En el último mes y pico se ha registrado la presencia de animales salvajes en las pequeñas, medianas y grandes ciudades, en el mundo y en Argentina (1
). Pingüinos en Madryn, Lobos marinos en Mar del Plata, gato montés y ciervos en Bariloche. También han aparecido animales en lugares agrestes con circulación humana como el leopardo de las nieves en el Tibet (2
) o el lobo gris europeo que se creía extinto en el norte de Francia (3
) . Una playa de India se ha poblado de tortugas durante el día por primera vez en muchos años, dado que la afluencia masiva de turistas provocaba que el desove se produzca de noche (4). En distintas partes del mundo los especialistas indican una disminución de la polución (contaminación originada por la actividad humana). Los canales de Venecia cristalinos, que la cordillera del Himalaya o el Monte Kenia puedan verse desde lejos después de décadas o que aparezcan delfines en el Sena son otros ejemplos (1
,3
). En Argentina, la CONAE ha detectado cielos más limpios en nuestros grandes conglomerados urbanos como Córdoba, Santa Fé, CABA y AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) (5). Todo esto es reflejo del parate de actividad humana debido a la pandemia. Especialistas barilochenses de medioambiente nos indican que esta situación inédita es como un experimento a escala mundial que nos permite ver la magnitud de las consecuencias de la presencia humana sobre nuestro entorno (6).
Bien, ahora un par de reflexiones. Durante el último mes y medio de aislamiento preventivo (coloquialmente llamado cuarentena en Argentina) hemos leído y escuchado en redes sociales y en los distintos medios de comunicación, testimonios de las distintas sensaciones que nos genera ver escenas en las que la naturaleza avanza sobre nuestras construcciones, las mismas con las que nosotros avanzamos previamente sobre ella. La noción del ambiente, en general no nos comprende, avanzamos sobre el ambiente como si no viviéramos en él. El ambiente no solo es lo que nos rodea, sino que también es el lugar en el que emplazamos nuestros hogares y nuestras ciudades, aunque esta noción se torna mucho más clara en las zonas rurales o en las zonas de transición entre lo urbano y lo rural.
Por un lado, uno podría mirar con optimismo estas señales y pensar que una conciencia ecológica invadirá al mundo en el marco de un cambio radical de la normalidad. Algo de esto puede suceder, pero es inocente pensar que ese proceso se pueda dar de la noche a la mañana, que cuando este proceso inédito para nuestra generación termine, no vamos a salir de vacaciones como antes. También es inocente pensar que la actividad turística se va a reconvertir y que mágicamente tendrá en cuenta el grado de intervención que tenía hasta hace dos meses. Por otro lado, el ser humano modifica su entorno para su comodidad, pero la diferencia con otros seres, es la conciencia que tiene de su poder y de la magnitud de los cambios. En este sentido, está ocurriendo algo que solo vimos en las películas fatalistas de pandemias en las que se muestran imágenes de lo rápido que la naturaleza puede olvidarse de nuestra idea de acomodar nuestro entorno. Cuando la humanidad comience a retornar a la actividad cotidiana, sencillamente veremos lo rápido que retorna la polución y los animales salvajes se van espantados de las ciudades.
Dicho esto, creemos que es necesario generar conciencia. Que todes nos demos cuenta que formamos parte de nuestro entorno y que de su cuidado depende nuestra supervivencia. Quizá ello implique que lo que no pueda sobrevivir es nuestro estilo de vida, la forma en que nos relacionamos con la naturaleza, de dónde obtenemos nuestros alimentos, etc. La pandemia y el parate que esta conlleva nos muestra que la situación no es la misma en todos los países y que dentro de un mismo territorio, las asimetrías e inequidades llevan a que haya personas que la estén pasando muy mal, que viven el día a día. Las crisis siempre las sufren los más vulnerables, y esta es la panacea de las crisis de nuestro tiempo. Sobrevuela la esperanza de que ocurra un cambio radical en el modelo económico a nivel mundial, lo que no implica necesariamente un cambio positivo en el modelo de desarrollo que nos acerque a una situación de mayor equidad y entendimiento con nuestro entorno.
