El antropólogo y asesor presidencial Alejandro Grimson está a cargo del programa Argentina Futura, una iniciativa que busca pensar el país con planes de mediano y largo plazo. Cuestiones como el trabajo, la producción y las desigualdades, para las décadas que vienen. Pero, a poco de andar, se topó con la pandemia que puso todo patas para arriba y decidió editar un libro con la opinión de 30 intelectuales de diversas procedencias "El futuro después del Covid-19", para comenzar a pensar lo que sucederá luego de la "bomba", tal como él define en el prólogo a la emergencia sanitaria.
--Hay ejes que se repiten en los textos: el rol del Estado, la permanencia o no del capitalismo como lo conocemos. ¿Cuál es su conclusión?
--Hay uno de los autores que señala que cuando empezó esto varios intelectuales intentaron aplicar sus modelos ya prefijados para decir que se habían confirmado sus teorías. Eso tiene dos problemas. El primero, cualquier construcción teórica tiene que readecuarse en función de realidades nuevas, sino es pensar que una teoría sirve para todas las ocasiones. Segundo, ocurrió que los primeros debates se dieron en los países que sufrieron más tempranamente la pandemia y no había una compilación de autores desde el sur que pensaran estos problemas. Hay varios temas que atraviesan los trabajos, efectivamente, el Estado, la comunidad, los cuidados.
--¿Y efectivamente sobrevendrán cambios?
--Leyendo transversalmente lo que está escrito en el libro queda claro que existe la oportunidad de construir un acuerdo lo más amplio posible, no unánime, para sentar bases elementales de un país centrado en las personas, en la producción, en una mayor igualdad, una mayor igualdad de género, una democracia vibrante.
--Cuando ocurrió la crisis financiera de 2008 y surgieron varios movimientos de indignados en el mundo también se pensó que las cosas cambiarían y luego resultó que siguió todo más o menos igual. ¿En esta ocasión ocurrirá?
--No hay que confundir deseos con realidades, lo que sí hay que tener convicciones y trabajar para construir el futuro, que no está garantizado. Va a estar en disputa, va a haber narrativas distintas para explicar lo que está sucediendo. También pueden haber procesos de fortalecimiento de movimientos que ya habían empezado, como los de ultraderecha que en los últimos años aparecieron en varios países.
--¿Le parece que una posibilidad es que de la pandemia salga fortalecida la ultraderecha?
--No lo sé, hay que ver la dinámica de las crisis. Al mismo tiempo, toda crisis es dramática y es una oportunidad. Nosotros tenemos que reconstruirla como una oportunidad para pensar qué tipo de Argentina vamos a construir en los próximos años. Hay cosas que quedaron demostradas en la pandemia, con los datos y con la evidencia.
--¿Por ejemplo?
--Si tenés un Estado y una salud pública débil, un país librado a los flujos del capital financiero internacional, si te orientás exclusivamente de acuerdo a los deseos de los países centrales, no solamente vas a generar más exclusión sino que vas a tener un país que no va a estar preparado para este tipo de situaciones que, de distintas formas, puede que se repitan en el futuro.
--Aquí sucedió que cuando se dictó la cuarentena obligatoria todo el mundo se mostró de acuerdo, pero después comenzaron a aparecer sectores -políticos, empresarios y mediáticos- que comenzaron a criticar y mostrar diferencias. ¿Por qué cree que sucedió?
--Lo que dice el Presidente es cierto. Hay como dos dinámicas: lo que están a cargo de una gestión están trabajando con el Gobierno en tratar de resolver la cuestión sanitaria. Eso tuvo un impacto político muy claro, que fue que llevó el apoyo a la cuarentena y al Presidente a números elevadísimos. Y eso evidentemente genera una respuesta por parte de sectores que quieren ir erosionándolo. Con el pequeño detalle que estamos viviendo realmente una situación sanitaria muy compleja. Una cosa es el debate democrático amplio y plural y otra actuar de manera con pocas precauciones respecto a las consecuencias que ciertas declaraciones pueden tener.
--¿Fueron las encuestas las que determinaron que se terminara la comunidad y el apoyo a la cuarentena?
--Yo no digo que se terminó la comunidad. Los últimos anuncios se hicieron de manera conjunta, también hay varios operativos donde se trabaja de manera conjunta. El virus no distingue, así que quienes tienen responsabilidad de gobierno están trabajando para enfrentarlo más allá de las diferencias. Fueron otras voces las que se alzaron. No sólo para socavar el apoyo al Presidente sino también el apoyo a dirigentes de otras fuerzas que están acompañando el mismo proceso.
--La puja se vio muy fuerte en todo lo que se generó alrededor de las domiciliarias a los presos.
--Sí, ahí hubo una campaña mediática que buscó confudir respecto a los roles institucionales. Es una lógica de acusar al presidente de todo lo que suceda en el país cuando hay distintos niveles de responsabilidades.
--El lema del gobierno es "Argentina Unida" y el Presidente impulsa un discurso antigrieta y suele atender a los medio más críticos. Sin embargo, da la sensación que esa grieta persiste.
--Veo otra cosa. No veo una Argentina dividida como la hubo en otros momentos, que estaba dividida casi mitad y mitad. Hay una Argentina unida pero no es una Argentina uniforme, es una convivencia en la diferencia. Sólo son algunos referentes de la oposición que asumen otra actitud. Vale la pena destacar que en los países donde esto empezó más temprano, los dirigentes que mayor reconocimiento obtuvieron de la ciudadanía son los que no intentaron capitalizar políticamente una situación tan dramática.
--¿No hay cierta ingenuidad a veces en el Gobierno de pensar que si se atiende a todos y se trata bien a todos la grieta va a terminar? Hay sectores, que exceden a un partido político, que parece que no quieren saber nada con la consolidación de un gobierno que no responda a sus intereses.
--No hay ninguna ingenuidad. Lo que hay es una decisión de avanzar en un camino que implica toda la cuestión sanitaria y, por el otro, todo lo económico y social, a partir de las convicciones que se vinieron planteando desde la campaña electoral. El Gobierno está decidido a avanzar con el programa por el que fue electo, con la nueva realidad que le ha tocado, y eso implica no pensar la política a partir de una iniciativa propia debido a la conflictividad sino que, en todo caso, si hay situaciones de conflictividad que quede claro quiénes son los que lo están promoviendo.