El sector agropecuario es prácticamente una isla en medio de la desarticulación de las cadenas de producción a causa de las medidas de restricción sanitaria para contener la pandemia del coronavirus. Esto no implica que en el agro se produzca igual que a principios de año. "Hay una habitualidad, pero no una normalidad", cuenta Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires. El funcionario considera que "la oportunidad para el agro está dada por el cambio de política, desde el modelo de la financiarización a la prioridad sobre la producción" y asegura que la suba de los precios en frutas, verduras y hortalizas no se explica por mayores precios de producción sino que se vincula al segmento de distribución y comercialización. También considera que el ritmo de liquidación de divisas es bueno, a pesar de la fuerte tensión cambiaria por el aumento de la brecha entre el dólar oficial y los paralelos.
-¿Cómo se desenvolvió el agro durante la cuarentena?
-El sector fue exceptuado desde el inicio y se logró mantener la actividad. Incluso algunos datos de movimiento de ganado vacuno señala que hubo crecimiento. Más allá de algunos casos puntuales, que los hubo, la actividad se viene desempeñando con habitualidad. También el comercio exterior también viene desempeñándose con las mismas condiciones. En cuanto a los granos, la diferencia en la venta no tiene que ver con el coronavirus sino con lo que pasó el año pasado, cuando hubo movimiento muy fuerte de ventas de exportación –en anticipo a la suba de retenciones--, con lo cual el volumen de la campaña se movió y en los meses subsiguientes fue menor. Se desarrollaron protocolos en cosecha, carga y descarga de granos, feria de hacienda, transporte de ganado y para la industrialización, entre otros.
-¿La pandemia ofrece una oportunidad para la producción de alimentos?
-Creo que la oportunidad está dada por el cambio de política para el sector agropecuario. El modelo de los cuatro años previos fue inconveniente para la enorme mayoría de los productores agropecuarios, tendió a la financiarización y dio ventajas a sectores puntuales asociados a la exportación. Eso repercutió en el cierre de más de 500 tambos, 4 mil productores porcinos abandonaron la actividad y la mayoría de productores medianos y pequeños se vieron afectados a través de las tasas de interés prohibitivas. Hace seis meses, las tasas de interés para la ganadería rondaban el 90 por ciento anual en el Banco Provincia. Ningún proyecto productivo razonable permite obtener un crédito por esa tasa. Ahora las tasas están en torno al 30/32 por ciento, lo cual abre posibilidades para la inversión. Además, el esquema hacía que aquel que tenía algún recurso adicional lo volcaba al sistema financiero y no a la producción. Un ejemplo claro se da en la lechería. Se habla de que entre 2008 y 2019 la lechería estuvo estancada, pero en realidad la producción de leche entre 2008 y 2015 creció un 13 por ciento y que desde 2015 a 2019 cayó en similar proporción.
-¿Cómo explica que en carnes haya mejorado la inserción exportadora?
-Se venía dando un crecimiento muy fuerte de carne aviar y porcina hasta 2015. Luego, en aviar se estancó por completo y en porcina se redujo. Efectivamente, hubo mayor vuelco hacia producción de carne bovina, lo cual estuvo asociado a la exportación a China. Vale recordar que en 2011 se abrió el mercado chino y las exportaciones fueron creciendo desde aquel momento. También hay buenas perspectivas para la exportación de carne porcina a China.
-¿Ven con preocupación el aumento de la brecha cambiaria, que incentiva la compra de divisas al tipo de cambio oficial y desincentiva la venta?
-La brecha genera alguna mayor incertidumbre sobre el precio futuro del dólar. De todas maneras, lo que vemos es que sigue habiendo buen nivel de comercialización.
-¿Por qué subieron tan fuertemente los precios de algunas frutas, verduras y hortalizas en el contexto de congelamiento general de los precios?
-En nuestro monitoreo de los precios mayoristas no se observan esos aumentos tan significativos. Esto quiere decir que una parte importante de esas subas están explicadas por la parte de la cadena posterior a la producción.
-¿El ruido en materia de negociación comercial en el Mercosur puede afectar las exportaciones a Brasil?
-Más allá de lo que pueda pasar a nivel diplomático, en términos comerciales la relación sigue siendo muy buena y estrecha. Seguimos desarrollando gestiones con Brasil, porque es un mercado importante para el trigo. Para este año esperamos un aumento de la superficie cultivada de trigo y posiblemente un aumento de las exportaciones. Vemos que hay posibilidades de colocar el producto argentino, no solo con Brasil sino con otros países como México, Túnez y Egipto.
-¿Qué rol le asignan a la agricultura familiar?
-Nuestra mirada es que las políticas del Ministerio tienen que ser diferenciadas hacia producciones y hacia escalas de producción. Por ejemplo, la agricultura familiar en general no accede al crédito bancario, por dificultades en las garantías, porque arriendan y tienen contrato temporal. Entonces tiene que haber otros canales, como financiamiento no bancario. Otra línea de trabajo que tenemos es el fortalecimiento técnico de la producción, que consiste en afianzar los canales de comercialización y brindar una alternativa productiva que es la agroecología. Creemos que la agroecología permitiría a estos agricultores diferenciarse y mejorar la comercialización. Estamos haciendo capacitaciones con la idea de apuntar a un sello colectivo.