La muerte de dos referentes del Barrio Padre Mugica (exVilla 31), entre el sábado y el domingo, elevaron la indignación y el reclamo de los habitantes del barrio de Retiro a lo que denuncian como total ausencia del Gobierno porteño acentuada ahora por los efectos de la pandemia. Víctor Giracoy, referente de más de 25 años en el comedor "Estrella de Belén", que falleció este sábado, y ayer Ramona Medina, la mujer cuya voz e imagen fueron conocidas públicamente cuando subió a las redes un video que se viralizó, en el que reclamaba por la falta de agua en el barrio, fueron las pérdidas que llevaron la tensión al límite.
“Para nosotros esto es el límite, la gota que hace rebalsar el vaso”, señaló a Página/12 Silvana Olivera, integrante del Comité de Crisis del Barrio Mugica. Al igual que lo hacía Ramona, el Comité viene exigiendo respuestas al gobierno porteño por las malas condiciones habitacionales y alimenticias dentro de la villa. "Larreta va a tener que cargar con esta muerte", advirtió Olivera. Este lunes al mediodía, los vecinos, vecinas y organizaciones sociales que conforman el Comité de Crisis darán una conferencia de prensa para reclamar a las autoridades que declaren la emergencia sanitaria en el barrio.
“Ramona murió luchando”, afirmó Sonia Lozano, vecina del sector Bajo Autopista, y relató que “ella siempre escuchaba a los vecinos, hacía recomendaciones, era una persona excelente”. Sonia la veía a Ramona cada vez que salía a trabajar por la mañana, y también cuando volvía, por la tarde. “Estoy muy enojada, muy dolida, y días como hoy no me dan las fuerzas para seguir luchando. Pienso en personas como ella, que se van sin obtener ni siquiera una casa digna, porque eso era lo único, lo mínimo que pedía”, señaló la mujer, que vive en la manzana 34 del Barrio Mugica.
“Como vecinos la situación nos supera, no podemos más”, advirtió David Lugones, parte del Comité de Crisis y vecino del barrio. “En plena pandemia que nos dejen sin agua es inhumano y roza el genocidio”, señaló Lugones y agregó que, cuando se confirmó el primer caso positivo en el barrio, “dijimos que la situación iba a desbarrancar y nunca nos escucharon”. Lugones ayuda a su madre a administrar uno de los 63 comedores que siguieron funcionando durante la cuarentena, de los cuales 42 no reciben alimentos de parte del Gobierno de la Ciudad. “La alimentación y el agua eran las dos cosas básicas que tenían que garantizar, ¿cómo vamos a pretender ahora que controlen una curva de contagios y muertes que no deja de crecer?”, se preguntó Lugones y relató que los vecinos, tal como hacía Ramona, “salimos a cubrir las necesidades del barrio y ponemos en juego nuestra propia salud”.
Ramona Medina era referente y comunicadora de la agrupación La Poderosa en el Barrio Mugica. Vendía pan casero y otros productos de panadería que cocinaba en su casa, donde vivía junto a sus hijos y su marido. “Cuando ella reclamó porque no tenía agua, los funcionarios del Gobierno de la Ciudad decían que ya estaba todo arreglado. Me pregunto qué van a decir ahora que Ramona está muerta, con qué van a mentir”, señaló Graciela Duarte, vecina del barrio y promotora de salud, desde una habitación del Hospital Muñiz, donde está internada desde el sábado a la tarde luego de que su hijo manifestara síntomas sospechosos de coronavirus. “El miércoles había pasado por la casa de Ramona porque siempre le compraba pan, que a mi hijo le gusta porque nos lo daba recién salido del horno”, relató Duarte y agregó: “ahora estoy viviendo en carne propia todo eso que vivió ella, y también lo que antes veía en videos, en redes sociales. Es cierto el maltrato, la discriminación que sufrimos”. Sin papel higiénico ni una manta para cubrirse, Duarte y su hijo pasaron la noche sin comer nada. “Cuando me llevaron para la tomografía me desmayé, estaba débil y nerviosa. Así me la imagino a ella, pasando por esta situación. Y lo más triste es que no tienen voluntad de cambiar las cosas”, señaló Duarte.
El reclamo de Ramona
Pasaron 27 días desde el primer caso positivo de coronavirus en el Barrio Mugica, el primero registrado en los barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires. Desde ese mismo día, vecinos y vecinas de la villa, donde viven más de 40 mil habitantes, denunciaron la irregularidad en el servicio de agua potable y saneamiento, una herramienta básica para prevenir el contagio del virus. “Hace más de diez años que las autoridades de la Ciudad nos tienen abandonados, pero hoy llegamos al límite, a la gota que rebalsa el vaso”, advirtió Olivera.
Bajo Autopista, San Martín y Playón Oeste fueron los sectores más afectados por la falta de agua, que en algunas casas no volvió durante más de 10 días. En un video, grabado el 3 de mayo, Ramona muestra el baño de su casa y abre la canilla, de la que no sale ni una gota. “Todos los días nuevos casos, nuevos vecinos, y nosotros seguimos sin agua”, denunciaba en el video y advertía sobre “el miedo a contagiarnos este virus que es terrible”. Sonia Lozano vive a la vuelta de la casa de Ramona en la manzana 35 y, junto con ella, reclamaba por las condiciones de hacinamiento en el sector. “Yo quisiera que vengan y vean cómo está el barrio, porque acá en mi zona yo no veo ni siquiera que vengan a desinfectar”, relató y advirtió que “la ayuda llega solo a las partes de adelante, para la foto. Lo demás es todo abandono, como si quisieran que toda la villa se infectara”.
Emergencia sanitaria, habitacional y alimenticia
Con más de 1.200 casos confirmados en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires, de los cuales más de la mitad pertenecen al Barrio Padre Mugica, y tras el fallecimiento de Ramona Medina así como de Victor Guiracoy –conocido en la villa como “Oso”-, el Comité de Crisis convocó a una conferencia de prensa este lunes al mediodía en la Parroquia Cristo Obrero, donde exigirán al Gobierno porteño la declaración de la emergencia sanitaria, habitacional y alimenticia, y la intervención del gobierno nacional.
“Todo este tiempo priorizaron los negocios inmobiliarios antes que las vidas humanas, y cuando llegó el virus nos dijeron que esperemos, que la curva iba a crecer”, señaló Silvana Olivera, vecina y parte del Comité, y se preguntó: “¿cómo me puedo quedar de brazos cruzados cuando veo que mis propios vecinos están muriéndose?”.