. No obstante, hoy ahonda en los orígenes de la avanzada de la que es parte. “Me da vergüenza decirlo, pero el rock argentino es algo que exploré recientemente. Estoy fanatizada con Spinetta, y eso sigue siendo un descubrimiento.”