Bielorrusia no es una isla. Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura y autora de Voces de Chernóbil -el libro en que se basó la exitosa serie-, compara la manipulación y el ocultamiento sobre el accidente nuclear del 26 de abril de 1986 en el norte de Ucrania con lo que está viviendo en su país desde la pandemia de Covid-19. “Las clínicas están llenas de infectados. No se atiende a otros enfermos, se los manda a casa. Pero la prensa oficial esconde lo que sucede de verdad”, revela la escritora y cronista bielorrusa desde su casa en la ciudad de Minsk, en una entrevista por skype con Pilar Bonet, corresponsal en Moscú del diario El País de España. El número oficial de contagiados es de 19.255 con 112 muertos, en un país con casi 9,5 millones de habitantes.
Alexiévich cuestiona al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, que además de no suspender el festejo por el 75° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial aseguró que nadie sería obligado a asistir al desfile, que se realizó el 9 de mayo. “La realidad es que la gente no quiere ir al desfile y que a las organizaciones y fábricas se les ha hecho saber cuántos deben ir, así que se trata de una asistencia ‘voluntaria-forzada’. No habrá ni un solo invitado importante. Es difícil saber qué pretende Lukashenko”, plantea la escritora y califica estos festejos de “espectáculo tragicómico que se traducirá en un rebrote del virus”. La autora El fin del “Homo sovieticus”, Los muchachos de zinc y La guerra no tiene rostro de mujer, entre otros libros traducidos a 52 idiomas, recuerda que desde hace más de 25 años Bielorrusia es presidida por Lukashenko. “Estamos ante un sistema autoritario y una sociedad durmiente y atrofiada. La sociedad no está entrenada para la independencia, ni para la crítica y la autoprotección y ni siquiera desarrolla estas facultades. La sociedad civil es apenas un embrión”, reflexiona la cronista bielorrusa que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015
La respuesta del presidente bielorruso a una periodista que le preguntó por el coronavirus, ya con media Europa en cuarentena, podría competir con las barbaridades de Donald Trump y Jair Bolsonaro. “¿Ves al virus volando por aquí? Yo tampoco lo veo”, le dijo Lukashenko. La situación actual se parece mucho a la que se produjo después del accidente de la central nuclear de Chernóbil, cuando los dirigentes del Partido Comunista convocaron a los trabajadores a las manifestaciones del 1° de mayo. “Es una situación absolutamente del estilo de Chernóbil. Lukashenko bromeó diciendo que no veía el virus, como muchos años antes los dirigentes del partido pedían que les enseñaran la radiación”, compara Alexiévich. “Lo que pasó con Chernóbil es lo que pasa hoy, pero la gente no lo relaciona”, advierte Alexiévich.
“La conciencia patriarcal es incapaz de conectarse a la nueva realidad en la que el mal, la muerte y el peligro aparecen con otro ropaje. Pero los que tienen hijos enfermos, esos sí son capaces de gritar”, subraya la escritora bielorrusa y precisa que en Vitebsk, la ciudad más infectada cerca de la frontera con Rusia, “pasan cosas horribles”. “Han muerto muchos médicos porque no tienen medios de protección. El Estado no estaba preparado y, aunque ahora intenta dar mascarillas y hacer algo, hemos tenido cuatro meses en los que no se han preparado -explica Alexiévich-. Lukashenko se comporta como el dios de una tribu capaz de hacer retroceder al virus con solo mover una mano”.