Esteban, un abogado de cuarenta años, con un futuro laboral y económico asegurado en el estudio jurídico familiar, decide patear el tablero para empezar una nueva carrera como actor. La colisión entre esos dos mundos diametralmente opuestos, y el histórico dilema de perseguir el deseo o permanecer en la zona de confort, son los principales disparadores de Manual de Supervivencia, la primera serie original de Movistar producida en la Argentina, que tendrá su avant premiere online este miércoles, a las 20, en vivo por el canal de YouTube de Movistar Argentina, para todo el público, y su estreno definitivo el jueves, en la plataforma Movistar Play, exclusivamente para clientes de la compañía.
Ganadora del Concurso Federal de Series de Ficción y Docuficción del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), la serie de ocho capítulos cuenta con la dirección de Victoria Galardi, quien escribió el guion junto con Paula Schiselman, y convocó a un elenco destacado, encabezado por Esteban Bigliardi, y donde se lucen Dolores Fonzi, Martín Piroyansky, Violeta Urtizberea, Julieta Zylberberg, Daniel Hendler, Abián Vainstein, Pilar Gamboa, Verónica Llinas, Osmar Núñez, Susana Pampín, Paula Marull y Santiago Gobernori, entre otros. Pero Bigliardi sobresale en el proyecto, no sólo por ser el protagonista, sino por haber sido también el referente que inspiró la creación de su alter ego en la ficción, que lleva su mismo nombre.
“Conocí a Victoria Galardi cuando actué en su película Pensé que iba a haber fiesta (2013), y a partir de ahí, al poco tiempo que terminó el rodaje, empezamos a juntarnos para realizar una nueva película. En esas reuniones, le resultó atractivo el hecho de que yo soy abogado, pero dejé de ejercer para dedicarme a actuar”, cuenta el actor, que dio sus primeros pasos en teatro con el grupo Primos, junto a Esteban Lamothe, Pilar Gamboa y Romina Paula, y que tuvo mejor suerte que su personaje a la hora de aventurarse en la actuación. “A diferencia de lo que le pasa a Esteban, mi familia siempre me apoyó, pero sí sentí a nivel social esa mirada inquisidora de '¿este qué está haciendo?'”, revela.
La serie, en parte autobiográfica, comenzó a filmarse en 2018, pero la idea apareció varios años antes. “Esteban siempre me pareció un actor que es poco actor, porque tiene un léxico y una personalidad muy formal. Y cuando me dijo que era abogado, le dije que me interesaba muchísimo la temática de las crisis vinculadas con la vocación, y los replanteos que uno se hace en torno a eso”, comenta Galardi, quien después de aquella conversación comenzó a esbozar el texto y a incorporar otros elementos. “Me interesaba hablar sobre el mandato familiar”, dice al respecto. “Esteban está bajo la mirada de su padre, entonces su convicción de querer actuar tiene que ver también con la necesidad de cortar, de alguna manera, con esa relación”.
“Yo me levantaba para ir al estudio a la mañana, me hacía el nudo de la corbata, y se me hacía un nudo en la garganta. Sentía mucha angustia, porque me preguntaba: '¿de esto se va a tratar mi vida?'. Iba a un lugar donde no me sentía cómodo, y hasta el pantalón del traje me hacía picar las piernas (risas)”. Y esas sensaciones que recuerda Bigliardi son las mismas que su rol protagónico expresa en pantalla. Ficción y realidad se entremezclan, y por eso el actor asegura que al momento de abandonar su antigua profesión, tuvo la misma seguridad que demuestra su personaje. “Hay un abismo entre ambos mundos. En el ámbito de la abogacía todas las relaciones son muy superficiales, y en cambio en el del teatro te pagan por ser vos mismo, con todo lo bueno y con todo lo malo. Claramente aquella no era mi vocación, entonces ahí me sentía un poco maniatado, y cuando empecé a hacer los talleres de teatro y a armar una compañía, y el trabajo implicaba divertirse arriba de un escenario, e ir a comer todos juntos para celebrar la performance de la noche, todo eso me daba la certeza de que no había vuelta atrás, por más que me fuera mal. Y ahí dije: ´Esto no lo cambio por nada´. Las consecuencias pueden ser no tener un mango, o que no te vaya bien, ni seas famoso, pero lo aceptás, y cuando probás no tenés forma de conformarte con otra cosa, porque las cosas materiales que puede darte una carrera exitosa de abogado duran muy poco. Pero la alegría que te da estar en un proyecto o en una función de teatro es mucho más profunda y duradera”.
La autorreferencialidad artística es otro de los platos fuertes de la nueva producción local, que traza con detalles, y en escenas antológicas, una radiografía de lo que ocurre entre bastidores, con un especial foco en el vínculo del artista con la crítica. “Quien dice que no le importan las críticas, miente, sobre todo si se dedica a este trabajo. En esta profesión estamos muy pendientes de la mirada del otro, y entiendo que los actores más que los directores, porque están más expuestos que nosotros. Pero creo que para todos está bueno que lo que hagamos le guste al público. Porque no hacemos algo para nosotros mismos, o para que no lo vea nadie. Y en mi caso, trato de hacer lo que a mí me gusta ver”, opina Galardi, quien construyó a un protagonista particularmente interesado en la aprobación y aceptación de su entorno.
En ese sentido, Bigliardi también atravesó, según dice, un proceso similar. “Al principio, me hacía más eco de las críticas, para bien o para mal, porque estaba con muchas más dudas con respecto a lo que estaba haciendo, entonces me sentía más frágil y vulnerable. Pero con el paso de los años, y con un volumen de trabajo que crece, te vas curtiendo. Es parte del juego, y ahora no estoy tan pendiente de eso”.
"En la serie hablamos de lo que conocemos”, apunta el actor, a la vez que anticipa la posibilidad de una segunda temporada: “Queremos seguir filmando. Estamos muy contentos, y yo estoy eternamente agradecido con Victoria por este proyecto, porque es la oportunidad de contar algo muy personal, de una forma bella y bien filmada”. “En este contexto tan difícil que estamos viviendo, espero que esto le sirva a la gente para olvidarse un rato de la angustia y de la incertidumbre”, añade por su parte Galardi. “Cuando una serie me gusta mucho, me quedo pensando varios días en un personaje, en una línea de diálogo o en una escena, y me gustaría que a la gente le pase algo de eso también. Sería maravilloso”.