“Con las sencillas reglas del pimpón nació el primer videojuego de la historia. Se llamaba Pong y funcionaba originalmente en una máquina recreativa construida por la compañía Atari. Dos años después Atari lanzó la versión doméstica en forma de consola llamada igualmente Pong”, relataba años atrás el periodista ibérico Pep Sánchez a cuento de los inicios del afamado arcade que sentó precedentes para lo que luego sería un arte y una industria. Con su formato, conforme a las posibilidades de la época, por lo menos modesto; finalmente, las limitaciones de Pong -furor entre purretes de los 70s y 80s- lo volvían un entretenimiento al extremo sencillo, con líneas verticales (las paletas) que apenas debían devolver un pequeño cuadrado/pelota. Pues, aunque con versiones, reversiones, actualizaciones y variedades desde su creación hasta la fecha, una flamante propuesta online se separa de la media, tomando el simple formato Pong con (neoplasticista) vuelta de tuerca. Y es que Mondri Pong 1.2, la vedette de ocasión, invita a jugar al clásico inspirado en tenis de mesa… dentro de un cuadro de Piet Mondrian. O en honor a la exactitud, dentro de varios de ellos, según prefiera el jugador mostrar su habilidad sobre la pieza Composition No.10, de 1942, o Composition A, de 1923, entre otras plásticas posibilidades intervenidas y animadas. Creado por la programadora Kristiana Hansen (que dice estar trabajando para mejorar la detección de choque de las paletas y para que el desarrollo pueda jugarse en todo tipo de dispositivos), la ocurrente y bonitilla versión online no solo provee de los colores primarios y las líneas geométricas del vanguardista neerlandés: lo hace mixturándolos orgánicamente con el arcade de mil amores, en una conjunción que encanta a nostálgicos del Pong con afición por el arte abstracto.