A cinco años de su inauguración, el Museo Sitio de Memoria Esma realizará una serie de actividades virtuales para seguir manteniendo viva la memoria a pesar del aislamiento. Desde que abrió sus puertas en 2015, más de 350.000 personas visitaron el lugar que fue el centro clandestino de detención más grande de Argentina durante la última dictadura cívico militar. En diálogo con Página/12, la directora del museo, Alejandra Naftal recordó los comienzos de la institución, las dificultades que atravesó durante el gobierno de Cambiemos y el próximo desafío: que el espacio sea incluido dentro del patrimonio Nunca Más de la Unesco.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner, al fin de su mandato, inauguró este museo, estaban a su lado la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini y la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto. Ambas referentes de los derechos humanos cubrían sus cabezas con los pañuelos blancos. Cristina en cambio, llevaba una capucha celeste que impedía que la incipiente lluvia que caía al comienzo del acto la mojara. “Quiero hablar antes de hacer la visita, después no voy a poder”, recuerda Naftal que le dijo la entonces presidenta.
Cristina, que había ingresado por primera vez al predio con Néstor el 24 de marzo de 2004, preveía que luego del recorrido la emoción no la dejaría hilar las palabras de su discurso. Cuando terminó de hablar, la lluvia paró y el sol iluminó el lugar: “No se confundan ni lo olviden nunca, podrá aparecer la tormenta más fuerte, el cielo más negro, pero el sol definitivamente siempre sale”, dijo entonces. “En este momento pienso que sucede algo similar a lo de ese día. Por la pandemia estamos en el medio de una lluvia forzada, en medio de la oscuridad. Pero sabemos que va a salir el sol y eso va a hacer que podamos volver al museo, que ahora tiene que estar cerrado”, compara Naftal.
El proyecto que dio origen al espacio fue elaborado en 2012 por un equipo interdisciplinario --conformado por museólogos, arquitectos, diseñadores, investigadores, historiadores, sociólogos, periodistas y artistas-- convocado por los organismos y la Secretaría de Derechos Humanos. La inauguración, tres años más tarde, coincidió con los últimos meses del mandato de Fernández. Ni las autoridades ni la concepción del museo fueron cambiados durante la siguiente gestión de gobierno de Mauricio Macri.
“El proyecto estaba montado museológicamente sobre un concepto: que este lugar es el resultado de un consenso de los argentinos de que el terrorismo de Estado no tiene que suceder nunca más. Fue tan contundente ese acuerdo que la gestión de Macri, que no tuvo nunca en su agenda la prioridad de la defensa de los derechos humanos, no pudo cambiar su contenido", analiza la directora del museo.
Los cuatro años de Cambiemos no fueron sencillos, de todas formas, para el museo y el Espacio de Memoria, en general. “Hubo dificultades presupuestarias, poca difusión. Y sin embargo en estos años nos visitaron 350 mil personas, estudiantes, docentes, personalidades. Nos fuimos instalando gracias al esfuerzo de las y los trabajadores, de las organizaciones de derechos humanos -que integran el consejo asesor-, y de los visitantes”, repasa Naftal.
El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, señaló que “estamos trabajando fuertemente y de manera conjunta desde el Estado argentino para que este sitio se transforme en patrimonio del Nunca Más de la UNESCO”, marcando el próximo desafío. “El museo es un emblema y un faro para que nunca más pasen esas cosas en nuestro país”, lo definió el funcionario.
Entre esos patrimonios de la Unesco están Auszhwitz, Robben Island -la prisión de Sudáfrica donde estuvo Nelson Mandela-, el monumento de Hiroshima, la Isla de Gorea en Senegal, símbolo del repudio al comercio de esclavos y el puente de la ex Yugoslavia. “Perteneceríamos a esa categoría de espacios que reflejan delitos o valores universales excepcionales, y representaríamos no solo a la Argentina, sino a la región”, asegura Naftal.
Como parte de las actividades relacionadas con el aniversario, desde el Museo están emitiendo un ciclo de charlas con sobrevivientes del centro clandestino. Lo hacen todos los jueves, a través de su página de Facebook . Del ciclo de ocho conversaciones, ya está en las redes la mantenida con Ana Testa, y esta semana se sumará un reportaje a Martín Grass. Además, este sábado la visita de las cinco se podrá realizar de manera virtual, con una programación especial en la que participarán como invitados Jonathan Hagelin, uno de los hermanos de Dagmar, la joven sueca secuestrada por el grupo de tareas de la Esma, junto a Mercedes Inés Carazo y Silvia Labayrú, sobrevivientes. También hablará el embajador de Suecia, Anders Carlsson. Como cronista oficiará Stella Segado.
“Empezamos pensando en hacer cuatro entrevistas, pero como nos gustó cómo quedaron y hubo buena repercusión, agregamos otras cuatro para los jueves de junio”, cuenta Virgina Croatto, directora de Contenidos del Museo. Para el Museo es un nuevo formato, porque hasta ahora el material que guardaba era el de las declaraciones en los juicios. “Queríamos hacerlas en vivo, aunque finalmente las estamos grabando por cuestiones que tienen que ver con la técnica y la disponibilidad de señal, ya que con la cuarentena no podemos grabarlas de manera presencial”, explica.
"Tenemos un debate abierto sobre si hacer visitas virtuales al Museo, porque este es un sitio de la memoria: lo presencial es intrasferible, no se puede pensar de la misma manera que con un museo de arte. Decidimos entonces hacer presentaciones de las salas, contando qué son, a la manera de una invitación para cuando se pueda volver a visitar. Pensamos en la virtualidad como una manera de convocar a personas que aún no conozcan el museo, es decir para acercarnos a gente que no hubiera venido de otra manera", señala Croatto. Otro objetivo de la producción de materiales virtuales es que puedan ser usados por los docentes, para lo que se pusieron a disposición a través de intenet otros contenidos, a los que se accede ingresando a https://bit.ly/2Shvi7r .
“Podés saber mucho de los libros, de las películas, de internet, pero cuando estás ahí, atravesando con tu cuerpo ese espacio que funcionó como centro clandestino, es otra cosa. Y estamos muy atentos al peligro, por ejemplo, de que un recorrido virtual se convierta en un 'tour del horror'", completa Naftal. “Queremos ser muy responsables y siempre respetar a las víctimas. Los que visitan el lugar tienen la contención de todos los que trabajamos ahí. Miramos cómo se sienten los visitantes, si necesitan un vaso de agua o un abrazo, en ese sentido no podemos ser irresponsables y que toda esa historia tan terrible entre en las casas sin el cuidado que tenemos en la visita presencial. Seguimos pensando este espacio para que el cómodo se sienta incómodo, y el incómodo se sienta cómodo”.
Informe: Melisa Molina.