El 90 por ciento del megaendeudamiento macrista se fue por la canaleta de la fuga de capitales. Esa dinámica perversa fue expuesta por Alberto Fernández en reiteradas ocasiones. En su discurso ante la Asamblea Legislativa, informó que “el Banco Central de la República Argentina se encuentra analizando, de modo pormenorizado, la manera en que nuestro país recibió divisas en concepto de préstamos y el destino que los mismos tuvieron. Todos hemos visto impávidos cómo los dólares que deberían haber financiado el desarrollo productivo acabaron fugándose del sistema financiero, llevándose los recursos y dejándonos la carga de la deuda”.

No es la primera vez que la autoridad monetaria encara una investigación de este tipo. Por ejemplo, el gobierno de Raúl Alfonsín impulsó una auditoria sobre la deuda externa privada estatizada por la dictadura militar. El entonces titular del BCRA, Enrique García Vázquez, conformó un Cuerpo de Inspectores de la Deuda Externa que detectaron autopréstamos y créditos ficticios en decenas de empresas. Esa deuda podría haber sido considerada no registrable y, por ende, el Estado dejar de asumirla como propia.

Sin embargo, el entonces jefe de Departamento de Deuda Externa (Carlos Melconian) propuso al directorio limitar las investigaciones a un mero procedimiento formal. Un auditor que trabajó en el caso, Omar Néstor Miliano, declaró en sede judicial que de esa manera “quedó desvirtuada la investigación del endeudamiento del sector privado permitiendo que en lugar de aplicarse la normativa correspondiente a la verdadera realidad de las operaciones en donde se detectaban irregularidades, se permitiera registrar como legítimas las operaciones cuestionadas y así engrosar la carga de la deuda externa argentina al conjunto de los habitantes de la Nación, que nada tenían que ver con el endeudamiento investigado”.

A diferencia de entonces, la investigación del BCRA (conducido por Miguel Pesce) transitaba por otros carriles hasta que la pandemia del coronavirus modificó el orden de prioridades. En líneas generales, el trabajo pretendía conocer quiénes fueron los beneficiarios de ese perverso mecanismo. Develar ese entramado sería un importante insumo para decirle “nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso”, como dijera Alberto Fernández. Identificar a los beneficiarios de esas prácticas económicas, hacer visible lo oculto, es una tarea imprescindible, para no retroceder casilleros como en el juego de la oca.

El economista Ricardo Aronskind apunta que “ese nunca más no depende lamentablemente de la voluntad de un gobierno, por más popular y honesto que sea, sino de que la sociedad argentina sea capaz de bloquear políticamente, en forma permanente, el acceso de los agentes del capital financiero a los principales resortes del Estado a través del sistema de partidos políticos. Mientras estos agentes sean capaces de arribar montados en los más diversos globos de colores (peronistas, radicales o liberales) y las mayorías no sean capaces de detectarlos y neutralizarlos, la puerta giratoria continuará. El nunca más financiero requiere de una transformación colectiva de la conciencia de lxs argentinxs.” ("La rebelión de los bobos. Del discurso presidencial al lockout agropecuario y la escalada de los precios#, publicado en El Cohete a la Luna). 

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@diegorubinzal