“Nada ha contribuido con más fuerza a la desigualdad de las rentas que la reducción de los impuestos a los ricos; nada contribuiría tanto…a la tranquilidad social como unos gritos de angustia de los muy ricos” , J. K. Galbraith.
El Congreso Nacional calienta motores para debatir el impuesto a las grandes fortunas. La idea fue lanzada al ruedo por Máximo Kirchner a comienzos de abril. El presidente del bloque de diputados del Frente de Todos encomendó su diseño a Carlos Heller. El aval explícito de Alberto Fernández aceleró los tiempos.
El proyecto propone gravar los patrimonios de las personas humanas superiores a los tres millones de dólares. “El universo alcanzado por el tributo sería del 1,1 por ciento del total de quienes presentan declaraciones al Impuesto a los Bienes Personales o, dicho de otro modo, el 0,08 por ciento de la Población Económicamente Activa que mide regularmente el Indec”, aclaró Heller.
La iniciativa acaba de superar un primer escollo “administrativo”. El aislamiento social obligatorio imposibilitaba las sesiones legislativas presenciales. Ante eso, Cristina Fernández de Kirchner presentó una acción declarativa de certeza para que la Corte Suprema se expida sobre la legalidad de las sesiones remotas.
El martes 21 de abril, el procurador general de la Nación, Eduardo Casal, dictaminó que no es competencia del máximo tribunal dirimir esa cuestión. El viernes 24, la Corte rechazó el recurso pero dio vía libre a las sesiones virtuales. "Ninguna cláusula (constitucional) veta la posibilidad de que las reuniones se lleven a cabo en forma remota”, aclaró una mayoría cortesana.
El pronunciamiento judicial abrió paso a la rosca política. Las autoridades de las dos Cámaras acordaron, con los jefes de bloque, realizar sesiones virtuales mixtas. El proyecto de impuesto a las grandes fortunas (que todavía no fue presentado) será uno de los temas de debate legislativo.
La oposición del PRO estaría asegurada. En declaraciones a Radio Continental, Patricia Bullrich adelantó que "en este momento de excepcionalidad todo lo que significa aumento de impuestos es contrario a lo que se está haciendo en el mundo entero. No estamos de acuerdo en quitarle capacidad o capital a nadie. Como dijo (el presidente uruguayo Luis) Lacalle Pou, vamos a necesitar que las grandes empresas cuando abran tiren del carro. Es sacarle capacidad a grandes empresas que, a la vez, ayudan a muchas pymes que dependen de ellas".
Por el lado de la Unión Cìvica Radical, Ricardo Alfonsín se preguntó: "¿Qué espera el partido para apoyar la creación de un impuesto a las grandes fortunas? Sin embargo, las señales emitidas por importantes dirigentes radicales apuntan en sentido contrario.
Por ejemplo, el senador radical Luis Naidenoff (jefe del interbloque de Juntos por el Cambio en el Senado) sostuvo que “el primer gran relato que ha construido es esta idea de los empresarios, que son aquellos que deberían aprender a ceder, a ganar menos y tener mayor solidaridad. Siempre se construyen relatos buscando enemigos. El impuesto a la riqueza es parte de la continuidad del relato”.
La oposición de las clases privilegiadas a pagar impuestos es una constante histórica. En 1919, el presidente Hipólito Yrigoyen impulsó la creación del impuesto a los réditos “para iniciar un nuevo régimen tributario que distribuya las cargas con la mayor equidad y justicia”. La iniciativa fracasó por la cerrada oposición de las principales entidades empresarias (Confederación Argentina del Comercio, de la Industria y de la Producción, Sociedad Rural Argentina) y del bloque legislativo conservador.
En el prólogo al libro "Hipólito Yrigoyen: pueblo y gobierno", el mítico dirigente radical Moisés Lebensohn decía que “el jaqueo a las reformas de Yrigoyen fue implacable. Constituyó la expresión despiadada de una clase que se aferra al statu quo y permanece insensible ante los padecimientos del pueblo y de la nacionalidad. El daño inferido al desarrollo nacional surge de la sola enunciación de los proyectos orgánicos de Yrigoyen, frustrados por la oposición legislativa”.
El radicalismo deberá optar por retomar alguna vez la tradición yrigoyenista o seguir enrolada en las filas del bloque conservador.
@diegorubinzal