Las reservas internacionales del Banco Central sumaron cerca de 50 mil millones de dólares esta semana y representan el 10 por ciento del Producto Interno Bruto. El presidente de la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, hace varios meses que insiste en que hay que invertir las reservas para aumentar su rendimiento financiero e incluso llegó a pagar por la asesoría de bancos internacionales como el UBS y el HSBC para planificar la estrategia de inversión. En el Central también elaboraron algunos planes propios: vendieron parte de las reservas en oro en el mercado de contado, colocaron nuevas posiciones de este metal en el mercado de futuros y con la liquidez se adquirieron yuanes.

La autoridad monetaria informó en marzo los primeros resultados de su plan para incrementar los beneficios financieros de las reservas. Sturzenegger festejó que ya se obtuvo un rendimiento del 1,7 por ciento sobre un monto invertido de 500 millones de dólares. Esto implica que el Central ganó 8 millones de dólares por estas operaciones. El país se endeuda a un ritmo de 30.000 millones de dólares al año en los mercados internacionales y paga una tasa superior al 7 por ciento, o sea unos 2400 millones de dólares en intereses. No hace falta tener doctorado en el MIT o en Harvard para darse cuenta que algo anda mal. La Argentina podría utilizar parte de las reservas, sobre las que gana 8 millones de dólares, para evitar endeudarse y tener que desembolsar 2400 millones en concepto de intereses.

“Invertir las reservas de la mejor manera es un debate nuevo en el país. Estamos en un debate ideológico para mejorar los retornos de las reservas internacionales”, asegura el titular del Central. El funcionario plantea el rendimiento de las reservas como un problema ético y una obligación que tienen las autoridades con el conjunto de la sociedad. Pero en la práctica, cuando se observan los datos duros, se trata de un discurso débil si no se piensa que hay un propósito de garantizar nuevos negocios para la banca. El HSBC y el UBS no son las únicas entidades con las que el Central pretende realizar acuerdos para planificar las inversiones de las reservas. 

“Nuestra intención es abrir el menú y firmaremos contratos con 15 o 20 bancos”, adelantó Sturzenegger a comienzos de este año en su participación en el foro de Davos.  

La necesidad de acumular un stock importante de reservas internacional para incrementar el margen de maniobra del Central ante intentos de corrida cambiaria podría ser un buen argumento de las autoridades para defenderse de las críticas sobre el uso de las divisas. Pero la gestión actual del organismo no cree necesario tener reservas para administrar el tipo de cambio. Considera que la cotización del dólar la decide el mercado, por lo que el esquema cambiario de la Argentina es flexible (sin intervenciones ni controles del Central). Sturzenegger llegó a decir que las divisas del Central podrían ser cero y no le preocuparía.

¿Si no quiere las reservas para defenderse de los ataques especulativos, para qué las quiere? Son activos que acumulados en las arcas del Central se están dejando de utilizar para promocionar proyectos de infraestructura y cubrir vencimientos financieros evitando tomar nueva deuda a tasas elevadas. Son activos que, más allá de cualquier ingeniería financiera, rinden muy poco. Pero le van a permitir a 20 bancos internacionales firmar convenios con el Central y hacerse algunos millones de dólares en comisión.