El Ministerio de Educación prepara unos cuadernillos para la enseñanza a distancia tomando las recomendaciones del psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, que propuso a las escuelas encarar la cuarentena con menos rigor en el cumplimiento de metas y aprovecharla para probar otros modos de que los chicos aprendan. En este caso, usando la casa como laboratorio. Tonucci, un crítico del funcionamiento de los sistemas escolares actuales, plantea que cocinar o lavar puede convertirse en disparador para aprender química de una manera en que los niños se sientan más interesados. Mirar fotografías familiares, dedicar un tiempo a la lectura en familia pueden ser experiencias, cree, con más sentido que los deberes tradicionales. El psicopedagogo está en contra de que la escuela tape a los niños y jóvenes de deberes: asegura que, tal como están planteados, son una pérdida de tiempo. Lo mismo dice sobre la obligación de mirar una clase virtual en la pantalla de una computadora: en su opinión, aburren a los alumnos y son difíciles de seguir.

La decisión de elaborar guías de aprendizaje inspiradas en la mirada de este polémico especialista fue anunciada por el ministro de Educación, Nicolás Trotta, en una videoconferencia que mantuvo con Tonucci y que subió a las redes.

El psicopedagogo consideró poco razonable que, cuando todos los órdenes de la vida están trastocados por el confinamiento, las escuelas se hayan propuesto que los estudiantes aprendan como si nada hubiera cambiado. Tonucci contó que en Italia, el slogan de las autoridades educativas ha sido “La escuela no para”.

“Frente a todo el desastre, en esta situación que ha cambiado todo en nuestras vidas, la escuela es la única que afirmó ‘no cambia nada’: seguimos como antes. Esto significa ‘seguimos con nuestros programas, con nuestros libros de texto, seguimos con clases y seguimos con tareas’”, señaló en la charla. Apuntó que el tema de los deberes “a la familia no le molesta, porque mantiene ocupados a los niños. Que se aburran para las familias no es un problema, porque ya saben que se aburren, como se aburrían en la escuela. Pero lo cierto es que no funciona: a los niños no les gusta. No les gustan las tareas y también les cuesta mucho seguir una clase frente a una pantalla por mucho tiempo”.

En esta línea, consideró de sentido común que si el mundo de los niños se ha reducido a sus casas, la casa se tome como laboratorio. “Voy a sorprender a los maestros argentinos y decirles que yo sí propongo tareas”, planteó, “pero que sean estas tareas: lavar, planchar, atar botones, cocinar, mirar las fotos de cuando eran pequeños, leer toda la familia. Me gustaría que la escuela tomara estas actividades como tareas, y que luego hiciera este trabajo: en base a las observaciones de los niños, a lo que ellos han descubierto y probado, ir haciendo lengua, matemática, historia, a través de estas experiencias verdaderas”.

Tonucci también contó que está haciendo una investigación sobre cómo atravesaron los alumnos italianos la pandemia. Sus conclusiones están en proceso, pero lo que destacó de las encuestas fueron tres constataciones: de la escuela los niños extrañan ver a sus amigos, pero rechazan los deberes. De la cuarentena valoran el poder pasar más tiempo con sus familiares.

El debate sobre las actividades que se están pidiendo a los chicos viene atravesando las semanas de confinamiento. En todo el mundo, no sólo en la Argentina, hay preguntas sobre qué aprender y cuánto pedirle a los niños y adolescentes.

En principio, vale consignar que el ministerio de Educación nacional y la mayoría de los provinciales han generado una buena cantidad de trabajos para los estudiantes, a través de plataformas digitales y cuadernillos. Cada docente, a su vez, ha tenido la responsabilidad de encargar tareas a sus alumnos. La cantidad a realizar depende del criterio de cada maestro o profesor, pero la tendencia ha sido a generar tareas para que a nadie le falte de qué ocuparse.

En el debate no son pocos los padres y madres que han planteado que tener que agregar, a los problemas económicos o de adaptarse al trabajo en casa, varias horas por día a hacer de maestros se les vuelve una carga demasiado pesada Entre las dificultades mencionan que los niños obviamente no siempre están dispuestos a colaborar, que a los adultos del hogar les faltan herramientas para interesarlos en un tema, que no disponen de computadoras, que la relación de un alumno con un docente no tiene la misma distancia que la entablada con los padres. Finalmente, después de pasar por dos meses de entregas de trabajos prácticos y actividades, los que hayan sufrido como presión las actividades escolares pueden verse sorprendidos por la noticia de que la mayoría de las provincias está decidiendo suspender el tradicional sistema de aprobación o aplazos. La nota, por ahora, no importa.

Es claro que no se puede ser justo en una evaluación cuando los estudiantes no tuvieron clases presenciales y buena parte ni siquiera cuenta con una computadora o conectividad, ni tienen las mismas posibilidades de apoyo en sus casas. Si no hay notas, la pregunta de qué aprender, o de aprender para qué, vuelve a quedar en primer plano.

Sobre los cuadernillos que toman la propuesta de Tonucci, el ministro de Educación dijo que serán incluidas en la cuarta entrega de estos materiales didácticos. Esto confirma que la vuelta a las clases sigue siendo pensada como una medida para el largo plazo, especialmente en los grandes centros urbanos donde el virus tiene circulación.

El Ministerio lleva distribuidos 20 millones de cuadernillos en tres ediciones, una por cada etapa de prórroga de la cuarentena. Su edición fue resuelta para que los estudiantes que no tienen computadora o conectividad puedan tener alguna continuidad pedagógica. Los contenidos están subidos además a la plataforma seguimos educando, desde la que pueden imprimirse en casa.


Los docentes, sobrecargados

El 63 por ciento de los docentes de escuelas privadas no tienen una PC propia para desarrollar sus tareas laborales. Durante la cuarentena, el 47 por ciento además que trabaja más hora de las habituales. Así lo señala una encuesta realizada por el Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop) entre ocho mil de sus afiliados.

El gremio señaló que en estos días las y los docentes están sosteniendo el vínculo con sus alumnos. "Las maestras, maestros y profesores ensayan nuevas formas de llegar a las y los estudiantes brindando apoyo y contención. Aún en la virtualidad, se esfuerzan en generar actividades en conjunto con sus compañeros de trabajo y mantienen contacto con los demás actores de la comunidad educativa por nuevos o diferentes medios a los habituales. Un 63 por ciento de las madres y los padres consultan a los docentes", señala el Sadop. 

Por otra parte, 8 de cada diez maestros señalaron que extrañan la relación directa con sus estudiantes para poder enseñar y 7 de cada diez mencionaron que sus alumnos han tenido alguna dificultad para realizar sus actividades a la distancia.

Sobre las herramientas que más usan durante la suspensión de clases, la computadora y el teléfono celular aparecen como imprescindibles, con el 93 y 86 por ciento de las menciones, mientras que los materiales didácticos fueron mencionados en un tercer lugar con solo el 40 por ciento de las respuestas.  Sin embargo,  seis de cada diez docentes tienen que compartir los dispositivos electrónicos (computadora, celular, tablet, impresora, etc.) con otros integrantes de la familia. Esto también dificulta el trabajo y las condiciones en que el mismo se lleva a cabo.