Algunos con la casa embalada, otros con media mudanza hecha o simplemente postergada. Otros con la vivienda vacía porque sus pertenencias quedaron en un domicilio y ellos, varados en otro. Había quienes se mudaban para achicar gastos, o porque perdieron el trabajo, y otros que lo hacían para mejor sus condiciones de vida. La gran mayoría son inquilinos, algunos, propietarios: a casi todos, el aislamiento social obligatorio, decretado el 20 de marzo a las cero, los dejó enfrentando gastos extra, pagando servicios por duplicado, y --aunque sea lo menos atendible en el marco de una pandemia-- postergando sus deseos. No obstante, a pesar de las diferentes situaciones que atraviesan, se autoconvocaron y organizaron a través de las redes sociales para pedir que se habiliten permisos de mudanza. En casi todas las provincias ya se permiten. La ciudad de Buenos Aires las habilitaría desde ahora, aunque solo los fines de semana.
“Tenía contrato firmado con mudanza programada para el 20 de marzo. El 19 se hizo el anuncio de la cuarentena y no dio tiempo a nada. Soy trabajador social en Lomas De Zamora, trabajo en dos escuelas especiales y asistimos a las familias con el servicio alimentario. Armamos los bolsones de alimentos y los distribuimos, y yo estoy en casa de mi vieja que es población de riesgo porque tiene 71 años y es diabética e hipertensa”, explicó Hernán.
“Cada vez que entro a la casa soy como un arma cargada para mi vieja. Es frustrante tener una propiedad, que además está paga, y no poder mudarme", añadió. Hernán advirtió, además, que comprende que el suyo no sea uno de los casos más graves del grupo que nuclea a más de 400 personas de todo el país, algunos con "casos complicados".
“Hay familias que están sin heladera, cocina ni cama porque les quedaron las cosas en la otra casa. Hay gente que se compró una casa después de muchos años o terminó de construir y tiene deudas inmensas, y se sigue endeudando, pagando un alquiler. Hay mujeres embarazadas que no tienen las cosas para su bebé porque quedaron a medio mudar, personas con problemas de salud y familias que son autónomos, sin ingresos, y que se ven en la necesidad de mudarse a lo de un familiar para no acumular deudas”, detalló.
Para Hernán, no deja de ser “paradójico que se pueda amoblar la casa comprando cosas por Mercado Libre, o que te lleguen 20 deliveries a tu casa, pero que no te permitan trasladar en un solo viaje tus cosas”. "Lo que queremos es que se abra alguna instancia para gestionar permisos para mudanzas, ya sea con cupos, por franja horaria, por día, adaptándonos al protocolo que dispongan”, amplió. La resolución que tiene en estudio la ciudad de Buenos Aires va en esa línea: autorizarlas los fines de semana con un estricto protocolo para el cuidado sanitario.
Carta abierta
En la lista que armaron en el grupo, los nuevos contratos firmados y el doble alquiler, el desempleo reciente, la convivencias con población de riesgo, y la dificultad para vivir con la mudanzas a medio hacer, son las principales causas del reclamo, y por la cual hicieron circular una carta abierta.
En ese grupo también está María, con una situación aún más compleja. Es abogada y vive en Recoleta con sus dos hijos: uno de 9 años, que tiene un seudotumor cerebral, y otro de 12; quedó varada en su nueva casa, sin heladera, cocina ni lavarropas, y con muy poca ropa.
“Pensé que esto iba a pasar, pero hace semanas que está afectando a mis hijos. Cuando te vas a un lugar nuevo pensás que te vas con tus cosas. Yo me puedo amoldar y dormir un año en el piso, pero mi hijo necesita un determinado marco de contención para que no se complique su enfermedad”, explicó.
Contó que “tenía todo planeado para mudarme el 20 de marzo adonde estaba alquilando una amiga que se fue el 19". El mismo 19, ella y sus hijos fueron al nuevo departamento "con los colchones para pasar la noche y que los chicos se quedaran y al otro día hacer la mudanza tranquila y sin exponerlos, ya que ellos estaban en cuarentena desde el 13 de marzo. Pero al decretar el aislamiento nos quedamos con alguna ropa que pude traer y los medicamentos. Todo lo demás quedó en la otra casa, a tres cuadras”.
"Estoy sola y tuve que traer algunas cosas de a poco", añadió María. "Tuve que comprar microondas y estufas, y como no tengo heladera, eso me obliga a comprar comida todos los días o a pedir por delivery. Me mudé para abaratar costos y me encuentro enfrentando muchos gastos extra. Y aunque me han ofrecido hacer la mudanza por el costado, como a otros, no es lo que queremos, buscamos que se den permisos especiales para hacerlas cumpliendo todos los protocolos que se implementen. Que los fletes tengan elementos de bioseguridad y haya un control estricto, donde se avise a los dos lugares, del que te vas y al que llegás, para preservar a todos. Una mudanza no lleva más de dos o tres horas”, reclamó.
“La verdad es que tengo mucha angustia, son días sin dormir, con gastos que no teníamos previsto ni por casualidad. La pandemia genera situaciones complejas y esto lo agrava porque tenemos que lidiar con propietarios e inmobiliarias”, remarcó.
Atrapados en dos ambientes
Una situación similar es la que atraviesa Elena, que vive en el barrio de Nuñez, donde quedó atrapada en un dos ambientes de 40 metros cuadrados, al contrafrente, para pasar la cuarentena ella, su pareja y tres chicos. “Como mi pareja tiene dos hijos y su mamá es enfermera, decidimos que por seguridad ellos se quedaran con nosotros. Pero es un departamento chico y sin balcón que no está pensado para cinco personas. Uno de los chicos tiene que dormir en el piso y tenemos que desarmar el comedor, y yo soy paciente oncológica. Y es muy incómodo tener que saltar al nene que duerme en el piso cada vez que tengo que ir al baño por los efectos del tratamiento”, explicó.
“Teníamos todo listo para mudarnos a un departamento más grande, pero señamos el jueves y el viernes fue el decreto. Estamos buscando que nos den alguna respuesta, por eso enviamos cartas a varios funcionarios y sabemos que hay organizaciones que presentaron protocolos, como la de los fleteros, para que se puedan realizar los traslados”, dijo Elena.
"Hacer una mudanza cuidada no implica una aglomeración de gente ni poner en peligro a nadie si se tienen los recaudos necesarios. Es muy similar a cuando se carga mercadería en los supermercados”, aclaró.
Sin sus cosas
En la misma línea, otra de las integrantes del grupo que lanzó el hashtag #PermisoDeMudanza y una cuenta en Instagram, contó a este diario que al igual que a muchos de los inquilinos se le venció el contrato en marzo. Había dado de baja todos los servicios para no tener que pagar de más y tenía que mudarse. Pero entre la cuarentena y el embarazo de riesgo, de ocho meses, no pudo hacerlo. Luego de una descompensación, terminó viviendo con su hijo de 9 años en la casa de su madre.
“Me vine con mi nene a lo de mi mamá y no pude sacar nada de la casa. Todas las cosas, incluidas las que voy a necesitar para mi bebé quedaron ahí. Y mi preocupación es que cuando salga de la clínica, no voy a tener nada en el nuevo departamento. La casa de mi mamá, mi nueva casa y la antigua, están en un radio de diez cuadras, y no puedo llevar nada”, contó.