Debe haber sido bastante doloroso el asunto, porque Santiago Celli se rompió el codo jugando a la pelota el mismo día que decidió, junto a Zoe Gotusso, que Salvapantallas iba a durar sólo medio año más. Juntos habían logrado mucho: banda revelación de la canción popera cordobesa desde fines de 2016, empezaron haciendo covers acústicos de temas de rock argentino, que se viralizaron con furia (Fue amor, de Fito Páez, tiene 22,3 millones de vistas) con una mezcla de talento y –hay que decirlo– caprichos del algoritmo.
Tocaron en todos los bares del barrio Güemes, de Córdoba capital, los siete días de la semana. Después se mudaron a Buenos Aires y también llenaron todo (La Trastienda, Vorterix, Teatro Opera). Sacaron un único disco, SMS, producido por Juan Ingaramo, y Jorge Drexler cantó una canción con ellos. Todo pasó así de rápido hasta que Santiago se quebró un lunes de junio de 2019 y, esa misma tarde, también se fracturó Salvapantallas.
De las semanas que pasó enyesado, en una cuarentena privada previa a la de la covid-19, nacieron las pistas de Reset, su primer álbum solista, que acaba de lanzar en plataformas digitales. Y donde lo primero que llama la atención es escucharlo cantar, porque en Salvapantallas él tocaba la guitarra y casi toda la atención estaba puesta en la voz de Zoe.
“Estoy empezando desde cero, ya me encontré con lo que quiero y no me puedo equivocar”, dice la letra de Sincero, el primer corte del disco de Celli (así se hace llamar en esta nueva etapa). Y después, en el mismo tema, parece cobrarse alguna deuda cuando canta: “Algunos me decían que iba contra la pared, y ahora compran entradas pa' venir a ver”. Pero no, no es un pase de factura a nadie. “Siempre me dio bastante por las pelotas que para validar que hacés música te tenga que ir bien. Me burlé un poco de eso”, justifica Santiago, que se mueve en entre el pop y la canción de autor.
La cuarentena antes de la cuarentena
Después de romperse un hueso que se llama “cúpula radial” en una jugada muy boba de fútbol con amigos, separó la banda esa misma tarde y se volvió a Córdoba en el primer avión que pudo, con una mochila y la ropa que tenía puesta. Como no podía tocar la viola, se llevó un Electribe –una herramienta de producción musical, con sintes y cajas de ritmo– para hacer música.
La tapa de Reset parece una postal de ese momento: se lo ve sentado en la cama con el yeso, un osito de peluche con un pack de dinamita, un blíster y una bandeja de comida. Aunque todo tiraba a la depre, Celli dice que las canciones que fue creando no le permitieron estar triste. “Fue como un mecanismo de defensa autogenerado, me puse a componer enseguida”, explica.
Lo curioso fue que Salvapantallas se separaró en el año en que más consolidada estaba la banda. “Hasta que tomamos la decisión con Zoe fue medio un bajón, porque dejamos de pasarla bien justo en el momento en que más cosechábamos; como que dejó de ser muy fácil trabajar juntos”, admite. Pero cuenta que de todos modos disfrutó mucho la gira despedida.
Celli se vino a vivir a Buenos Aires en febrero del año pasado. Pasó una temporada en el sofá del manager de Salvapantallas, Esteban Sabbione, y al principio le costó acostumbrarse a la ciudad. “Buenos Aires fue muy movilizante para mí”, se acuerda. “Los bondis me despertaban muy temprano y el nivel de ruido me hacía pensar si había tomado la decisión correcta de venirme”, afirma. Como punto de comparación tenía el barrio Argüello, donde nació, una zona muy tranquila sin un solo edificio, a una hora del centro de Córdoba.
Unos meses después de su llegada se mudó con un amigo a un lugar propio, donde pudo hacer pie de verdad. El resto de 2019 lo pasó incubando la separación, rompiéndose un hueso, componiendo para sí mismo y haciendo la gira despedida de Salvapantallas. Cuando finalmente se lanzó como solista, sintió que el “no poder equivocarse” (de la letra de Sincero) tenía que ver con que “había un montón de gente esperando qué iba a hacer”. Y agrega: “Fue una presión que abracé, y de la que me hice amigo”.
En su declaración de principios de esta nueva etapa, hay un cascotazo fuerte a la idea de la estrella de rock. “Creerte un superhéroe porque podés hacer canciones me parece una estupidez; si fuese contador o maestro lo haría con el mismo amor”, dice. Y realmente suena sincero.