Los 950 residentes argentinos con cuentas en el exterior no declaradas en el país ya han sido notificados por la Afip sobre esta "omisión" en sus declaraciones juradas. Se trata de cuentas con saldos, al año 2017, superiores al millón de dólares. Varias de ellas con sumas que superan los 20 millones, y en su conjunto acumulan 2600 millones de dólares fugados y no declarados. Se trata, en todos los casos, de cuentas radicadas en el Uruguay, origen elegido por el organismo recaudador para iniciar las fiscalizaciones sobre un cúmulo de información recibido de la OCDE en 2018, pero que bajo el gobierno anterior no había merecido mayor atención. Esta base de datos abarca a más de 300 mil cuentas de argentinos en el exterior. El informe de Mercado de Cambios, Deuda y Formación de Activos Externos 2015-2019 del Banco Central, publicado esta semana, permitió conocer los mecanismos y la magnitud sin precedentes que alcanzo la fuga de dólares bajo la gestión de Cambiemos. En ese período se fueron en valores netos del país más de 86 mil millones de dólares, concentrados en su mayoría en no más de 852 empresas y un puñado de personas humanas con fuertes compras en el mercado de divisas. El informe del Central no avanza sobre el destino de esos fondos, pero este costado se complementa con el trabajo de la Afip con información del exterior y el cruzamiento que pueda hacer de estas compras con las declaraciones juradas de esas empresas y ciudadanos.
Cuando se haga la selección para una segunda etapa de la fiscalización que lleva a cabo la Afip, se descuenta que la prioridad estará puesta en los países que son destino habitual de las divisas que fugan de Argentina: detrás de Uruguay, se alinean Estados Unidos, Panamá y Suiza. De ese total de trescientas mil cuentas, habrá muchas que han sido declaradas, lo cual se determinará al hacer la fiscalización, pero se estima que muchas otras estarán en situación irregular, como fue el caso de las 950 detectadas en Uruguay. Entre éstas, se verificó que una tercera parte, aproximadamente, eran cuentas de contribuyentes que no las habían declarado entre sus activos en el exterior. Otro tercio era de contribuyentes de Bienes Personales que no declaraban tener ningún activo en el exterior. El tercio restante, ni siquiera declaraba tener bienes como para alcanzar el umbral de Bienes Personales.
Tanto la información recabada y bajo fiscalización de la Afip como la que vuelca en su informe el Banco Central, expone la elevada dimensión del fenómeno de la fuga de divisas en Argentina, un problema histórico pero que alcanzó niveles sin precedentes en los años de macrismo. Los datos que remite la OCDE como parte del acuerdo de intercambio de información entre organismos fiscalizadores firmado en 2016, llegaron a la Afip en 2018. Están referidos a los períodos fiscales 2016 y 2017. Se estima que, sobre esa información, apenas se fiscalizaron unas 500 cuentas durante el gobierno anterior, de lo cual resultó la determinación de una pretensión fiscal (impuestos reclamados) por unos 5 millones de dólares.
La fiscalización actual, en base a la misma información con la que contaba ya la gestión de Afip durante el gobierno de Macri, sólo en el caso de las cuentas de Uruguay derivaría en una pretensión fiscal superior a los 100 millones de dólares por cada año de Bienes Personales. Fuentes judiciales indicaron que este incumplimiento de sus funciones podría acarrear serias responsabilidades a las anteriores autoridades. En fuentes cercanas a la actual conducción de la Afip, expresaron en tanto que existe "disgusto y preocupación" de las autoridades no sólo por la omisión de fiscalización, sino además por un presunto "manejo inadecuado de la información". Esto es, cierto incumplimiento en los procedimientos de la cadena de custodia de dicha información.
Informe de Fuga
En su discurso ante la Asamblea Legislativa, en la inuauguración de las Sesiones Ordinarias del actual período, el presidente Alberto Fernández había hecho mención de la fuga de los dólares que debieron haber financiado el desarrollo productivo. "Es la especulación más dañina que puede enfrentar una sociedad: endeudarse sólo para beneficio de especuladores y prestamistas".
El informe del Banco Central describe que entre diciembre de 2015 y el primer trimestre de 2018, el ingreso de divisas por deuda pública, privada y capitales especulativos de corto plazo sumó 100 mil millones de dólares. Luego, cuando se cerró el mercado de crédito para Argentina, llegaron el acuerdo y los desembolsos del Fondo Monetario Internacional por 44 mil millones de dólares, de la mano de un plan de estabilización que resultó en una desestabilización total: recesión, inflación, megadevaluación y un default de hecho en los últimos meses del gobierno de Macri.
¿Cuál fue el destino de estos recursos que endeudaron al país? El informe del Banco Central lo resume de la siguiente manera: la formación de activos externos (coloquialmente llamado fuga de divisas) superó los 86 mil millones de dólares a lo largo del gobierno de Cambiemos, incluso acelerándose a partir del acuerdo con el FMI. En efecto, en los primeros dos años y medio, la fuga neta de divisas por parte de residentes argentinos ascendió a 41.100 millones de dólares, pero en el último año y medio (mayo de 2018 a octubre de 2019 inclusive) sumó otros 45.100 millones.
Si bien la fuga "neta" supera los 86 mil millones de dólares, la formación de activos en el exterior de residentes argentinos es mayor, trepando a 129.376 millones en esos cuatro años. La primera cifra está "neteada" entre residentes que fugan y otros que se endeudan con el exterior ("ingresan" activos, los créditos externos), de allí la diferencia estadística. La otra cifra, los casi 130 mil millones, describe la conducta de una cúpula empresaria y de familias millonarias que generaron una enorme oleada de salidas de dólares en estos años. Algunas estimaciones indican que hoy, los activos externos de residentes argentinos podrían alcanzar a los 500 mil millones de dólares, lo que no es para nada inconsistente con las cifras informadas por el Banco Central. Un 25% habría salido en tan sólo los últimos cuatro años, y con cifras que no llegan a mostrar en toda su globalidad el fenómeno de la fuga de divisas (ver aparte).
La rueda de la fortuna
El informe da cuenta de que el uno por ciento de las empresas que compraron divisas en el mercado de cambios adquirió 41.124 millones de dólares. El uno por ciento de las personas humanas adquirentes, acumularon en los cuatro años operaciones por 16.200 millones de dólares. Es decir que el uno por ciento de cada segmento, sumados, representan el 66 por ciento (las dos terceras partes) de la fuga. Pero hay cifras más elocuentes de la fuerte concentración del fenómeno de la fuga de divisas.
El cuadro de empresas compradoras de divisas muestra incluso fuertes diferencias entre las 852 personas jurídicas que componen ese uno por ciento. La empresa que más compró acumuló en esas transacciones 1248,2 millones de dólares. Las primeras diez acumulan 7945 millones de dólares, mientras que las primeras 200, 30.352 millones, el 54,5 por ciento del total comprado por las 85.279 empresas adquirentes de dólares en el período. Está claro que las autoridades tienen la referencia en quién centrarse para analizar las motivaciones y, sobre todo, el destino de la fuga.
Otro tanto sucede con las personas humanas. Son casi 7 millones las que compraron dólares, por un total de 73.640 millones. Pero el uno por ciento, 70 mil, compró el 22% del total. Y sólo un individuo, compró 40,5 millones de dólares. Entre los diez primeros sumaron compras por 217 millones, y entre los primeras 200 personas en el ranking de compradores de dólares, acumulan una dolarización neta de activos de 1159 millones, a un promedio de casi 6 millones por cabeza. Si preocupa la fuga, será importante encontrar instrumentos para que no se repita.