Ni neoliberal ni comunista … ¿Tercera posición?
Argentina es una isla en Latinoamérica y el mundo, por ser uno de los pocos países que enfrenta tamaña crisis con un gobierno no-neoliberal. El propio Noam Chomsky plantea en una entrevista con EFE que esto es "otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”. Pero a la vez plantea que “esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Recuerde: la clase capitalista no cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles, destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección... En medio de la pandemia, en EEUU se han eliminado normas que restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes... Eso significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos quedará (7)”. En este contexto, es de esperar que los países centrales replieguen sus industrias esenciales a sus propios territorios e intenten profundizar la reprimarización de la economía de nuestros países. El propio Trump y sus asesores han dicho públicamente que nunca más una crisis de esta magnitud los puede tomar dependiendo de insumos esenciales que provengan de otros países. Lo mismo han dicho, quizás no tan explícitamente, líderes de otras potencias. Eso supone repliegue de sus industrias que tengan agregado tecnológico y la apropiación de los bienes naturales de otros países, sea por la vía económica o por la fuerza militar. Es obvio que esto no implica un cambio hacia un mejor entendimiento con nuestro ambiente, sino todo lo contrario, un salto hacia adelante en el conflicto. Estar rodeado de gobiernos de derecha represores y alguno con tintes dictatoriales, no es el mejor escenario para nuestro país.
Por suerte, en Argentina la apuesta fuerte a un cambio de modelo se expresó en las urnas el octubre pasado. El rumbo hacia un desarrollo inclusivo estaba empezando a esbozar, en tanto se reconstruía lo destruido por modelo neoliberal encabezado por Macri. Puede haber debate sobre la profundidad de los cambios que se venían dando, pero el cambio de rumbo con la pandemia es ahora innegable. Que el Estado esté privilegiando la salud, la ciencia y la tecnología es un cambio rotundo respecto a la gestión anterior. Ni hablar del rol del Estado Nacional en el manejo de la economía, que se constituye hoy en el actor central, distribuyendo el Ingreso Familiar de Emergencia llegando a 8 millones de personas (casi el 20% de la población), asistencia para el pago de salarios a empresas privadas, pymes y no tanto, inyectando más recursos a las AUH y al plan alimentar. A ello se suma el esfuerzo de las provincias y municipios en la medida de sus posibilidades. Estas son, lamentablemente, medidas paliativas que se tornan imprescindibles debido la histórica distribución asimétrica de la riqueza en nuestro país, de la falta de equidad, de la necesidad de unos pocos de acumular fortunas incalculables y de su caradurismo a la hora de negarse a aportar un pequeño porcentaje para que los más vulnerables la pasen un poco mejor… La pandemia no está haciendo más que clarificar las opciones para quienes creemos que el modelo económico liberal no es el camino. O se profundiza un modelo de desarrollo nacional con inclusión social o se vuelve a la dependencia. Está claro que el gobierno ha elegido la primera de las opciones, pero no son pocos los obstáculos ni los enemigos, internos y externos.
Las piedras en el camino se pueden saltar
Sin embargo, no hay que desconocer que la profundidad de los cambios no deja de tener contradicciones hacia adentro del gobierno y de la sociedad. El relato del poder fáctico de nuestro país sigue estando fuerte en los medios de comunicación hegemónicos. La tregua post asunción del nuevo gobierno y después de casi dos meses de cuarentena, se está terminando. Cada vez son más las declaraciones en contra de las medidas que el presidente ha tomado para proteger a la población (con resultados positivos evidentes), incluso en el marco de la comunicación de un programa paulatino de puesta en marcha de la economía y el retorno a las diversas actividades productivas. De más está decir que con los protocolos y cuidados necesarios para continuar protegiendo la vida de los más vulnerables ante esta enfermedad.
