Después de diez años largos de trabajo, estudio, críticas, militancia y pedidos, la ciudad correntina de Goya finalmente tiene un casco histórico protegido. El decreto 472 que acaban de firmar el presidente Alberto Fernández, su jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Cultura Tristán Bauer pone a Goya en el selecto club de Areas Urbanas Históricas Nacionales, junto a joyas argentinas como Purmamarca, Camarones y Cachi. La iniciativa de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes Históricos que preside Teresa de Anchorena es ahora el instrumento para conservar, restaurar y darle nueva vida a un lugar de valores muy especial.
Goya tiene una historia muy particular en el comienzo de nuestra vida patria y en tiempos de la Confederación, que se refleja en su notable casco histórico. Este puerto sobre el Paraná, en el suroeste correntino, arrancó espontáneamente en el siglo 18 y prendió bien. Para los tiempos de la Liga de los Pueblos Libres ya era sede de la escuadra fluvial artiguista, y siguió siendo un puerto comercial de primera en los años federales, punto de exportación de cueros y cereales, y receptor de inmigrantes europeos. Tantos, que Goya tenía su propio Hotel de Inmigrantes, que no eran tantos fuera de la Capital.
El puerto prosperó como un emporio entre Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina, lo que explica la red de caminos que van y vienen desde la ciudad al interior y el exterior. La arquitectura del lugar reflejó esta prosperidad, con lo que Goya exhibe todavía caserones de buena arquitectura y mejor materialidad, en ese estilo tan nuestro del criollo italianizado. Estaba el patio y la galería mediterránea, en esa manera seca de nuestra latitud, con la impronta y el ornato italiano. También abundan los miradores vidriados y las iglesias a todo trapo.
Goya se fue equipando de edificios públicos de primera agua, como el Teatro Solari, el más antiguo que nos queda en estas tierras. También hay que ver la catedral y el hospital San Juan de Dios, del arquitecto Francesco Pinaroli, el Normal, el Club Social, y la sociedad italiana. Un buen lugar para arrancar es la plaza Mitre, todavía rodeada de edificios con historia. El puerto sobre el Paraná es, literalmente, un conjunto único en este país.
Pero como en todas ciudades argentinas, el patrimonio de Goya quedó bajo fuego de los especuladores, de la esperanza de ser modernos y de la necesidad de generar trabajo. Como los centros históricos, pese a las calumnias, todavía son los lugares urbanos más deseados, la pulsión era demolerlos y reemplazarlos por edificios en altura. Muchos vecinos alarmados se pusieron a tratar de frenar este avance, en particular desde la ONG Proyecto Goya. El proyecto de salvar la bella ciudad hasta llegó a tener media sanción del Senado cuando ganó el apoyo de la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Finalmente fue el presidente Fernández el que destrabó la situación. En su visita a España, justo antes de la pandemia, Fernández le dio un reportaje al periodista Indalecio Alvarez, referente de Proyecto Goya. Terminaron hablando del tema, del proyecto frustrado, de la media sanción, y el presidente tomó el tema. De vuelta, el proyecto se lo pusieron al hombro el ministro Bauer y la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra, con el resultado del decreto 472.
Lo que se crea materialmente es un área de 22 manzanas, incluyendo dos plazas y los frentes sobre las calles que definen el perímetro. Alrededor de esta Area Urbana, hay a partir de ahora un Area de Amortiguación Visual que la rodea, un cinturón de otras dos manzanas de ancho. Ambos conjuntos toman 77 manzanas y custodian los principales edificios de Goya, además de algo que es su enorme encanto, cuadras intactas de edificios todos de época, todos amigos y buenos vecinos.
Justo antes de que todos quedemos en cuarentena, con la decisión tomada, la presidenta de la Comisión Nacional fue a Goya junto a las arquitectas Laura Weber y Valeria González. Esto es el comienzo de la segunda etapa de la preservación de Goya, como de cualquier otro tejido urbano histórico. Cuidar el patrimonio es algo que tienen que tomar las autoridades locales, generando ordenanzas e iniciativas puntuales para que las cosas buenas sucedan y las cosas malas se frenen. La Comisión Nacional tiene el poder de contralor de lo que suceda en ambas Areas custodiadas, pero también tiene experiencia en generar sinergias entre ministerios para que pasen cosas buenas, con aporte de privados.
Una primera buena señal fue que en Goya les hablaron de crear espacios nuevos para que la ciudad crezca, incluso de generar una “nueva ciudad” como están haciendo en Rosario. Esto de quitar el eje de crecimiento de la construcción del centro viejo, del casco histórico, es la clave para que el patrimonio genere lo suyo, como el turismo, y lo inmobiliario deje de ser especulativo y genere empleo y actividad. La Comisión, explica Anchorena, "está trabajando con los perfiles del área protegida para hacer recomendaciones en cuanto a alturas, fachadas, paleta de colores, cartelería, veredas, arbolado y otros elementos del espacio público. Además vamos a proponer una serie de edificios para que sean protegidos a nivel local".