El discurso de los fondos de inversión es que la oferta del Gobierno no es generosa y no alcanza las condiciones para cerrar un acuerdo de reestructuración. Pero los movimientos de los bonistas van a contramano de estas palabras. En lo que va de mayo los títulos soberanos registraron subas de hasta 25 por ciento.
Esta no es la única situación contradictoria que se observa en el mercado financiero. Los bonos llegaron a subir a ritmos de hasta 8 por ciento diario mientras aumentaba la volatilidad del tipo de cambio CCL y MEP. ¿Baja el riesgo país pero el dólar paralelo marca un pico? Se trata de una pista más de la manipulación del mercado.
El próximo viernes vence el plazo para aceptar la oferta. La semana va estar marcada por fuertes especulaciones porque se ponen en juego miles de millones de dólares. Tiene poco sentido apresurarse a adelantar el resultado de la reestructuración pero lo que si vale la pena es marcar la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace en la city.
El acuerdo que propone la Argentina implica para los inversores cobrar tasas de interés de entre 2 y 4 por ciento hasta el vencimiento de los nuevos bonos. Son rendimientos que parecen cada vez más elevados considerando la situación del mundo. Los fondos lo saben.
En los países desarrollados la discusión dejó de ser por cuánto tiempo deben mantenerse cerca del cero por ciento los rendimientos de los bonos. Ahora aumenta la presión para que las bancas centrales convaliden tasas de interés nominales negativas.
Los niveles de incertidumbre sobre la recuperación de las economías centrales para los próximos meses son muy elevados. Al comienzo de la pandemia se pensaba que la recuperación iba a ser en forma de V (es decir un rebote fuerte tras tocar el piso de caída de la actividad). Pero en la medida que pasaron las semanas aumentó el pesimismo.
Esto hace que parte del establishment de los países desarrollados pida tasas negativas para intentar recuperar niveles de demanda agregada pero también para evitar una cadena de defaults entre los Gobiernos, los municipios y las empresas sobreendeudados.
Entre los investigadores más influyentes en temas de macroeconomía y finanzas se destacó la opinión del profesor de Harvard Kenneth Rogoff. Planteó sin reparos que la Reserva Federal debe llevar las tasas a un terreno negativo de -3 por ciento.
Puesto en otras palabras: esta política monetaria implica que el inversor que presta 100 dólares recibe 97 al vencimiento de los títulos. O dicho de otra forma paga por prestar su plata. Es una de las formas de incentivar que el dinero vaya a inversiones productivas con rendimientos mayores al cero por ciento en lugar de destinarse a colocaciones financieras.
Por el momento las autoridades de las principales bancas centrales del mundo aseguran que no avanzarán en esa dirección. No hay dudas de que se trataría del mayor experimento monetario de la historia de la economía moderna.
El titular de la autoridad monetaria de Chicago Charles Evans dijo que la herramienta de tasa negativa no parece una herramienta probable para Estados Unidos y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, pidió apostar por más estímulos fiscales.
Andrew Bailey del Banco Central de Inglaterra también aseguro la semana pasada que por ahora no se está pretende avanzar en el terreno de tasas negativas. Pero en el mercado igualmente apuestan a que terminará ocurriendo. Los mercados de futuros operan con tasas debajo del cero por ciento en los contratos para principio de 2021.
El planteo de los economistas es que las tasas nominales negativas serán necesarias para refinanciar el fuerte desequilibrio de las deudas globales potenciadas por la pandemia. El último informe del Instituto Internacional de Finanzas registra que la emisión de pasivos en lo que va del 2020 ya sumó 14 billones de dólares. La cifra supera ampliamente los 10 billones de todo el 2019. La mayor parte de esta nueva deuda la emitieron los Estados.