El enemigo es el otro. Nadie está exento de portar el virus. Lo ves venir de lejos, no lleva equipo de protección. Vos tenés puestos los guantes de látex amarillos de lavar los platos. Barbijo no conseguiste, pero te diste varias vueltas con la bufanda a pesar de los 28 grados. Ya casi es de noche, elegiste ese horario porque hay menos gente en la calle. Igual llevás puestos los lentes de sol, por seguridad. ¿Y si al pasar a tu lado el tipo tose y no se tapa bien con el codo? ¿Y si tiene un estornudo repentino, de esos que no dan tiempo a cubrirse? Pasa y con él también pasa el peligro. Ya no tenés que tomar el riesgo de salir dos veces al día a pasear a tu mascota. La decisión fue difícil pero se tomó a tiempo. Sacrificaron a Toby antes de que empezara la cuarentena obligatoria. Intentás abrir la puerta del supermercado chino con el codo, pero es corrediza y está dura. Vas a tener que usar la mano. Rezas dos Padres Nuestros, un Ave María y te santiguás, como recomienda la Organización Mundial de la Salud. Elegís los productos rápido siguiendo una lista ordenada con la lógica de las góndolas que ya aprendiste de memoria para no perder tiempo. Son 1980 pesos, pagás con 2000 y le decís que se quede el vuelto. Por 20 pesos para qué tomar el riesgo de tocar los billetes que no sabés quién habrá tocado antes.

Llegás a tu casa y ya conocés el procedimiento. Te desvestís por completo en el hall de entrada. Ya todos en el edificio superaron el pudor. Es por seguridad. Llevás dos bolsas de polietileno, una para la ropa que irá directamente al lavarropas y una para el equipo de seguridad. Al entrar al departamento tocás la Mezuzá, en estos tiempos con un solo Dios no alcanza. Desinfectás la suela de los zapatos usando agua con lavandina. El Bomberito se volvió un aliado imprescindible. Te lavás bien las manos con agua y jabón, después te pasas alcohol en gel y empezás la desinfección de la compra. Verduras, frutas y huevos van a una palangana con agua y lavandina. El video que te mandaron dice dos gotitas, vos le tirás un buen chorro. Para qué mezquinar. Con un trapo embebido en la misma solución limpiás todos los envases antes de meterlos en la heladera. Les das dos manos. La primera es por seguridad, la segunda por las dudas. Lo que abunda no daña. Y ahora ya estás listo para ir a bañarte. ¿Cuántos Feliz Cumpleaños habrá que cantar para una ducha? Vos tarareás dos Para Elisa pero podrían ser cinco Bombón Asesino si no te la sabés.

Te vestís con ropa limpia y ya estás listo para cenar. Adentro de la casa nadie usa calzado. Cuando abrís la heladera caés fulminado por la descarga eléctrica. Qué injusticia, justo vos que te cuidaste tanto. Tu familia tarda un buen rato en enterarse. No saben qué pasó pero lo lógico en estos tiempos es atribuirlo al Coronavirus. De esto no puede enterarse nadie, se juramentan. Hay que evitar la estigmatización a toda costa. Los vecinos podrían echarlos del edificio. Deciden hacer una cremación casera. Por suerte tienen la parrilla en la terraza. Primero pensaron en el horno de barro, pero no pasás por la puerta. Te acomodan no sin dificultad en la parrilla que no es tan grande, debieron haberlo previsto. Encienden el fuego y algunas lágrimas caen por las mejillas de los familiares reunidos en íntima ceremonia. Están haciendo lo que vos les hubieses recomendado. Mientras las llamas arden, toda la familia va a cumplir con el protocolo de desinfección.