En definitiva, la profundidad y velocidad de los cambios está en disputa y es preciso empujar con fuerza para que sea en el sentido de la inclusión social y del cuidado del ambiente. Recientemente se lo ha escuchado al presidente Alberto Fernández afirmar que cuando algunos planteaban la transición hacia combustibles alternativos, los Trump contestaban que le PBI mundial caería un 4%. Hoy debido a la pandemia de COVID-19 ya ha caído el 10%. El presidente afirma que la nueva realidad obliga a rediscutir el paradigma dominante basado en los combustibles fósiles, que si estuviera actualmente en discusión, serían otros los números de inversiones en el desarrollo de nuevas tecnologías. Asimismo, como mencionamos antes, está el repliegue industrial de las grandes potencias en las actividades que impliquen alta tecnología.
En Argentina, tenemos la oportunidad de cambiar la escala de desarrollo, de transformar el modelo actual que se basa en grandes explotadores de recursos naturales que se fugan las ganancias al exterior y dejan sólo las migas para repartir en el país. En su lugar, pequeños y medianos emprendimientos locales pueden reemplazar la producción de los grandes consorcios a una escala menor, local, que genere el mismo o más trabajo, pero en otras condiciones y con otra distribución de la riqueza natural de nuestra tierra y nuestras aguas. La producción de hortalizas y frutas en el cinturón hortícola platense o en el cordón más alejado del conurbano bonaerense es un ejemplo. Allí, la suma de pequeños productores de la agricultura familiar produce el 70 % de lo que se consume en los grandes centros urbanos del país. Lo mismo podría fomentarse para otras actividades extractivas como la minera y la pesquera, donde la intervención del estado en el balance de las asimetrías entre pequeños y grandes es muy necesaria.
El camino es el desarrollo de capacidades locales para el aprovechamiento de esos bienes naturales, y eso implica una vinculación e importancia distinta (mayor) que debe darse a las consecuencias socio-ambientales de esas actividades. La imposibilidad de caer en la tentación de aceptar condiciones foráneas quizás facilite este camino, aunque no deja de haber presiones internas que dificultan el camino. La apuesta fuerte a la generación de ciencia y tecnologías propias, con la participación continua con la sociedad, puede ser la clave para evitar los desvíos del rumbo elegido. Un ejemplo es el litio, un recurso estratégico. En este caso, la creación de una empresa de mayoría estatal garantizaría la explotación y uso racional de ese bien natural. Además, el agregado de valor en nuestro territorio en base a procesos de innovación soberanos ya en marcha (8) podría financiar el desarrollo nacional de baterías de litio o de materiales y compuestos de alto valor agregado que no se producen en la actualidad. Tenemos el 70% del litio de mundo y lo exportamos sucio, y barato. Lo mismo podría pensarse para un flota mercante y pesquera soberana y el agregado de valor a partir del conocimiento con proyectos como Pampa Azul. Es necesario también romper la dicotomía entre creación de empleos y riqueza versus ambiente.
Hay numerosos ejemplos, incluso con planes incipientes en marcha, de actividades sustentables económica, social, laboralmente hablando, como planes de restauración ambiental, bioenergía, agroecología, reciclaje, entre otras. Potenciar esas alternativas con fuertes incentivos desde el Estado puede traer muchos frutos inclusive a corto plazo. El incremento de la inversión en la agricultura familiar y agroecológica (en investigación y en producción), la mayor inversión en Ciencia y Tecnología (CyT) en general y la vuelta del Ministerio, el incremento de las retenciones agropecuarias segmentadas por tamaño de productor y a otras actividades extractivas, los cambios en las compras de alimentos por parte del Estado, incluyendo a PYMES y organizaciones de productores, la designación del referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en el Mercado central y la jerarquización del área ambiental a Ministerio son otras señales a favor del cambio de modelo.
En el mismo sentido están los proyectos gubernamentales de deslocalización de fábricas y viviendas en las ciudades más pequeñas y fuera de las grandes urbes. Este tipo de políticas no solo tienden a disminuir la aglomeración y el hacinamiento, también serían beneficiosas ante la situación provocada por el coronavirus y además son más amigables en un sentido socio-ambiental.
