Ramona Medina tenía 42 años y durante toda su vida fue vecina del Barrio Padre Carlos Mugica. Aunque su voz se hizo pública este año al reclamar por la falta de suministro de agua en pleno crecimiento de los contagios de covid-19 dentro del barrio, Ramona se encargaba de coordinar el área de Salud de la Casa de las Mujeres y Disidencias del Carlos Mugica, y desde el año 2018 se encontraba en conflicto con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires tras la promesa trunca de "relocalizar" su vivienda. Tenía además varios años de militancia en la organización barrial La Poderosa.
Cuando en agosto de 2016 el gobierno porteño inició el "Plan de Integración Urbana y Social del Barrio 31", la casa 79 de la manzana 35, donde Ramona vivía con su familia, quedó comprendida entre las viviendas del barrio a "relocalizar". La mudanza estaba pautada para el año 2018, pero esto nunca sucedió, lo que obligó a la militante a intensificar los reclamos ante el gobierno de la Ciudad. Casi cuatro años después de iniciado el Plan, a dos años de frustrada la mudanza, la voz de Ramona se hizo al fin pública cuando denunció que en la misma casa 79, habitada por ocho personas, cinco de ellos pacientes de riesgo, no llegaba el suministro de agua.
Además del programa de relocalización de viviendas, el Plan preveía el mejoramiento de las redes de servicios esenciales dentro del barrio. En el documento titulado "Marco de política de reasentamiento", difundido por el gobierno porteño en octubre de 2016, se explicaban los pasos a seguir: “se instalarán conductos secundarios vinculados a la distribución de agua potable, efluentes cloacales y pluviales”, detallaba el documento, que exponía el objetivo de "alcanzar el 100 por ciento de la infraestructura básica de los servicios".
A pesar de esto, el 3 de mayo de este año y en plena pandemia de covid-19, Ramona debió grabar un video para visibilizar al fin la situación de buena parte del Barrio Mugica, que se encontraba sin suministro del servicio básico de agua potable. En el video difundido a través de las redes sociales de La Garganta Poderosa la comunicadora denunciaba que "llevamos ocho días sin agua y nos piden que nos higienicemos. ¿Cómo pretenden que cumplamos todas las medidas de prevención e higiene en estas condiciones? Ya no sé de qué forma pedirle a la Secretaría de Integración Social y Urbana una solución para esta situación".
En la casa 79, sin servicio de agua, la mujer convivía con otras siete personas, cinco de las cuales se encontraban dentro de los grupos de riesgo de contagio de covid-19. La propia Ramona era insulinodependiente, lo que terminó por agravar su situación, mientras que una de sus hijas padece los síndromes de West y Aicardi, patología por la cual se encuentra en silla de ruedas además de sufrir periódicas convulsiones refractarias.
"Junto a ellas, también ahí, estaban viviendo su pareja, otra hija, su cuñada de 62 años, su cuñado de 68, su sobrino con problemas cardíacos y su sobrina diabética", había informado La Poderosa el pasado 12 de mayo, luego de confirmarse que Ramona había ingresado en cuidados intensivos tras contagiarse el coronavirus. Después de haber permanecido 55 días juntos y en aislamiento, la familia de Ramona se encuentra "íntegramente internada", según confirmó la organización en un comunicado publicado este domingo.
Tras confirmarse el fallecimiento de su compañera de militancia, el referente de la organización Ignacio Levy describió a Ramona como "una compañeraza, una activista de fierro, vecina del barrio de toda la vida". La militante trabajaba junto a su pareja como gestora de trámites para personas discapacitadas dentro del barrio y se encargaba de coordinar sus traslados hacia escuelas y centros de salud. Tanto ella como su compañero eran un caso más de los tantos empleados precarizados del país: La Poderosa los definía como "laburantes monotributistas".
En la actualidad, la principal actividad militante de Ramona estaba centrada en su rol como coordinadora de Salud de la Casa de las Mujeres y Disidencias del Barrio Mugica, dependiente de La Poderosa, donde se realizan diversos talleres y actividades. Su trabajo en el área de Salud la llevó a conocer de primera mano las dificultades específicas que podía llegar a acarrear el ingreso de la covid-19 a un barrio sin acceso al agua potable: "Nos piden que no salgamos a la calle, pero cómo pretenden que no salgamos si tenemos que ir todos los días a comprar agua o si tenemos que esperar que un compañero nos la traiga", denunciaba la militante en el video publicado el pasado tres de mayo.
El día anterior, el vicejefe de gobierno porteño Diego Santilli había asegurado en declaraciones televisivas que "la situación del barrio 31” estaba “controlada". Según relatan desde La Poderosa, fue en ese mismo momento que Ramona decidió tomar su celular y grabar el video para responderle directamente al funcionario: "Lo invito a mi casa. Que se quede un día y vea el terror, la desesperación de no tener agua y el miedo a contagiarse. Nos están diciendo 'lávense las manos' todo el tiempo. ¿Con qué lo hacemos? Que este señor venga a mi casa y me diga cómo hago para mantener la higiene".
Informe: Santiago Brunetto