“Necesitamos una ley de emprendedores para que quienes tengan una idea puedan lanzar ese proyecto con facilidad (…) necesitamos darle un empuje a los emprendedores”. Así se refirió el presidente Mauricio Macri en su discurso de apertura de las sesiones del Congreso a un viejo anhelo del Ejecutivo, que a fines del 2016 tuvo media sanción en la Cámara de Diputados. Fue a mediados del año pasado, cuando el gobierno anunció el envío al Congreso de esta ley para, según el discurso oficial, permitir que alguien que tiene una “idea” pueda abrir su empresa en sólo 24 horas.
El anuncio del proyecto de ley había sido realizado por el propio presidente Mauricio Macri junto a Marcos Galperin, fundador y dueño del sitio Mercadolibre.com en la sede de esta misma empresa. Macri destacó el “éxito” y “ejemplo” de esa compañía, que “nació en un subsuelo, en dos cocheras” y luego generó “una comunidad” que da empleo en toda América latina, aunque omitió aclarar que se trataba de un subsuelo de lujo, pues al igual que Macri, Galperín es heredero de una de las familias más ricas de la Argentina, en este último caso propietaria de la productora de cueros Sadesa, ubicada entre las más importantes del mundo.
Macri cerró su discurso señalando que “ante este éxito de Mercado Libre, quiero que sientan que sí se puede. Esperamos que el Congreso nos acompañe con una ley de emprendedorismo”, agregando además que este concepto iba “a ser incluido como materia en la currícula educativa, porque este es un país que tiene un enorme espíritu emprendedor”.
El concepto del emprendedorismo forma de hecho parte central del discurso oficial de la Alianza Cambiemos, casi como el reverso de su concepción sobre los trabajadores en relación de dependencia –especialmente públicos–, cuyo “alto costo laboral”, y consumo “por encima de sus posibilidades” representan desde su visión uno de los más grandes problemas del país.
Sin embargo, en base a un estudio de Caroline Freund, ex economista jefe del Banco Mundial, y Sarah Oliver para el Peterson Institute for International Economics Internship, Nicolás Dvoskin, becario del Conicet y docente de la Universidad de Moreno, concluye que “en Argentina no hay un solo millonario que lo sea por haber fundado una compañía o por ser ejecutivo. El 80 por ciento son herederos, y el 20 por ciento restante viene de las finanzas. Incluso Chile y Perú, dos países que suelen mencionarse como ejemplos en el discurso neoliberal, tienen más millonarios absolutos que Argentina, con menos población”. Así, Dvoskin concluye que “los sectores históricamente dominantes en Argentina, que desde hace un año accedieron por primera vez al gobierno de manera democrática, pueden hablar mucho de la inversión, del desarrollo, del conocimiento, de la importancia del emprendedorismo, pero lo cierto es que su riqueza no surgió de ahí, sino de algo parecido a una reproducción de clase, a lo que se agrega, desde los ‘90, la hegemonía financiera”.
El discurso macrista de “emprendedurismo” no solo contrasta con la propia historia del presidente y de gran parte de su gabinete, sino con toda la realidad regional. De acuerdo a un estudio publicado por la CEPAL, en los países emergentes entre un 50 y un 75 por ciento de las empresas dejan de existir durante los primeros tres años, mientras que la Asociación Argentina para el desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa señala que menos de un diez por ciento de los emprendimientos llega al segundo año de vida, y sólo el tres por ciento al quinto. No es casualidad que esto suceda en un país en el cual, de las 600.000 empresas existentes, solo 1000 expliquen la facturación de más del 70 por ciento del PIB. En dicho contexto, las “ideas” parecerían sucumbir frente a grupos económicos con posición de mercado dominante y financiamiento privilegiado, sea por su legado económico familiar o por sus aceitados contactos con el sector financiero y el Estado.
Así y todo, determinados contextos socioeconómicos promueven la creación de nuevas empresas. Fue lo que sucedió entre 2003 y 2015, lapso en el que, según el Ministerio de Industria, se sumaron 200.000 Pymes a las 400.000 ya existentes. Un panorama que contrasta con el del año pasado, el primero de la Alianza Cambiemos, donde según el Indec tan solo en el primer semestre del año desaparecieron 6129 “ideas” que alguna vez tuvieron detrás a un emprendedor.