El ex defensor de San Lorenzo Claudio Zacarías recordó el atentado ocurrido el 8 de mayo de 1988, en la previa de un partido entre el equipo de Boedo e Instituto en el estadio de Alta Córdoba, cuando una bomba explotó en la boletería pegada al vestuario visitante y un vidrio se le incrustó en la axila izquierda, lo que le ocasionó una pérdida de 2,750 litros de sangre y lo llevó a estar al borde de la muerte.
"Es un recuerdo que me trae mucha tristeza, pero las cosas tienen que pasar y hay que ponerle el pecho. Ya no puedo hacer nada para cambiarlo", expresó Zacarías en una entrevista con NA, al cumplirse 32 años de ese episodio.
En ese momento, San Lorenzo era dirigido por Héctor Veira, y luchaba por el título con Newell's -finalmente fue campeón-, a cuatro fechas del final del campeonato Nacional 1987/88. Pese a este episodio, San Lorenzo logró luego ganar la Liguilla Pre-Libertadores y acompañar a los rosarinos al máximo torneo de clubes del continente.
"Me acuerdo de todo, estaba sentado en el vestuario y faltaban cinco minutos para salir a la cancha. Escuchamos un ruido terrible, un vidrio cayó encima mío y se clavó en mi axila, por lo que me empezaron a salir coágulos de sangre. Perdí 2,750 litros cuando lo normal en el cuerpo son cuatro", relató Zacarías.
Pese a la gravedad de lo sucedido, el ex marcador central se mantuvo consciente hasta que llegó al hospital para ser intervenido: "Me agarró el (kinesiólogo, Juan) ‘Negro’ Mendoza, y me paró un poco la pérdida de sangre. El vidrio pegó en la arteria y lo frenó, yo tenía 23 años y tenía los músculos fuertes por ser futbolista, si no, ahora estaría muerto". A dos días de haber ingresado al centro de salud, Zacarías despertó y los médicos aseguraron que se trataba de un milagro.
El hecho lo motivó para elegir el nombre de su hija, nacida 40 días después, el 18 de junio de 1988. "Como decían todos que era un milagro que esté vivo, le pusimos Milagros", dijo, y agregó que, contra todo pronóstico, tardó seis meses para volver a jugar al fútbol: "En diciembre hice la primera práctica y en enero jugué contra River".
El episodio, que se convirtió en uno de los más paradigmáticos del fútbol argentino y afectó la carrera del ex defensor de 55 años, derivó en un fin de semana de huelga dispuesto por Futbolistas Agremiados (FAA), mientras que al equipo cordobés le dieron por perdido el partido, le descontaron dos puntos y le restaron un porcentaje de las recaudaciones durante seis encuentros.
Además, desencadenó una larga pelea judicial que se resolvió recién después de más de 20 años, con la intervención del por entonces presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona, aunque perdió "con todos". "Yo les hice juicio a la AFA, a la Gobernación de Córdoba y a Instituto. Siempre digo que en un país sin Justicia, lo peor que hay es tener razón. Perdí con todos, es algo que no se puede creer, yo solamente fui a jugar un partido de fútbol y casi me matan, no terminé muerto de milagro", señaló.
Y continuó: "Pasaron más de 20 años y nunca me pagaron, hasta que un día me llevaron a ver a Grondona, le dije que estaba cansado y me dio la razón. Me dijo que vaya el lunes a la AFA y arreglé con él, aunque no me dieron lo que me tenían que haber dado".
El atentado condicionó su carrera, debido a que perdió el 70% de la movilidad de su mano izquierda, y le generó un gran daño económico, porque estaba siendo observado por un equipo de Francia e incluso por el entonces entrenador de la Selección argentina Carlos Bilardo. "Yo estaba jugando en San Lorenzo y tenía el telegrama en mi casa de que iban a hacer uso de la opción de compra, pero después del accidente me llamó Fernando Miele y me dijo que no me podía comprar. En ese momento la plata era una fortuna, y encima Miele ya me tenía vendido a Francia. También me había dicho que Carlos Bilardo me estaba siguiendo para la Selección Argentina", enumeró el integrante del histórico plantel del club denominado "Los Camboyanos".
El ex jugador de El Porvenir y Boca, entre otros equipos, siguió poco tiempo después su carrera en Turquía, luego retornó a San Lorenzo y después de un paso por Talleres de Remedios de Escalada en el Nacional B, se retiró del fútbol con 30 años.
"Yo podría escribir un libro con todas las cosas que me pasaron, con todo lo que tuve que hacer. Nadie sabe lo que lloré cuando no movía ni un dedo, pero nunca aflojé, siempre hice lo que me decían los médicos y no me entregué", cerró el ex futbolista al recordar un nuevo aniversario del hecho que casi le cuesta la vida.