Alejandro César Alvarez es argentino, tiene 61 años, vive desde hace ocho en Noruega. Fue a visitar a una chica que conocía de un grupo de Facebook, se casó y se fue a vivir a Langhus, a una hora de tren de Oslo. Es actor. Hace cortos, publicidades, bolos en series y de vez en cuando alguna nota periodística. En la Argentina había sido redactor publicitario y trabajó en producción de TV haciendo documentales, entre otras ocupaciones. Muy atento a lo que ocurra en nuestro país ayer escuchó en directo la conferencia de Alberto Fernández.
-¿Te sorpendió que hablara de Noruega?
-Me sorprendió que hablara
de Noruega y Suecia porque son países de los que no se habla mucho y cuando se
habla se dicen cosas que no son del todo ciertas. Mucho verso. Me pareció que tenemos un presidente que sabe de lo que habla, porque como bien dijo él, son modelos de comportamiento social y de buen funcionamiento del Estado, aunque con matices que las diferencian.
-¿Cómo es en Noruega?
-Hay una cuarentena propuesta por el gobierno desde el 12 de marzo pero no hay Policía en las calles. No hay clases, no funcionan los gimnasios, las peluquerías, los bares, el fútbol. La primera ministra Ema Solberg y su equipo dan las indicaciones y la gente cumple a rajatabla. Hay mayor distanciamiento social porque es un país con población menos concentrada en ciudades. Todos respetan y hacen respetar las medidas. Nadie se queja, protestar en un caso así sería muy mal visto por todos.
-¿Cómo son los controles fronterizos?
-Son extremos. Yo volví de Egipto el 28 de febrero y debí entrar en cuarentena apenas ingresé al país...
-¿Hacen testeos masivos?
-No, sólo a los que presentan síntomas o son sospechosos de haberse contagiado.
-¿Cómo es en Suecia? ¿Cuál es la diferencia?
-Suecia dejó abiertos bares, restaurantes, shoppings, todo. Inclusive las escuelas y la universidad. Solo los espectáculos masivos se suspendieron. Se aplicó el distanciamiento social en lugares públicos y como las reglas fueron laxas obligaron a un tardío control por parte del gobierno. Además se descuidaron los geriátricos y ése fue el principal foco de contagio. El primer ministro sueco Stefan Löfven que es socialdemócrata llegó al gobierno haciendo concesiones a sectores de derecha y esa derecha presionó para que se abriera todo. Convengamos que ambas son sociedades disciplinadas y obedientes. Esto último se lo puede ver, tanto para bien como para mal. En el caso de Suecia, el grupo de científicos que asesora al gobierno propuso la apertura y la gente respondió en consecuencia. Mi mirada es que los suecos son un poco más soberbios y snobs que los noruegos. Te doy un ejemplo. Hay negocios que están abiertos en Noruega y saben que van a pérdida, pero tienen abierto a pesar de la cuarentena no perseguida, por una cuestión de solidaridad social. Es otro concepto de cuarentena y de la vida.
-¿Qué dicen en Noruega sobre lo que hace Suecia?
-Es un país hermano y desde el gobierno se dice que no se va a seguir de ningún modo el método de Suecia. Pero con mucho cuidado porque es su principal socio comercial.
-¿Y la gente?
-Los noruegos no quieren saber nada con lo que hacen los suecos.
- ¿No hay ningún atisbo de protesta?
-A ningún noruego ni extranjero que vive aquí se le ocurriría jamás hacer un cacerolazo o una manifestación pública en contra de las medidas tomadas por el gobierno. Esto incluye a todos, clase media y alta también. Por supuesto que hay algún que otro comentario en los diarios online que muestra disgusto, pero si eran pocos, hoy viendo los resultados casi no existen.
- ¿Y en Suecia?
-Tampoco. Siguen lo que dice el gobierno y Anders Tegnell, el epidemiólogo que los guía, dice que el objetivo es asegurar "una propagación lenta de la infección sin saturar los hospitales". Y que se trabaja por un futuro mejor. ¿Cómo pueden apoyar a un sistema que produce muertos? Bueno, ya te dije que son sociedades obedientes y en el caso de Suecia, la mentalidad burguesa de hacer negocios es altísima. Pero ahora están empezando a recular un poco.
-¿Se comenta algo de Argentina?
-Poco, pero sí los medios hablan mucho de Bolsonaro, del desastre que es Brasil.