“Si hubieran tomado las medidas que corresponden, la propagación ya se hubiera frenado”, señaló Graciela Duarte, vecina del Barrio Mugica --exvilla 31-- que colabora con el Plan Detectar como promotora de salud. “La mayoría de los vecinos no quieren hacerse el hisopado por miedo a tener que ir a los centros de aislamiento o a un hospital, donde el mal trato es terrible”, afirmó Duarte y relató que, esta semana “a una mujer que dio positivo junto a sus dos hijos, la internaron en el Hospital Rivadavia y los dos chicos tuvieron que dormir en el piso”. Según el protocolo previsto para el operativo, una vez que el diagnóstico da positivo la persona es trasladada, según la gravedad del caso, a un centro de aislamiento o a uno de los hospitales de la Ciudad. “Las condiciones son pésimas, sin agua caliente ni papel higiénico, y con la comida que puede llegar a las tres de la tarde o a la una de la mañana”, advirtió Duarte.
“Estas son las consecuencias de no haber tenido un protocolo en el barrio desde el primer día”, señaló Alejandro, vecino del Barrio Mugica que trabaja en el Cesac 47, uno de los centros de salud del barrio, y advirtió que “los centros de salud tienen filas de 8 personas cada mañana, no dan abasto y no tienen los elementos de protección que se necesitan ni el lugar para el distanciamiento”. Respecto de los casos confirmados en el barrio, Alejandro afirmó que “son muchos más de los que dicen, pero no los informan por miedo a que se les salga de control”, y remarcó que, según lo que percibe día a día cuando recorre la villa, “hay mucha información que se nos está ocultando y que no permite un seguimiento desde el área de salud”.
Según informó hoy el Ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, el lunes próximo comenzará el Plan Detectar en la villa 21-24 de Barracas y el barrio Zavaleta, donde hasta ahora son 27 los casos confirmados. “Están llegando tarde algunas cosas: si hubiera habido una política integral desde el día uno en la Ciudad, que tuviera en cuenta los barrios populares, no se tendría que estar acuando ahora sobre el problema”, señaló Mercedes Fossat, referente del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), y parte de la comisión de salud del barrio, y aclaró que “claramente no hubo una estrategia planificada, sabiendo que en las villas la posibilidad de contagio es mucho mayor”.
En el barrio, las organizaciones sociales se encargan de repartir los medicamentos a las personas mayores, se lleva las cajas de alimentos a quienes se encuentran aislados por haber tenido contacto estrecho con casos confirmados, y de concientizar a los vecinos sobre los cuidados y medidas sanitarias. “Particularmente en la 21-24 ya veníamos trabajando en cuestiones de salud por la situación respecto del dengue, pero si nos limitan los recursos, si no destinan presupuesto, las posibilidades nos exceden”, afirmó Fossat y advirtió que “es hora de que los barrios populares seamos al menos por una vez la prioridad”.
Además de un aumento en la cantidad de alimentos para las personas que están cumpliendo el aislamiento total en sus casas, sin percibir ingresos, desde las organizaciones sociales exigen que el Gobierno de la Ciudad garantice las condiciones en los hospitales y centros de salud. “El coronabús, como le dicen al transporte que lleva a los vecinos al hospital, pasa solo tres veces por día y no llega a trasladar a todas las personas por las condiciones de distanciamiento que tiene que cumplir”, explicó Fossat y agregó que “a medida que aumenten los casos, esta situación va a empeorar, por eso estamos exigiendo que el colectivo pase cada dos horas durante todo el día”. Al igual que sucede en el Barrio Mugica, “en la villa hay gente que está con síntomas pero no quiere decir nada porque no sabe a dónde va a tener que ir, además de que en las unidades febriles se los deja esperando, con frío, durante muchas horas”, relató Fossat, y aclaró “también es por el estigma, por la marca que te queda en el barrio si tenés el virus”.
En el Bajo Flores, en la villa 1-11-14 donde ya hay más de 250 casos positivos, este viernes hubo 11 manzanas sin agua. “Traen un tanque pero se acaba, es mucha gente la que necesita. Sin agua no podemos lavarnos las manos, que hoy es lo mínimo que podemos hacer para no contagiarnos”, señaló Nely, vecina del barrio. “Yo todavía tengo agua en mi sector, pero ya estoy juntando en baldes y recipientes porque no sé qué puede pasar mañana”, aclaró. Nely es delegada de uno de los comedores del barrio, que los miércoles y viernes entrega bolsones de alimentos a 150 familias. “Entre nosotras, las del comedor, todos los días nos mandamos mensajes para preguntar si alguna tiene fiebre o algún síntoma. Es una incertidumbre cada día”, relató Nely. “Una compañera nuestra, que está embarazada, está aislada en un hospital hace dos días y no sabemos nada de ella. Se hizo el hisopado pero todavía no tiene los resultados”, señaló Nely y explicó que la mujer había visitado a una amiga en una casa donde, se enteró después, había una persona contagiada. “Estamos haciendo lo posible para tener más precaución, pero no es fácil”, afirmó.
Informe: Lorena Bermejo.