“Esto no es culpa de nadie. Es culpa de Dios”, dice uno de los hermanos Birdsey promediando el primer episodio de I know this much is true. Y razón no le falta. Los primeros minutos de la miniserie que ayer estrenó HBO (va los domingos a las 22 y también está disponible en HBO GO) resultaron un depósito de padecimientos para estos dos gemelos de sangre italoamericana. Automutilación, esquizofrenia, cáncer terminal, abandono, abuso infantil, desfilaron sin pausa (y es apenas el comienzo) en un relato de seis episodios de una hora. Auténtico catálogo de martirios que, por otro lado, ofrece el tour de force actoral de Mark Ruffalo a cargo del doble papel de los hermanos Birdsey.
La ficción abre con la ofrenda y sacrificio que Thomas comete cuando se avecinaba la Guerra del Golfo. Como señal de protesta contra el conflicto bélico, el tipo toma la decisión de cercenarse una mano en una librería pública mientras recita la Biblia. Sin embargo, el auténtico protagonista de esta historia es Dominick, quien parece haber sobrellevado con mayor estoicismo sus demonios internos. Hacerse cargo de su hermano, diagnosticado como paranoide esquizofrénico, supondrá para este aspirante a escritor, divorciado y pintor de oficio, bucear en el amplísimo derrotero familiar. El melodrama pivotea esos primeros años ‘90 (representados sin nostalgia alguna y narrados por el propio Dominick) con flashbacks de su amarga infancia y sus antepasados sicilianos gracias a la aparición de un viejo manuscrito. I know this much is true es de esas sagas donde cada tramo supone un golpe de KO emocional. En definitiva, el colapso de Thomas viene a ser el corolario la muerte de su madre (Melissa Leo) por un cáncer de pecho, el desconocimiento de su padre biológico, el maltrato por parte del adoptivo, por mencionar algunos tramos de su biografía. ¿O hay algo en los genes de los Birdsey? ¿una maldición ancestral? La pregunta es si todos esos hechos anticipan la tormenta perfecta para el más cuerdo de los hermanos o una posible de redención.
Vale reconocer que la miniserie expone sus intenciones desde el primer minuto. I know this much is true es un festival de tormentos íntimos y simbolismos religiosos con el foco en personajes de clase media trabajadora. No sólo porque Thomas sea afecto a la lectura de los salmos sino por las chispas del vínculo fraternal (los paralelismos con Caín y Abel están a la vista). Por otro lado, este proyecto supuso para el director Derek Cianfrance, la posibilidad de recorrer un territorio en el que se siente afín. La ficción –como antes hiciera en Blue Valentine- se suma a su catálogo de vínculos jodidos, protagonistas de corte springsteeniano y amor rudo contado con una narrativa derivativa. Hay momentos de luz y humor seco, una pausa necesaria, en la caída de los protagonistas.
“Es una historia sobre dos gemelos idénticos pero que la vida los ha llevado a miles de kilómetros de distancia”, dijo Ruffalo. El ex Hulk se incorpora a la lista de actores que interpretaron este tipo de relaciones filiales (Nicolas Cage, Jeremy Irons, James Franco y Viggo Mortensen, entre otros). Lo notable es que en este caso no hay un regodeo en el juego de los dobles. La divergencia y el reto físico sucede en pos de dos sujetos que resultaron ser gemelos y les tocó un contexto espinoso. “Uno es un enfermo mental lo cual supone un desafío; el otro también es bastante disfuncional, empuja a todos afuera de su vida, tiene como una armadura, sobrelleva todo el peso del mundo sobre sus hombros”, definió el intérprete. Lo mismo sucede con su encarnación reforzada, al igual que Dominick, Ruffalo se carga el peso de la ficción con una actuación demoledora.