El Festival Internacional de Danza Emergente (FIDE), que realizó tres ediciones entre 2015 y 2017 impulsado por artistas y gestores independientes, se trasladó por razones obvias a la virtualidad. "Se transformó en una acción política de supervivencia", dice Jimena García Blaya, una de sus directoras artísticas. La virtualidad implica un cambio obligado que suscita preguntas: ¿qué posibilita? ¿Las obras desaparecen? ¿Cómo se pueden practicar nuevas formas de cercanía? ¿Qué les pasa a los cuerpos?
A partir de este lunes y hasta el 16 se sucederán performances, instalaciones, obras de videoarte, conversatorios y crónicas de cuarentena de artistas latinoamericanos. Esta particular edición busca distribuir recursos (subsidios ya recibidos) entre sus participantes en un momento que evidencia la "precariedad e informalidad" del sector, que no cuenta con una ley ni instituto nacionales
. A diferencia de otros eventos realizados en terreno virtual ofrece una programación de propuestas nuevas y no un recorrido por materiales ya presentados. Se puede seguir a través del canal de YouTube
, las cuentas de Instagram
y Facebook
del FIDE y la página fideba.com.ar
.
"Esta plataforma viene trabajando sobre el desarrollo internacional de la danza y las relaciones con países limítrofes, apuntando a la unión, a descubrir un perfil profesional latinoamericano y, por qué no, a pensar un discurso colectivo", cuenta Blaya. "En esta edición íbamos a poner el énfasis en el espíritu asociativo entre el ámbito independiente e instituciones públicas y privadas. El objetivo viró y ésta se transformó en una acción política de resistencia", añade. En la realización del FIDE colaboran la Casa Nacional del Bicentenario, el Centro Cultural de la Cooperación y El Cultural San Martín, entre otros.
Haidar, de La Plata, quien presentará Soy tu performer, analiza: "El video es una opción, como la virtualidad y el streaming. Pero no se puede reemplazar lo que está compuesto por otros principios tan distintos y que claramente es de otra naturaleza. Un abrazo no devendrá en emoji. Esta situación es excepcional. Tal vez sea una oportunidad para pensar otras formas. Hay una potencia en seguir pensando al cuerpo en la distancia, en otro tipo de presencia o en su ausencia". El coreógrafo, que en 2013 utilizaba ya el streaming, sostiene: "Nos vamos a actualizar. No vamos a hacer de cuenta que esto no pasó. No vamos a cerrar los ojos ante un potencial público sentado con dos butacas de por medio con una máscara. Tal vez nos veamos más en la calle. Tal vez seremos itinerantes y entraremos en las casas. Tal vez seremos clandestinxs, ya veremos".
Fuego en el cielo es una obra bahiense de la que participa Facundo Arrimada, quien dice que en la ciudad conviven "muchas generaciones" construyendo espacios para la disciplina y buena cantidad de artistas formados en la escuela local pública y gratuita. "El aislamiento nos mostró con más fuerza la importancia de hacer redes que nos contengan. Gestos como el que se propone el FIDE nos acercan y fortalecen", expresa. "Que se sostenga y reinvente en un momento de tanta vulnerabilidad hace eco con una lucha más grande y de hace varios años: la de reconocer a la danza como un campo de trabajo, que no sólo es muy valioso, sino que está sostenido por una fuerza deseante muy potente", concluye.
Como se refleja con claridad en los testimonios de los entrevistados, la precariedad y la informalidad son zonas de absoluta certeza, mientras que en términos de lo que ocurre con los cuerpos parece que todo está por verse. Son más las preguntas que las respuestas. Preguntas que el FIDE dejará danzando en el aire.