Chule Bravo tiene esa chispa, como si estuviera siempre a punto de sonreír. Y sonríe en grande cuando las preguntas son sobre su mamá bostera y esa tarde que volvió de probarse en River y la recibió en un ruego: "hija, por favor, no", le dijo y ella que llegaba llorando y con dolor de panza porque tampoco quería. Juntas y entre lágrimas decidieron que tenía que tratar de llegar a Boca. "Era muy difícil en esa época pero gracias a Dios se me dio", cuenta la jugadora que entre todos sus tatuajes lleva el 10 que vistió en el Xeneize y que distingue a las jugadoras y los jugadores que la emocionan. Los únicos colores que le despiertan la misma pasión sean, probablemente, los de la Selección y el recuerdo del histórico Mundial de Francia 2019 en que por primera vez la Argentina conquistó dos puntos. El más heroico de esos dos puntos fue en el partido con Escocia, ese que iban perdiendo 3 a 0 y terminaron empatando. "Estos días los tengo muy presentes, me hace poner la piel de pollo cada vez que lo pienso. En el minuto 87 todo el estadio del Parque de los Príncipes gritaba por nosotras, lo único que se escuchaba era 'Argentina, Argentina'. Ese recuerdo no me lo voy a olvidar jamás", rememora. Lo que vino después se cargó las sonrisas y la ilusión de las jugadoras y de la legión de hinchas que supieron conseguir. La mayoría del plantel coincidió en el deseo de pedir un cambio en el cuerpo técnico y regresaron al país con la intención de reunirse con el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia. No hubo reunión, pero sí una respuesta categórica y disciplinante: en la lista de convocadas para los Panamericanos no estaban Belén Potassa, Estefanía Banini, Florencia Bonsegundo ni Ruth Bravo
–¿Pensás que te van a volver a llamar?
–Siempre una tiene esperanza. Nosotras vivimos de sueños, de esperanzas, y nos entrenamos justamente para estar en una convocatoria de la Selección. Hoy es muy difícil ponerte un objetivo con toda esta incertidumbre que hay a nivel mundial pero yo me entreno cada día para rendir en mi club y pensando en volver a la Selección. Ojalá se pueda dar y si no, seguiré trabajando.
–¿Volverías con este mismo cuerpo técnico?
–Lo que pasa es que yo no renuncié a la Selección, no dije "hasta que no pase esto, no vuelvo", sino que hice un descargo de lo que pensaba. Sucede que todas hicimos un descargo diferente y lógicamente todas caemos en las mismas declaraciones. Yo no renuncié y estoy acá a disposición para cuando quienes sean las personas que estén a cargo me consideren.
–De Boca te fuiste a España, a una liga de alto nivel donde la profesionalización está prácticamente consolidada. ¿Te costó adaptarte?
–Fue un cambio muy brusco. Mi primera experiencia acá en España fue en segunda división y no fue tan competitiva como cuando pasé a primera, ahí sí noté el cambio: estuve ocho o nueve partidos en el banco. Tenés que estar al ciento veinte por ciento siempre y eso en comparación con Argentina es muy distinto. Acá es muy físico, hay mucha competencia, muy sana pero en los entrenamientos se matan para ser titulares.
–¿Dirías que el nivel de entrenamiento y responsabilidad de las jugadoras es la mayor diferencia?
–Sí, ahora se firmó un convenio y el fútbol femenino pasa a ser cien por ciento profesional, es decir que las jugadoras se pueden dedicar exclusivamente. Eso te marca una diferencia sobre todo con Sudamérica, donde hay chicas que se levantan a las cinco de la mañana para ir a trabajar y después entrenar y claramente el rendimiento no va a ser el mismo.
–Por eso en Argentina hablamos siempre de semi-profesionalización.
–Sí, es triste saber que son ocho contratos y, aunque fueran once o quince, no son el total de las jugadoras y es difícil también percibir un sueldo cuando tu compañera, que está haciendo el mismo sacrificio que vos, no lo tiene. Entonces creo que es fundamental que se unan todas las jugadoras de Argentina, como se unieron acá en España, para hacer un convenio y que haya contrato para todas.
–Siendo hincha y referente de Boca, ¿qué sentiste cuando viste al femenino jugar un superclásico en la Bombonera?
–Uh… fue un golpe, no un golpe triste sino decir "qué ganas de estar ahí". Pero también me sentí muy feliz, muy feliz. Me encantaría que no lo celebremos tanto porque tendría que ser algo habitual y que, así como se jugó en la Bombonera, se juegue en el Monumental y en todos los estadios, sería maravilloso.
–¿Lo ves muy lejano?
–Se supone que si somos profesionales, deberíamos jugar en los estadios. Hay gente que dice que el fútbol femenino no va a llenar los estadios y… si lo abrís una vez al año, es muy difícil, dale la chance de que se jueguen los partidos ahí más seguido, que la gente lo vea y seguramente lo va a llenar, no tengo dudas que lo va a llenar.