No hay límite de edad para que una persona cambie de género y comience la búsqueda del cuerpo deseado. Canela Grandi Mallarini, hoy con 62 años, se presenta en el conmovedor documental que protagoniza, y lleva su nombre, irrumpiendo en una obra en construcción con anteojos oscuros. Flameando su vestido negro y atravesando el piso de tierra con zapatos de taco alto. Camina como en una pasarela a pesar de que el suelo sea inestable. Los obreros no se asombran al verla porque Canela es la arquitecta del proyecto. Continúa el legado de su abuelo, quien en 1925 fundó la constructora que lleva adelante desde muy joven. "Hay un arquitecto que yo seguí toda mi vida, que es Frank Lloyd Wright, que decía que la seguridad del alma depende de su coraje. Una vez tomada la decisión no tenía por qué sentir nada negativo. Y así fue", me responde Canela cuando le pregunto cómo fue animarse a ir vestida como mujer a la obra aquella primera vez. Canela da directivas a los albañiles y luego se sube como una diva a un rastrojero color fuego: su fiel compañero que la traslada de aquí para allá. De un local de ropa femenina a encontrarse con sus tres hijxs. De auxiliar a su madre en silla de ruedas a la Universidad Nacional de Rosario, donde ella da clases de arquitectura hace muchos años. "En la facultad nunca tuve demasiados problemas. Hubo una cierta distancia mayor que antes a partir de mi cambio de género. Pero los chicos me quieren y siempre quieren que vuelva", me cuenta sobre sus queridxs alumnxs.
La primera vez que Canela pensó en dejar de llamarse Áyax fue a los 40 años. Pero pasaron más de 10 años para que empiece a tomar hormonas y se pregunte si quiere, y si es posible para su salud y limitada economía, exponerse a una operación tan delicada como la vaginoplastia. El documental dirigido por la cineasta rosarina Cecilia del Valle sigue los pasos de Canela visitando a cirujanos, terapeutas y amigas trans para encontrar una respuesta a ese interrogante. La cámara invisible se mete en los rincones más íntimos sin necesidad de hurgar en el pasado. Canela, la protagonista y la película, baila sobre un presente que tardó en llegar.
La protagonista perfecta
Canela ríe luego de lanzar una verdad que le duele o una duda que la inquieta. "¿Cuándo se me van a ensanchar las caderas?'', le pregunta a un médico. "¿O no va a pasar nunca?", dice y deja escapar una carcajada nerviosa. Canela está ansiosa por descubrir cambios en su cuerpo luego de dos años de hormonización.
"Yo hace dos años que me estoy hormonizando. Por eso esta cara de chongo. Me voy a jubilar antes de ser mujer", le dice entre risas a una amiga trans que pasó por lo mismo. La protagonista de esta película habla de arquitectura orgánica en la Universidad con la misma pasión con la que describe las películas que ama y tiene pendientes de ver con uno de sus hijos: Victor Victoria y El juego de las lágrimas. Con quien comparte un amor desmedido por el cine. Cuando vio a sus 22 años El juego de las lágrimas se quedó dormida antes del revelador final. Nunca se enteró que Dil (Jaye Davidson) era una mujer trans. Recién de adulta descubrió la identidad de género del personaje, justo cuando indagaba la propia.
En la película hablás de cine con mucha pasión. ¿Victor Victoria y El juego de las lágrimas fueron influyentes en vos para animarte a cambiar de género?
Sin dudas así fue, me influyeron mucho en la búsqueda. La primera película que recuerdo haber visto fue justamente Los viciosos, de Enrique Carreras con Graciela Borges.
En el documental hablás mucho sobre lo que es cambiar de género de grande. ¿Te hubiera gustado hacerlo de más joven?
Lo deseé por primera vez a los 40 años. Pero, evidentemente, había recuerdos ocultos o sepultados de otras épocas donde era muy joven donde quizás lo hubiera querido hacer. El problema es que esos recuerdos no los tenía a mano, estaban ausentes adentro mío.
