La producción de flores y plantas está entre las más perjudicadas en la crisis del coronavirus. Desde finales de marzo, los floricultores vienen tirando toneladas de su producción. Con cada descarte se van cuatro meses de su trabajo, sin que el sector tenga una salida cercana a la vista. Los tiempos de recuperación de la floricultura son hoy difíciles de prever, porque aún en el caso de que la cuarentena comience a flexibilizarse pronto, lo último en volver a la normalidad será la actividad social, de la que depende su demanda. Se compran flores para casamientos, nacimientos y cumpleaños, todos festejos suspendidos sin fecha de recuperación; de hecho, hasta los cementerios funcionan en estos días sin público ni flores.
Ante esta situación de emergencia, la Unión de Trabajadores de la Tierra está implementando un sistema de microcréditos para que algunos de sus floricultores pasen a cultivar verdura agroecológica. La experiencia es piloto, para medir cuáles son los costos y tiempos requeridos. En un sentido, es una búsqueda para desarrollar estrategias de apoyo mutuo y cooperativo dentro de la organización popular. Pero mirado el problema en su dimensión, el objetivo es demostrar al Estado la necesidad de otorgar a gran escala estas líneas de créditos.
“En la UTT hay más de 500 familias de floricultores en crisis, sólo en la región de Buenos Aires. Hacer el cambio para que produzcan verdura agroecológica no es automático, ni todos están pensando en hacerlo. Se necesitan recursos: comprar plantines, pasar el tractor, laborear la tierra, montar otro sistema de riego diferente, adaptar los invernaderos, contar con insumos para la fertilización agroecológica. También aprender el manejo de esta producción, que no es el mismo que el de las flores. Nosotros armamos en una propuesta juntando nuestros recursos, porque tenemos fondos del área de comercialización y fondos propios de la organización, tenemos fábricas de bioinsumos y tenemos equipos técnicos que van a ir a darles capacitación y seguimiento. Empezamos con 15 familias que van a trabajar en una parcela de sus lotes. La idea es que una vez que completen todo el proceso y empiecen a cosechar, paguen los microcréditos con sus verduras, ya que podemos comercializarlas”, explicó a Página/12 Rosalía Pellegrini, integrante de la coordinación nacional de la UTT.
La semana pasada la organizacion entregó 15 mil pesos a cada familia y comenzó a darles asistencia técnica. “Los compañeros de nuestro consultorio técnico popular, que sería la Secretaría de Producción de la UTT, van a ir a asesorarlos una vez por semana sobre cómo tienen que producir, cómo armar las quintas. “Si sos floricultor no tenés idea de cómo se produce una lechuga. Uno puede pensar que es lo mismo, pero no: es otra cosa. Hay compañeros que van a estar poniendo su tiempo, gastando combustible y yendo a las quintas para asesorarlos”, agregó Pellegrini. Aunque el tiempo para ver los resultados depende la variedad, la expectativa es que en tres meses estén cosechando la verdura de hoja.
Las familias embarcadas en el proyecto son de La Plata, Berazategui y Florencio Varela. “Fue muy emocionante poder empezar. La semana pasada estuvimos en La Plata con varias familias, que están en una situación económica muy dura. El delegado de esa zona nos contaba, después, que están con dificultades hasta para comer. El grado de la crisis que están atravesando es poco visible socialmente. Son familias muy pobres que alquilan los lotes y dependen de este oficio, que es lo que saben hacer, para vivir. Viven en casas muy precarias, de madera, porque al no ser dueñas de la tierra no pueden levantar construcciones permanentes. Hoy lo están perdiendo todo y por eso es urgente organizar respuestas que funcionen”.
Los créditos son solidarios, sin interés. La UTT está llevando su propuesta al Estado para extender este esquema de asistencia. Entre los funcionarios entrevistados estuvo el ministro de Desarrollo Agrario bonaerense, Javier Rodríguez, que dio buena recepción al proyecto. En la provincia de Buenos Aires hay unas 3 mil familias de floricultores.
La iniciativa no prevé que se desarme por completo la infraestructura dispuesta para la producción de flores, que en algunos casos, como el de las rosas, llevan años de trabajo. La idea apunta, más bien, a diversificar los ingresos, haciendo un puente hasta que hayan pasado los meses del parate