La muerte de un vecino con coronavirus del barrio Las Delicias de la ciudad boliviana de Yacuiba, en la frontera con Argentina, generó más temores a los que ya tenían los vecinos de Salvador Mazza, ubicada justo en la frontera, en el departamento San Martín, ya que se trata de una zona de alto tránsito entre ambos países, y ese barrio boliviano se encuentra a solo 300 metros del área residencial argentina.

La desconfianza en el control efectivo en los límites generó que los habitantes de este pueblo cierren con ramas al menos dos pasos no controlados: uno en el Sector 5, y otro en el barrio El Chorro.

Desde el Comité Operativo de Emergencia (COE) de Salvador Mazza, se elevó a las fuerzas de seguridad que tienen a cargo el control (Policía de la provincia o Gendarmería) un listado de los vecinos de esa ciudad que residen en los barrios ubicados en la llamada frontera seca. “Son los barrios que van desde El Chorro al Sauzal”, dijo a Salta/12 el gerente del Hospital de Salvador Mazza, Rubén Hualppa

Afirmó que ese listado surge de los que tienen los agentes sanitarios a cargo del sector. El registro identifica a unas 160 personas que efectivamente viven en este sector. “Hay gente que tiene domicilio pero no vive ahí”, dijo Hualppa. Con este listado los encargados de los patrullajes verificarán si realmente residen en el lugar las personas que desde estos barrios se mueve hacia otros sectores de Salvador Mazza.

No es que se cierra el barrio”, sostuvo el médico al aclarar que en realidad se ponen controles más estrictos a los habitantes de estos barrios al momento de circular. Afirmó que para dar cumplimiento a ese estricto control es que se solicitará que el egreso o ingreso a los barrios se encuentre debidamente acreditado. Se añadirá también asistencia desde el municipio.

El médico recordó que a la localidad ya llegaron 30 policías más para reforzar los controles. Desde Gendarmería Nacional, indicó, ya se comprometió un número similar de uniformados para monitorear la frontera y sus distintos pasos.

Barrios de frontera vecinos

La distancia entre los barrios Las Delicias (de Bolivia) y El Sauzal (en Argentina) es de 300 metros. Las Delicias es donde habitaba el hombre fallecido los primeros días de este mes en la ciudad boliviana de Tarija, tras ser trasladado desde Yacuiba. Días después de la muerte se pudo corroborar que había contraído Covid-19.

Juan García, periodista de Canal 26 FamiliaTv de Yacuiba, contó en Radio Nacional que este hombre sería un vendedor ambulante de la ciudad boliviana que asistía a las “ollas comunes” (populares) de la barriada, además de asistir, por ejemplo, al Mercado Campesino de la ciudad. Tras la detección del caso “se decidió cerrar el barrio” dentro de Yacuiba. El Mercado Campesino es visitado por habitantes de ambos lados de la frontera, que suelen aprovechar sus productos frescos y sus precios. 

A raíz de la Covid-19 se aislaron al menos ocho policías bolivianos. Según lo detallado por el coronel Marco Tapia Mendoza, de la Policía de Bolivia, son tres los uniformados que fueron aislados por este caso en particular. Uno de ellos le alquilaba la habitación a la persona que falleció, y otros dos estuvieron en contacto con este policía. Los demás tuvieron contactos indirectos. Entre los ocho uniformados existe uno que se había aislado con anterioridad de manera voluntaria porque su hijo había viajado desde Santa Cruz a Yacuiba, y estaban en contacto estrecho.

La preocupación que, según García, se mantenía en Yacuiba tenía que ver con la imposibilidad de conocer cuál era el “paciente 0”, es decir, el que contagió al vendedor fallecido. 

Una frontera permable

En una recorrida que hicieron con la periodista Natalia Camacho, de la Revista Actualidad de Salvador Mazza, vecinas de El Sauzal describieron la permeabilidad de la frontera. No sólo por la cercanía entre las localidades de uno y otro país y los pasos no controlados o llamados ilegales. Sino también por el discontinuo horario del control de Gendarmería que, afirman, se limita a patrullar la zona o hacer un control de 7 a 22. Por eso solicitaban que se instale una garita de esta fuerza en el barrio para que el control del paso fronterizo sea más estricto.

Del lado boliviano, por el contrario, contaron que los uniformados están en todo momento. Pero las mujeres aseguraban que de todos modos había quienes lograban burlar ese control para pasar a Salvador Mazza. “Se sabe que son ciudadanos de Bolivia porque los reconocen en Salvador Mazza y saben quiénes son y de dónde vienen. Suelen llegar a la madrugada o incluso cruzar por medio de fincas privadas”, dijo Camacho a este medio. En este último caso incluso hubo situaciones de confrontación.

El jefe de la Delegación Salta de Migraciones, Jorge Ovejero, sostuvo en una entrevista radial que “es casi nula la circulación de personas entre Argentina y Bolivia”. Aseguró que no son más de 10 personas por día las que Gendarmería detecta transitando por pasos ilegales.

Desde el gobierno de la provincia se informó el miércoles último que se había reforzado la presencia policial en las localidades fronterizas del norte provincial con el fin de resguardar el ingreso a Salta, especialmente por los más de 20 pasos no habilitados que existen en diferentes sectores que limitan con Bolivia

Se agregó que fueron enviados uniformados que conforman el Grupo de Operaciones Policiales de Alto Riesgo y del Grupo de Intervención Conjunta para colaborar con las fuerzas de seguridad nacionales en la custodia de más de 130 kilómetros de frontera. “Se fortalecerá principalmente la presencia policial en los parajes de Salvador Mazza que limitan con la localidad boliviana Yacuiba. También se trabaja en los parajes del departamento Rivadavia Banda Norte ubicados en zona limítrofe”, indicó la información policial. “Quienes violen las disposiciones fijadas serán puestos a disposición de la Justicia”, se confirmó.

En este panorama el peligro radica en que ante la falta de controles, el problema sea además del riesgo de contagio, la explosión de estigmatizaciones y xenofobia que se exterioriza con la pandemia, más aún en una zona de frontera que de por si siempre es conflictiva.