¿Se modificó en algo tu trabajo en la empresa constructora que llevás adelante a partir de tu cambio de género?
Sí, mucho. La clientela desapareció de manera tal que estuve algunos años rearmándola. Hubo una pérdida económica bastante importante en el cambio. Y después vino Macri y la hizo desaparecer de vuelta. No fue nada fácil.
A tu mamá, a quien cuidabas y le usabas alguna prenda, se la ve reticente en el documental con respecto a tu cambio de género, ¿cómo se lo comunicaste?
Nunca se lo comuniqué. Mi mamá descubrió en mi ropero ropa femenina. Más allá de escandalizarse en un principio nos sentamos a charlar. Y cómo vio que amigos y amigas preguntaban por Canela empezó a darse cuenta. No se lo dije explícitamente hasta que mi madre me lo preguntó.
Cuidar a lxs otrxs
Canela, la película, trata en mayor medida de cómo una persona que dedicó su vida a cuidar a lxs demás hoy tiene que aprender a pedir que la cuiden. Si decide realizarse la reasignación de género no podrá trabajar por tres meses y necesitará a alguien que le prepare la comida y la acompañe hasta el baño. Siempre fue la persona más fuerte de la familia y hoy debe permitirse pasar por una etapa más vulnerable. A Canela le cuesta pensar que dentro de su entorno hay una persona que decida cuidarla. A pesar de que sus hijxs y amigxs la quieren tiene la certeza de que si ella necesita algo no habrá nadie. Es ahí donde aparece una persona que la cuida con un amor respetuoso y persistente: la mirada de la directora que nunca la deja sola y la acompaña en silencio. Cecilia del Valle es vecina de Canela, y la siguió con la cámara durante cinco años.
La película tiene una estética muy pensada y un tono híbrido entre ficción y documental, ¿es deliberado, Cecilia?
Algunas cuestiones estéticas vinieron de mi amor al melodrama. Hubieron algunos directores que nutrieron la forma de registrar los momentos más genuinos de la película con elementos del melodrama: desde Arturo Ripstein hasta Xavier Dolan, pasando por Ozon e Isabel Coixet. Y también pensé en Almodóvar y lo que dijo Lucrecia Martel sobre su cine: “mucho antes de que las mujeres, los homosexuales, las trans, nos hartáramos en masa del miserable lugar que nos habían hecho en la historia, Pedro Almodóvar ya nos había hecho heroínas”
¿Qué te interesó de la vida de Canela para querer hacer una película sobre ella?
A Canela la conocí por su profesión. En una charla donde se cruzaban distintos profesionales. Ella hablaba de arquitectura y yo de cine. Me interesó su visión de la arquitectura orgánica. Mi idea del documental era registrar el cambio en su arquitectura a propósito del cambio de género. Pero sucedió que, a propósito del cambio de género, Canela empezó a tener menos trabajo que antes. La mayoría de la gente que la contrataba eran mujeres, y para trabajos más pequeños como arreglo de casas o aggiornar habitaciones. Remodelaciones donde Canela no podía plasmar esta idea de arquitectura orgánica ni determinadas cuestiones teóricas que a ella le fascinaban.
¿Y cómo encontraste el tema de la película cuando se cayó tu idea inicial?
En ese momento apareció otro tema tan o más importante: la duda de Canela sobre si quería operarse o no. Preguntándose si iba a ser cuidada, qué iba a pasar con su economía. Cuestiones que se empezaron a desprender en la película. Fue un periplo donde aparecieron cuestiones en su vida que no conocía. Que me sorprendieron y nos sorprendieron a ambas.
El acceso a la película por 48 horas tiene un costo de $160. $50 pesos del total de la entrada será destinado a la gestión de fondos para el acompañamiento de personas trans en todo el país a través de las organizaciones y las redes de la Liga LGBTIQ+ de las Provincias.