Convocados en las redes sociales con consignas que iban desde "No nos van a callar" hasta "No queremos comunismo", algunos barrios de Capital y el conurbano bonaerense fueron escenario de escuetos cacerolazos dirigidos contra el gobierno nacional y la extensión de la cuarentena. Originalmente agitado por algunos sectores ultraliberales que militan la violación de la cuarentena como si fuera una lucha por la libertad, el reclamo contra el aislamiento social obligatorio se entremezcló con las críticas de algunos sectores de la oposición por la liberación de presos y las consecuencias del parate económico. Sin embargo, a pesar de las expectativas, la convocatoria fue mucho ruido y pocas nueces.
"Con barbijo y respetando la distancia, volvemos a las calles: no queremos comunismo", rezaban los primeros afiches que empezaron a circular llamando a salir a la calles para reclamar contra la cuarentena, a la que consideraban un invento del "populismo" para ir tomando en sus manos el control total de la economía. Una de las primeras figuras públicas en expandir el llamado fue la senadora bonaerense del PRO Felicitas Beccar Varela, quien se volvió noticia hace una semana tras afirmar que "el coronavirus es una excusa para cerrar la economía, para cerrar las fronteras y para que todos los comercios e industrias fundan y una vez que funden, empiezan a estatizar". En una línea similar a la campaña contra la llegada de médicos cubanos --que especulaba con que los profesionales eran espías del gobierno cubano--, la convocatoria asociaba las políticas nacionales destinadas a enfrentar la pandemia con un "abuso de poder" que atizaba el peligro de la llegada del comunismo.
Inicialmente, la autoproclamada "Revolución de los barbijos" consistió en una iniciativa que convocaba a violar la cuarentena y salir a las calles para protestar. Esta manera de manifestarse le valió una denuncia penal en Rosario de parte de la Asociación de Víctimas de Trolls, quienes acusaron a los organizadores de incitar a violar el decreto nacional que ordena el aislamiento preventivo y obligatorio. Sin embargo, esta cronista recorrió el barrio de Palermo y no encontró gente que hubiera salido a las esquinas a manifestarse. "Nosotros llamamos a la gente a protestar. Si la gente prefiere expresarse más cómodamente por la ventana con cacerolazos, están en todo su derecho. Lo que tememos es que ese modo de manifestarse sea insuficiente para que el Gobierno nos escuche", indicó a PáginaI12 un estudiante y militante libertario que prefirió no dar su nombre. "Yo protesto porque ya pasaron dos meses de aislamiento y los testeos masivos no llegaron y nuestra libertad civil sigue restringida, mientras se desangra el sector privado. Quiero que el Gobierno entienda que hay que activar ya la producción. El remedio no puede ser peor que la enfermedad", explicó.
El concepto "el remedio no puede ser peor que la enfermedad" se repitió mucho en las redes por parte de personas (y muchos bots) que denunciaban que, de no comenzar a abrir las actividades económicas, "el país se va a hundir". Una de las figuras más importantes que adhirió a esta hipótesis fue la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien criticó al presidente Alberto Fernández por haber dicho que salir de la cuarentena implicaría "la muerte de miles de argentinos": "Sea responsable y no asuste a la sociedad, Presidente. Salir de la cuarentena no es a todo o nada como hicieron con los presos. En vez de señalar a la oposición podríamos debatirlo en una mesa conjunta", lanzó el miércoles. Durante este jueves, muchas personas se sumaron con el hashtag "Cacerolazo Histórico" o "Basta Cuarentena" para reclamar por el reinicio de la actividad económica: "Me sumo a las 20 hs. Tiene que haber un modo razonable de flexibilizar la cuarentena cuanto antes. No se puede extender por siempre", tuiteó el economista Miguel Boggiano.
Además de la batalla contra el fantasma del comunismo y las consecuencias sociales que el parate económico tienen sobre la población, las personas que cacerolearon también reclamaron contra el otorgamiento de prisiones domiciliarias para descomprimir las cárceles y evitar contagios, contra la compra con sobreprecios de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social, contra el proyecto de impuesto a las grandes fortunas y la decisión del gobierno nacional de no bajar los sueldos de las y los funcionarios públicos como modo de achicar el gasto público.
Informe: María Cafferata.