La modalidad virtual de consumos culturales ya no sorprende, y pasó a formar parte de las nuevas rutinas hogareñas. Y en esa agenda, que se diversifica aún más en las casas donde habitan niñas y niños, se destaca la propuesta de Lalá, el dúo compuesto por Karina Antonelli y Osvaldo Belmonte, que todos los miércoles, a las 16, se conectan en vivo desde la cuenta personal de Facebook de Antonelli, para hacer cantar y bailar a los más chiquitos y a sus familias.
Nacido como proyecto teatral y musical en 2006, Lalá lleva un largo recorrido con numerosas presentaciones y tres discos (Lalá…Canciones, Lalá y el Toque Toque y Muevequetemueve) que reúnen un amplio repertorio de composiciones propias y clásicas en el que se ha vuelto costumbre rescatar la obra del humorista argentino Pepe Iglesias “El Zorro”. Con ese mismo espíritu de combinar música, juego y teatralidad, Antonelli con su voz, y Belmonte en el piano, interpretan sus canciones y proponen actividades en torno a ese contenido.
La pareja de artistas fue una de las pioneras en ofrecer un show infantil online de manera diaria para hacer frente al actual contexto. “Ahora espaciamos las presentaciones, y quizá agreguemos otro vivo los sábados, pero en un principio empezamos a hacer esto todas las tardes, inmediatamente después de que nuestro hijo no fue más a la escuela”, cuenta la actriz, cantante y docente. “Algunas cosas se nos ocurren sobre la marcha, y otras nos las piden los chicos”, agrega sobre el material que comparten. “Planificamos todo lo que hicimos en relación a nuestras canciones, y pensamos en ideas que antes no habíamos podido concretar, y que estaban pendientes, como enseñarles a los chicos a construir una bailarina de papel, para acompañar nuestra canción que se llama `La bailarina´”. Belmonte, por su parte, asegura que estas actuaciones caseras surgieron de una necesidad. “No fue una decisión muy pensada. Nos largamos a hacerlo porque necesitábamos hacer lo nuestro, y a medida que fuimos haciendo las transmisiones nos dimos cuenta que nos hacía bien”.
El formato streaming coloca a los artistas frente al desafío de reinventarse para seguir generando arte a distancia mientras la magia del convivio siga suspendida. “Cuando actuamos a través de una red no sabemos quién lo va a escuchar y ver, y podemos abarcar cualquier lugar y distancia. Pero no hay como tocar en vivo, porque ahí hay una respuesta espontánea y rápida del público. En estos días, por ejemplo, hubo un niño, Ulises, que cumplió años, y se lo festejamos por Instagram, y hasta compartió la pantalla conmigo. Para él eso fue muy importante, aunque no se compara con el hecho de poder darle un abrazo al cumpleañero”, reflexiona Antonelli.
No obstante, la ceremonia, aunque virtual, siempre se agradece. “Los chicos y las chicas nos esperan con ganas, y la recepción es muy buena. Se conectan, esperan el horario de las 16, y tanto ellos como sus familias sugieren cosas”, asegura el pianista, arreglador, compositor y también docente. “Esperemos que esto pase pronto. Este tipo de conexión es una necesidad para la gente porque es una forma de compañía, y esto después va a quedar como una herramienta para seguir conectados. Pero este es un momento para ayudar y acercarse con lo que cada uno hace, frente a necesidades que son distintas en cada casa y familia. Y esta es nuestra manera de acercarnos”.