La primera sensación con Tomar refugio, de Zeina Abirached y Mathias Énard es que es obvia tributaria del Persépolis de Marjane Satrapi. Sin embargo, ese encasillamiento es mero prejuicio, fundado un poco en el estilo gráfico y otro poco en el origen árabe común de la multipremiada historietista iraní y de la ilustradora libanesa Abirached.

Por lo pronto, el libro publicado por Salamandra Graphic (loas a esas tapas con calados) es una novela gráfica de tomo único (contra los cuatro de Persépolis) y ni siquiera es una autobiografía. Es una ficción que entrelaza simbólicamente dos relatos a partir de las leyendas (y sus constelaciones) de Orión y el escorpión. Es más, en Tomar refugio, la guerra actual en Siria o la invasión alemana a Polonia son escenarios o circunstancias, antes que coprotagonistas del relato. Hasta se podría aceptar, como sugiere la etiqueta de ficha técnica, que es “novela romántica”, aunque circunscribirlo a ese bastardeado género parece una injusticia con el libro.

Y si es por hacer justicia, es cierto que el registro gráfico de Abirached recuerda al de Satrapi, pero también que en su línea hay otras influencias: se asoma algo de la más pulcra línea independiente norteamericana al delinear rostros o plantear interiores, pero toma cosas de la renovación de comienzos de siglo XXI de la historieta francobelga al presentar los pasajes de las eremitas afganas. La autora libanesa también trabaja con más libertad las composiciones de página. Con tanta libertad que hay varias páginas sin secuencia alguna, donde la única sugerencia de paso del tiempo la ofrecen los globos de diálogo. En cierto sentido, lo suyo está más cerca de la ilustración que de la historieta: abundan las páginas de una única viñeta y las dobles páginas también dicen presente. Esto tiene sus efectos: las páginas pueden volar ante los ojos, pero también invitan a detenerse en los detalles, los arabescos y las líneas redondeadas que Abirached imprime a todo.

Tomar refugio cuenta dos historias. Una transcurre en el Afganistán de 1939, en un campamento cercano a los budas de piedra –los que destruyeron los talibanes no hace tanto tiempo-. Esa historia cuenta el encuentro de las escritoras Anne Marie Schwarzenbach y Ella Maillart con los arqueólogos Ría y Joseph Hackin. Estos tramos están inspirados en una anécdota que relató Maillart en La ruta cruel y sugieren un amor lésbico prohibido por la época. El otro relato es el encuentro entre Karsten y Neyla, una refugiada libanesa en Berlín.

El guión de Énard entrelaza ambos relatos con la simbología del mito de Orión y el Escorpión, pero sobre todo reflexiona sobre los espacios como posibilitadores del amor: la distancia, la soledad, el entorno y todo lo que genera en los personajes. La ciudad y los paisajes pueden alojar, pero no siempre contener. Quizá por eso el relato abre diciendo que sus personajes “tomaron refugio” en el budismo: una espiritualidad que se puede habitar. Es que tal vez, como saben quienes intentaron una relación a distancia, el amor también es cuestión de geografías.

Lanzamientos

Gira de pizzerías (Camila Torre Notari / Maten al mensajero)

En otro universo, sin covid-19, sin cuarentena, este libro era un relato autobiográfico apenas anecdótico, sin más profundidad que una feta de queso dambo. En el contexto actual –y también porque Torre Notari tiene buen pulso para contar nimiedades-, su relectura es un mundo fantástico en que los jóvenes pueden recorrer pizzerías cada fin de semana, evaluar su masa, sus ingredientes, el ambiente y ser felices con poco: de a una porción a la vez, que es también el mejor modo de leer el libro.

Kryptonita. La historieta (Oyola, Aguirre, Reggiani, Zalazar y Mosquito / Reservoir Books)

Que Kryptonita, la celebrada –y consagratoria- novela de Leo Oyola es un elseworld homenaje de los superhéroes de DC Comics no es ningún secreto. Así, su adaptación a las viñetas parece natural, pero aquí un poco desaprovechada. Por un lado, la adaptación se ciñe sin modificar nada al original. Es respetuosa, pero no la enriquece. El estilo gráfico de Zalazar, en tanto, resalta el aspecto humorístico del relato de Oyola, pero también obtura y caricaturiza su faceta de crítica social.

Fusion 501 (Kami Kama / Barro Editora)

La línea principal de publicaciones de Barro Editora busca llevar autores nóveles a las primeras líneas de publicación con un fuerte acompañamiento de sus editores. Fusión 501 es un interesante fruto de la iniciativa. Es tributaria de Macross y Evangelion, pero incorpora cuestiones muy contemporáneas (es una sociedad tan avanzada que hasta los villanos hablan en lenguaje inclusivo). Aunque se advierten algunas vacilaciones, también hay mucho potencial y el cierre pide por un vol.2.

Bizancio. Integral (Mauro Mantella y otros / Rabdomantes Ediciones)

Bizancio envejeció particularmente bien. Mientras que a otras recopilaciones de historietas de hace más de una década se le notan los años transcurridos, la obra de Mantella aún se puede leer con solidez. Desde luego, mantiene los rasgos que se le marcaban (o criticaban) hace tiempo: está muy apegada a la evidente inspiración en Constantine y por momentos la oscuridad sólo se justifica a sí misma. El arte de Sergio Monjes cumple y la edición reúne todo lo publicado disperso hasta hoy.

Viñetas

Acomodar el calendario, allá

Como tantas otras cosas, la práctica comiquera también pasa por momentos de incertidumbre. En Estados Unidos, uno de los países más afectados por la pandemia del coronavirus –y también de los más reticentes a tomar medidas firmes al respecto- se cancelaron infinidad de encuentros vinculados al cómic. Las grandes organizaciones, sin embargo, no parecen mostrar mucho más criterio que la dirigencia política. La organización de la versión neoyorquina de la ComicCon aún realiza toda su comunicación pública como si el encuentro fuera a realizarse del 8 al 11 de octubre de este año, tal y como estaba previsto. La situación ya les acarreó críticas de distintos espacios, pero por ahora no dan el brazo a torcer. Sus homólogos de San Diego, California, en cambio, no pudo eludir la cancelación y ahora ofrecen en su página (https://www.comic-con.org/ ) material “para leer en casa”.

Acomodar el calendario, acá

En la Argentina, en tanto, no quedó en pie ningún encuentro presencial vinculado a la historieta. Crack Bang Boom, que tiene el sostén de la municipalidad de Rosario, Santa Fe, anunció la postergación de su 11° edición (la que lo convertiría en el evento más longevo de la provincia). Mientras evalúa los próximos pasos a seguir, el encuentro realiza entrevistas en vivo en Instagram a los responsables de distintas editoriales nacionales, con prioridad a las locales y a las que acompañaron a la convención desde el primer momento.

Leve reactivación del mercado local

La posibilidad de realizar venta por correo parece haber animado a las comiquerías locales. Seguramente los dueños de estas librerías especializadas extrañarán al comprador casual y las ventas de ocasión, pero la situación al menos representa cierto alivio para el sector. Además, varias editoriales anunciaron la aparición de novedades en las “bateas” del e-commerce. Por ejemplo, la naciente Multiversal comenzó a distribuir Ichabod vol.1, Comic.ar puso a circular el clásico de Barreiro y Zanotto Barbara, mientras que Doedytores lanzó Latinoamérica y el imperialismo, de H.G.Oesterheld y Durañona.