Desde Brasilia
En estado de descomposición. Michel Temer puede sufrir nuevas bajas en su gabinete, del que ya se fueron 8 ministros en su mayoría sospechados de corruptos, a raíz del escándalo de carne podrida destapado ayer en el que están implicados el titular de Justicia, Osmar Serraglio, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PDMB) y , en menor grado, el jefe de Agricultura Blairo Maggi.
El caso “Carne Débil”, según lo llamó la policía, involucra a los dos frigoríficos más importantes del país, JBS y BRF, que sobornaron a funcionarios e inspectores de Agricultura, para autorizar la venta en el mercado interno y, posiblemente el externo, de ganado muerto por dolencias, de reces putrefactas lavadas y deso- dorizadas y de salchichas rellenas con productos no autorizados, hasta “cancerígenos”, según la denuncia. El ministro Osmar Serraglio fue grabado cuando le decía “gran jefe” a Daniel Goncalvez Filho, el superintendente del Ministerio de Agricultura indicado como uno de los cabecillas de la organización delictiva que habría autorizado, entre otras cosas, la venta de embutidos adulterados a comedores escolares.
Si bien Serraglio no fue imputado, pues tiene foro privilegiado y este caso se tramita en la Justicia ordinaria, se sospecha que movió sus influencias para beneficiar a empresarios de la carne de su confianza.
Y eso no es todo: los investigadores definieron como “claros” los indicios de que “parte de las propinas” de las empresas fueron al PMDB, de Serraglio y Michel Temer.
La noticia estremeció al gobierno que aún no se recuperaba de las marchas del miércoles en las que cientos de miles de brasileños bramaron “Fuera Temer” en más de 20 capitales, durante una jornada de protesta cerrada con el discurso de Luiz Inácio Lula da Silva en San Pablo, cuando ante una multitud prometió no dar tregua hasta que vuelva la democracia.
El bloque de diputados del Partido de los Trabajadores anunció que “en razón de la gravedad de las denuncias” por la adulteración de carnes el próximo lunes inicia una campaña para crear “una Comisión Parlamentaria de Investigaciones sobre las relaciones de Serraglio” con las mafias frigoríficas.
Las reses agusanadas colgadas en una heladera industrial de JBS o BRF siven como alegoría de este Brasil postdemocrático en estado de putrefacción: donde la corrupción devora a un gobierno surgido de un golpe hace 9 meses, mientras varios grupos en pugna parecen dispuestos a entrar en una guerra fraticida o salvarse cada uno por las suyas si el proyecto restaurador naufraga. El “Operativo Carne Débil” lanzado por la Policía Federal contiene algunos mensajes cifrados.
El despliegue de 1.100 agentes en Brasilia, San Pablo, Goias, Paraná, Rio Grande do Sul y Minas Gerais anunciado como “el más grande de la historia de la policía” coincidió con el tercer aniversario del proceso “Lava Jato”, conducido por el juez Sergio Moro .
El operativo fue una ostentación de fuerza de la corporación policial que, en tanto partido de facto, ha demostrado algún descontento con Temer visto como el responsable, junto a políticos y altos magistrados, de querer enterrar a “Lava Jato”.
Hace un mes el sindicato de comisarios federales pidió públicamente que el gobierno cambie al director de esa fuerza y lo reemplace por alguno de los cuadros del “Grupo de Tareas de Lava Jato”.
A las ocho de la mañana de ayer el fiscal Deltan Dallagnol, ladero de Moro, advertía que su guerra a la corrupción “seguirá hasta el fin” a pesar de la mayoría de los congresistas intenten “legislar una amnistía”.
Dallagnol, evangélico practicante, no rompió con el gobierno y sigue militando en la causa restauradora-antipetista.
Ayer repitió que su cruzada es contra Lula, a quien comparó con un general que cometió crímenes de guerra. No se puede dar por segura, y mucho menos irreversible, la ruptura de sectores de la Policía y la Justicia con el Palacio del Planalto, pero algo hay.
Se observan síntomas de desgaste prematuro de un bloque formado ad hoc, para derrocar a Dilma Rousseff, dominado por disputas intestinas, agravadas por el creciente descontento popular, la desocupación y el ascenso de Lula.
A través de ataques como el de ayer el aparato judicial-policial ( o parte de éste) le demostró a sus aliados, los políticos conservadores a, su capacidad de destrucción.
El operativo “Carne Débil” dejó tambaleando al ministro de Justicia Serraglio que asumió hace sólo diez días y debilitó al de Agricultura, el empresario Blairo Maggi, el otrora “Rey de la Soja”, un representante del agrognegocios responsable por buena parte de las divisas que ingresan por las exportaciones.
Pero lo peor, para el gobierno y la coalición en el poder, fue el efecto económico del escándalo. Una hora después de la conferencia de prensa ofrecida por la Policía Federal en Paraná, tierra del juez Moro y el fiscal Dallagnol, comenzaron a desplomarse las acciones de los frigoríficos. Y al final de la ronda de negocios la Bolsa de Valores de San Pablo caía el 2, 39 % y las acciones de JBS se hundían el 11 %.
Brasil representa casi el 40 % del mercado mundial de carnes vacunas y pollo, una posición que quedó amenazada con este escándalo. Las consecuencias pueden ser “graves” dijo Maggi, quien este fin de semana se reunía con diplomáticos de la Unión Europea que pueden suspender las importaciones, igual que Estados Unidos.