El Instituto de Investigaciones en Retrovirus y SIDA (Inbirs) analiza la reacción de niños, niñas y adolescentes al coronavirus. “Los resultados pueden contribuir a establecer ciertas decisiones políticas respecto, por ejemplo, de la vuelta a clases”, señaló Lourdes Arruvito, médica e investigadora del Inbirs, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Conicet. Mediante un testeo sin distinciones de sintomatología, que se realiza en el hospital de niños Pedro de Elizalde, el objetivo principal es “investigar la prevalencia del virus en esta población, el desarrollo de anticuerpos, y los posibles riesgos a los que se enfrentan niños con enfermedades previas”, señaló Arruvito.
El estudio, que ya está en marcha desde hace unos diez días, consiste en un test serológico, tal como el que se llevó a cabo en los testeos masivos realizados por el Ministerio de Salud. “Lo que extraemos es una gotita de sangre, trabajamos con menos de un mililitro porque a los niños no se les puede extraer tanta cantidad como a los adultos”, describió Arruvito, y explicó que esa muestra no se destinará a tratamientos sino que se utilizará para saber si el cuerpo estuvo en contacto con el virus y si generó los anticuerpos necesarios para combatirlo. “Si da positivo, tal como sucede en otros testeos, se hace el hisopado y el análisis PCR, y se controla a la familia o a los contactos estrechos que haya tenido el niño o niña”, explicó Arruvito.
“En esta población no se había analizado hasta ahora el comportamiento del cuerpo en quienes no desarrollaron sintomatología, sino solamente los casos sospechosos”, señaló Arruvito. A esta pregunta apunta el primer objetivo del estudio, que es de control poblacional: “no es lo mismo que haya una mayoría de niños que hayan atravesado el virus sin manifestaciones, lo cual los transformaría en agentes pasivos de contagio, a que directamente no se hayan contagiado”, explicó la investigadora y aclaró que “este resultado podría contribuir a tomar ciertas decisiones políticas en cuanto a las medidas de aislamiento y cuidados para esta parte de la población”.
De los más de 4 mil casos sospechosos que, según la información del Ministerio de Salud nacional hasta el último día de abril, se registraron en menores de 15 años en todo el país, solamente se confirmaron 152 casos, de los cuales solo tres tuvieron complicaciones severas relacionadas a enfermedades pre existentes. Sin embargo, "en ningún caso fue necesaria la internación en terapia intensiva", aclaró Arruvito.
Si bien el objetivo principal del estudio consiste en analizar la prevalencia y el contagio en niños, niñas y adolescentes, tiene otras dos motivaciones importantes: por un lado, establecer un registro de aquellos niños con enfermedades previas, para proponer la formación de un grupo de riesgo que, al momento de distribuir la vacuna, tenga prioridad. “Si bien se determinaron algunas patologías en adultos, no son las mismas en niños. Algunos de los factores que tendremos en cuenta son la desnutrición, la obesidad, el calendario de vacunación y el nacimiento prematuro”, afirmó Arruvito.
El tercer objetivo del estudio, que se obtendrá a largo plazo, es observar "los mecanismos que el cuerpo pone en marcha al momento de entrar en contacto con el virus" para averiguar si son diferentes a los que desarrollan los adultos. “Cada edad es diferente, así como los adultos mayores son débiles porque su sistema inmunológico está envejecido, en el caso de los niños todavía es un sistema inmaduro”, describió Arruvito y señaló que “la etapa de menos protección es aquella que comienza después del primer año de vida y hasta los dos años. Durante los primeros meses, los bebés tienen anticuerpos que vienen del cuerpo de la madre a través de la lactancia, mientras que después de los dos años su sistema inmunológico se va haciendo paulatinamente más fuerte”.
El análisis se propone a todos aquellos que concurren al Hospital, ya sea en guardia, en sala de internación, o en consultorios externos. Si bien el estudio se puso en marcha hace diez días, Arruvito señaló que "es un trabajo que lleva tiempo", ya que no es un testeo masivo. “Es a voluntad, es decir, solamente si el niño o niña o, en caso de que no pueda comunicarse, el adulto a cargo, acepta colaborar”, explicó Arruvito y aclaró que, aunque por ahora trabajan únicamente con las muestras tomadas en el hospital Pedro de Elizalde, la idea es ampliarlo a otros hospitales de niños del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que concentra la mayor cantidad de casos de coronavirus.
Informe: Lorena Bermejo.