Lo deslizó en la última conferencia del domingo: “Esta semana conoceremos dos logros de la ciencia argentina”. Solo restaba destrabar detalles normativos que ya fueron resueltos en uno de los casos. Y este viernes, Alberto Fernández lo presentó en Olivos. Se trata del Neokit-Covid-19, el primer test molecular argentino para identificar SARS-CoV-2, el patógeno que causa el nuevo coronavirus. Fue desarrollado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. César Milstein (Conicet-Fundación Pablo Cassará). Permite un diagnóstico de base molecular más rápido y más barato que el PCR. Aproximadamente en una hora entrega los resultados y hasta la fecha obtuvo el 100% de efectividad en la determinación de positivos y negativos respecto de muestras prestadas por el Instituto Malbrán para validar la tecnología. “Es una muestra más de lo que puede hacer la ciencia argentina cuando se lo propone”, celebró el biólogo del Conicet Adrián Vojnov, responsable del proyecto en una entrevista de PáginaI12.
Según anunció el Gobierno, el kit será utilizado por el sector público en el marco de la estrategia del Ministerio de Salud para el diagnóstico de la covid-19. Los primeros 10.000 tests serán producidos durante los próximos 10 días. Y en el corto plazo se podrían elaborar 100.000 por semana. “Esto nos permite enfrentar el control de la pandemia de otro modo”, se entusiasmó Alberto Fernández al presentar el avance.
¿Qué clase de tests hay disponibles en Argentina? Hasta la fecha había dos modelos para la realización de testeos de SARS CoV-2. Por un lado, los diagnósticos moleculares por tecnología PCR: detectan el material genético del virus, demoran algunas horas en entregar los resultados y son los que, actualmente, se realizan en el Instituto Malbrán y otros laboratorios descentralizados del país. Por otra parte, los serológicos, cuyo ejemplo más reciente lo constituyen los trabajos del equipo del Instituto Leloir comandado por Andrea Gamarnik. Estos identifican anticuerpos, es decir, la reacción inmunológica del organismo frente al virus y pueden emplearse para estudios epidemiológicos de poblaciones.
A estas dos técnicas ahora se suma Neokit-Covid-19 que, por su especificidad, constituye una alternativa sin precedentes. Un nuevo gol de la ciencia y la tecnología domésticas que surge gracias al apoyo del Gobierno a través de la Unidad Covid-19, conformada desde mediados de marzo por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i).
En este diálogo exclusivo con PáginaI12, el biólogo del Conicet y experto en la fabricación de kits, Adrián Vojnov, cuenta los detalles de este dispositivo.
–¿De qué va el método? Utiliza amplificación molecular isotérmica.
–Utiliza la técnica de amplificación molecular isotérmica y su característica más importante es la simplicidad operativa que tiene. Reconoce zonas específicas del genoma viral. En unos tubos de reacción colocamos el ARN purificado del virus. Se cierra el tubo y a diferencia de las PCR que realizan ciclos de procesamiento a diferentes temperaturas, la muestra se procesa a una constante (65 grados), con lo cual simplifica muchísimo el uso de equipamiento. Ya no es necesario disponer de ninguna tecnología demasiado sofisticada. De hecho, para lograr ese calor puede emplearse cualquier tipo de dispositivo, como una estufa, o bien, un baño de agua. Consiste en la generación in vitro de millones de copias de segmentos específicos del genoma viral, en caso de que esté presente.
–¿Cómo advierten su presencia?
–Por el viraje de color obtenido. Es el que indica si el resultado del test es positivo (más azulado) o negativo (más violeta). El test que desarrollamos es tanto o más sensible que la PCR: lo hemos probado al azar en 50 muestras positivas y 35 negativas que nos había enviado el Instituto Malbrán y los resultados que obtuvimos coinciden en un 100%. Estamos muy satisfechos con los resultados logrados, sobre todo, por la velocidad con que conseguimos cumplir con nuestro objetivo.
–Es decir que el producto funciona. Cuando señalaba lo del viraje de color, ¿se refería a la misma función que, por ejemplo, cumplen las tiritas reactivas en otros tests?
–Sí, cumple con una función parecida. Nosotros decidimos reemplazar a las tiritas ya que si se utilizan, necesariamente, debemos abrir el tubo en el que se realiza el experimento y ello podría contaminar el espacio en el que nos encontramos. En contraposición a ello, cada vez que identificamos un positivo o un negativo tiramos el tubo porque es descartable. Así nos evitamos varios problemas relacionados a la bioseguridad del lugar.
–¿En cuánto tiempo se obtiene el resultado?
–Según nuestros cálculos, en una hora o, incluso, en un poco menos. Básicamente es lo que se tarda en colocar unas microgotas de la muestra nasofaríngea en un tubito y aguardar por el procesado. Por otro lado, también esperamos que los costos bajen de manera considerable. En la PCR, la determinación cuesta aproximadamente unos 12 dólares y nosotros podríamos reducir este número. Todavía no podemos decir cuánto costará pero seguro será menos. Este detalle no lo puedo confirmar todavía pero en poco tiempo estaremos en condiciones de ajustar el valor del costo.
–Un aspecto novedoso de la metodología que emplean es que utiliza una estación robotizada, ¿de qué se trata?
–Es una estación denominada Biomek FX, un robot fantástico que llena en menos de 10 minutos 300 tubos con los reactivos. Nos viene muy bien para el fraccionamiento preciso de los insumos (enzimas, polimerasas, etc.) con los cuales trabajamos y nos permitirá garantizar –dependiendo del abastecimiento que tengamos (algunos elementos deben importarse)– la producción de 100 mil determinaciones por semana. Estoy seguro de que podríamos escalar esta muestra siempre y cuando tengamos apoyo económico.
–¿Cómo se financian?
–Al momento contamos con varias fuentes de financiamiento. Están siempre presentes el MinCyT y el Ministerio de la Salud, de la misma manera que contamos con una fuente que proviene de nuestra propia empresa de base tecnológica. Hace algunos años se formó un consorcio público-privado entre el Conicet y el Laboratorio Pablo Cassará y de allí surgió la compañía Neokit SAS. De hecho, el primer resultado que obtuvimos fue el kit de diagnóstico para Chagas.
–El de Chagas tuvo mucha repercusión. Justo en el momento en el que se desató la pandemia en Argentina estaban por validar en Anmat un test para dengue, zika y chikungunya.
–Así es. Estábamos ultimando detalles para otros virus y de repente llegó el Sars Cov-2 e irrumpió con todos los planes habidos y por haber. Aunque ya estábamos en la última etapa con la validación en Anmat y el papeleo decidimos frenar un poco eso y utilizar todo el conocimiento ya acumulado para la nueva situación de coronavirus. Santiago Werbajh –miembro fundamental del equipo– fue clave en la decisión así que de inmediato, a partir de abril, solicitamos los insumos para reconocer el genoma viral del patógeno que causa covid-19 y aquí estamos. En tiempo récord conseguimos resultados. Es una muestra más de lo que puede hacer la ciencia argentina cuando se lo propone.