La transición hacia otro modelo productivo debe ser financiada por las actividades extractivas productivas actuales y es obvio que no es un rumbo rápido exceptuado de disputas y contradicciones. Por lo pronto, el impuesto a la riqueza que se proyecta es una buena señal, el pacto de algunos sectores para bajar salarios es una mala. En una reciente nota Mempo Giardinelli pone negro sobre blanco en los intereses que es necesario tocar para que la riqueza de nuestro suelo quede en nuestro territorio y para nuestra gente (9).
La principal fuente de ingresos del país proviene de la exportación de productos agropecuarios, su exportación está totalmente privatizada, sin control estatal y en su mayoría en manos extranjeras. Es evidente entonces que es estratégico que el Estado recupere un rol preponderante en este ámbito. En diciembre pasado, planteamos en la nota Ambiente y medio (10) que el nuevo paradigma de desarrollo se resumía muy bien en las conclusiones del Encuentro Nacional de Ciencia y Universidad (11) y el Foro Agrario del año pasado (12). Allí se propuso construir la idea de lo agrario más allá de lo productivo, es decir, que incorpore su valor para la restauración de ambientes, la función alimentaria, su influencia en el desarrollo industrial, su potencia para sostener o recuperar el arraigo y el desarrollo en los territorios. Además, será protagonista la agricultura familiar campesina e indígena y se priorizará la agroecología, la democratización de la tierra y de la comercialización. Basta de repetir la mentira de la producción de alimentos para 400 millones de personas. Solo de granos no se alimenta la población.
En ese sentido se propuso en el Encuentro Nacional de Ciencia y Universidad elaborar nuevos parámetros contrahegemónicos para medir o evaluar la productividad y desarrollo agrario, dejando de lado los valores del neoliberalismo en el agro, teniendo en cuenta la sustentabilidad social y ambiental. La presencia del Ministro de CyT y otros flamantes funcionarios en este Encuentro y en la presentación de los 21 puntos del Foro Agrario fue una clara señal de las ideas y los sectores que apoyaría la nueva gestión (1 3), ello sumado a la mención de la importancia de la agroecología en la producción de alimentos y del uso del suelo en el discurso de asunción del presidente. En este sentido, las acciones que viene llevando a cabo el Gobierno Nacional, algunas de las cuales mencionamos en este texto, ratifican ese rumbo elegido.
Falta un largo camino por recorrer y no está para nada claro cuál será la senda en este contexto de crisis mundial. Pero algo sí está claro, la noción de necesidad de Estados fuertes y presentes. La crisis también ha puesto en el centro de la escena la falta de equidad en nuestra sociedad. Los barrios populares con alta densidad poblacional y hacinamiento eran un problema grave antes del COVID-19, solo que ahora no podemos mirar para otro lado. Un modelo alternativo en el que se atiendan las necesidades de todas las personas no es necesario, es imprescindible. Ojalá que sea parte de la nueva normalidad, que podamos construirlo. Basta de gris oscuro, es una lucha de toda la ciudadanía.
*Los autores son Doctores en Cs. Biológicas y forman parte de Cientificxs y Universitarixs Autoconvocadxs Bariloche
1-https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/planeta-principal-beneficiado-por-coronavirus_15325
2-https://www.pagina12.com.ar/259574-el-efecto-de-la-cuarentena-fotografian-a-un-leopardo-de-las-
5-https://www.noticiasdenavarra.com/vivir-on/que-mundo/2020/04/06/miles-tortugas-invaden-playas-vacias/1036442.html
6-https://www.rionegro.com.ar/las-ensenanzas-ambientales-que-dejara-la-pandemia-en-la-region-1320556/
7-https://www.pagina12.com.ar/261649-noam-chomsky-y-el-coronavirus-otra-falla-masiva-y-colosal-de
8-http://www.periferiaciencia.com.ar/noticia.php?n=575
9-https://www.pagina12.com.ar/265106-de-miserables-y-tareas
12-http://foroagrario.org/documentos/
13-https://www.pagina12.com.ar/237438-presentaron-los-21-puntos-del-foro-agrario-para-dar-vuelta-l .