Nunca antes la ciudad de Rosario había pasado una semana sin colectivos. Desde el establecimiento del sistema de transporte urbano --en sus diferentes variantes con el correr de los años--, con épocas de gran participación de empresas privadas o luego con el salvataje del Estado en momentos de crisis, jamas se había registrado un escenario como el que se está atravesando y cuyo desenlace requerirá un nuevo modelo de sostén del servicio. La pandemia que afecta al planeta y que en la ciudad de Rosario registró su primer contagio tras 20 días sin casos positivos, ha provocado cambios de conductas y costumbres --inicialmente impuestas por razones de prevención sanitaria-- que obligarán a un replanteo global de la movilidad en los grandes centros urbanos, y particularmente del transporte colectivo de pasajeros. Los números hablan por sí solos, y el contexto de estricta cuarentena inicialmente y de distanciamiento social desde hace algunos días, conspira contra la esencia de la sustentabilidad de un sistema que hasta el 20 de marzo se financiaba el 55 % con la recaudación, y el resto con aportes de subsidios de los diferentes Estados: municipal, provincial y nacional. Dos días antes de implantarse el aislamiento social se cancelaron en Rosario alrededor de 450 mil boletos de colectivos. El domingo pasado, día anterior al comienzo del paro, apenas 65 mil.
La razonable disposición de fomentar el "no uso" del transporte público hiere de muerte a un sistema que además fue abandonado por el Estado nacional, que dispone fondos para sostener los colectivos en CABA y el AMBA pero no para más de una docena de ciudades del país, como Rosario, Santa Fe, Córdoba, Resistencia, Jujuy, Bariloche, Paraná, Catamarca, para citar las mas importantes. Así, se quedaron sin transporte por el paro de los trabajadores del sector que no han percibido al día sus salarios completos, solo les pagaron la mitad. La diferencia en el porcentaje de subsidios para CABA y AMBA es notoria, y a eso se suma que las pautas salariales también son diferentes, siendo la de los choferes rosarinos de las más altas.
A este panorama en las ciudades se agrega la paralización también de los servicios interurbanos --autorizados-- en el territorio provincial, y una suerte de pasividad de las autoridades por la "funcionalidad" de la protesta a la estrategia de evitar uno de los factores más comprometedores a la hora del contagio, como es el transporte público. Otro elemento que en algún punto debilita la estrategia sindical en Rosario es que la UTA a nivel nacional mirá para otro lado. Una de las razones es que la ciudad de Buenos Aires y el área metropolitana tienen funcionando sus unidades, paradójicamente, en la zona de mayor contagio del país.
"Si no circulan los colectivos, circula menos el virus", se consuela un funcionario que trata de ver "el lado positivo" de la situación.
Un reciente informe de la CETUP (la cámara que agrupa a los empresarios del transporte de Rosario) ratifica la proyección oficial que hace el área de Transporte de la Municipalidad y cuantifica las pérdidas en más de 400 millones de pesos: 250 millones en abril y 150 en lo que va de mayo, sin posibilidad de avizorar cuándo se retomaría el servicio. Para colmo, las empresas de transporte han quedado excluidas de los planes REPRO, y deberán tributar el 10,55 de IVA.
Desde el gobierno de Omar Perotti --que aportó una cifra cercana a los 50 millones de pesos para sostener el sistema en abril-- se reconoce que hay asimetrías notorias entre los aportes para AMBA y CABA y las ciudades santafesinas y a la vez remarcan que también en Rosario la situación se complica por la diferencia salarial de los choferes en relación a sus colegas de la capital provincial. Sin embargo, han mostrado disposición de acompañar en los reclamos a los Intendentes y no descartan que haya una suerte de "nacionalización" del transporte teniendo en cuenta que ya no se volverá al esquema pre-pandemia y que la "nueva normalidad" exigirá una reformulación del servicio en horarios y frecuencia. Ese nuevo esquema también impactará en el número de choferes, que al día de hoy son 1800. Nadie imagina volver al medio millón de viajes diarios ni siquiera en la primavera cuando se presume se alcancen los nuevos estándares.
Hay por tanto dos situaciones concurrentes: una urgente, que es el reestablecimiento del servicio a partir del pago del salario de los trabajadores, y otra de fondo, que supone reestructurar el esquema de subsidios y allí es la Nación la que debe hacerse notar. Hasta ahora, las gestiones de los intendentes, que hablan entre sí mas allá de las pertenencias partidarias, no han tenido resultados favorables. Pablo Javkin se comunica permanentemente con su colega de Santa Fe Emilio Jatón, lo ha hecho también con el intendente de Córdoba Martín Llarryora y cruzan informaciones. También lo hacen con los gobernadores, quienes saben que en Jefatura de Gabinete está "bloqueado" el proyecto que remitió el Ministro de Transporte Mario Meoni con un esquema de subsidios modificado. No fue Santiago Cafiero, sino la vicejefa Cecilia Todesca la que intervino para reorientar hacia las provincias el aporte que debe realizarse con adelantos del tesoro nacional (ATN), y que los mandatarios de provinciales consideran insuficientes.
Mañana tampoco habrá colectivos, y es poco probable que funcionen hasta el miércoles, cuando se reunirán la partes. "Si no circulan los colectivos, circula menos el virus", se consuela un funcionario que trata de ver "el lado positivo" de la situación. En rigor, si se tomara la decisión sanitaria de no hacerlos correr, y se pagaran los sueldos, esa aseveración tendría algún sentido. Mientras tanto, hay casi 2000 familias que están en vilo, y muchos mas rosarinos que cumplen con el distanciamiento social, que tienen que ir a trabajar y que no disponen de otro medio que no sea el colectivo. En lo inmediato, es lo que hay que solucionar, y a partir de eso empezar a pensar en la movilidad para los tiempos por venir. Ya nada será igual, y las soluciones deberán ser innovadoras. El futuro no es lo que era, y al que no entienda eso, la historia le pasará por encima.