Las terminales automotrices Volkswagen, Peugeot, Mercedes-Benz, Ford y Toyota retoman su actividad productiva entre este lunes y martes, en un contexto de fuertes cambios en la dinámica de trabajo, muy bajos niveles de actividad e incertidumbre sobre la respuesta que puede tener la demanda final, tanto en el mercado interno como externo. Otro grupo de empresas todavía no consiguió los permisos para volver a operar. “Se arranca a los tumbos, pero no hay otra alternativa. La producción va a ser intermitente, porque se van a dar faltantes y la industria trabaja con bajos stocks. Esto quiere decir que tendremos que convivir con paradas de planta”, cuentan desde una de las terminales. Toda la cadena automotriz está compuesta de unas 200 empresas que individualmente deben recibir el visto bueno oficial. Las exigencias de cada municipio son diferentes, en la medida en que la situación sanitaria también lo es. Esto es parte de una realidad que en mayor o menor grado vive toda la industria nacional.
Este lunes, la única terminal que abrió sus puertas es Volkswagen, aunque se espera que en las primeras horas del martes hagan lo propio Peugeot, Mercedes Benz, Ford y Toyota. También están por arrancar Fiat y Renault, en Córdoba. Como hay una enorme porción de los autopartistas que todavía no está produciendo, en los primeros días de vuelta al trabajo las terminales autorizadas van a consumir los stocks que quedaron del 20 de marzo, cuando se frenó todo. “Como la cuarentena se anunció de un día para el otro, la mayoría de las empresas tiene para dos o tres días de funcionamiento, porque además en aquel momento estaban produciendo a dos turnos y ahora se retoma con un solo turno. Sin embargo, si para el final de la semana no está funcionando toda la cadena, puede haber problemas”, indican desde una terminal. En el sector destacan la “buena voluntad” política de parte de municipios, provincias y nación y admiten que el temor a los contagios obliga a todos los actores a ser muy cautos. Por eso, se espera que se den problemas en el abastecimiento de partes y piezas.
El gobierno levantó las restricciones más severas que impedían la operación industrial en cerca del 70 por ciento de los rubros. Sin embargo, es un primer paso en un camino que será muy largo hacia la “nueva normalidad”. El primer escollo sigue siendo el permiso oficial, que se tramita en el municipio en donde opera la fábrica y que necesita la aprobación del gobierno provincial o nacional. Ese visto bueno se otorga al presentar la declaración de que se adopta los protocolos sanitarios y el detalle de la logística del transporte de los operarios. Otra problemática horizontal es la falta de plata por la ruptura de la cadena de pagos. Según cada rubro, entre el 30 y hasta el 60 por ciento de los cheques vienen rechazados. Es plata que se esperaba cobrar por ventas realizadas.
Por el tamaño de sus espaldas, las automotrices no sufren el descalce financiero, aunque sí lo hacen los proveedores autopartistas, que en su mayoría son pequeñas y medianas empresas. “Hay diversidad de criterios entre los municipios, por eso hay algunas terminales que obtuvieron su permiso y otras no, al igual que los autopartistas. Como esto de volver a la producción recién está dando sus primeros pasos, pueden darse faltantes de productos, o sea, que las necesidades de terminales pero también de autopartistas eventualmente no puedan ser cubiertas por sus proveedores. Tendremos que convivir con esto por un tiempo”, explicó a Página/12 Raúl Amil, presidente de Afac.
Uno de los problemas que encuentran las empresas es que cada municipio tiene sus propias reglas para autorizar actividades, lo cual es molesto para las cámaras sectoriales pero es también lógico, en la medida en que cada territorio tiene su particularidad en cuanto a situación de contagios y disponibilidad de camas de terapia intensiva, por ejemplo. Además, ningún intendente quiere apresurarse en aprobar algo que luego le represente un problema mucho más difícil de manejar, como sería un descalabro de contagios. Se calcula que toda la cadena automotriz involucra a unas 200 empresas distribuidas en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, San Luis, Tierra del Fuego y San Juan.