Idolo como jugador, héroe como entrenador y crack como personaje. "Mostaza" Merlo, menos conocido como Reinaldo Carlos, ha sido un animador constante del fútbol argentino desde que hizo su debut en la Primera de River con tan sólo 19 años. Hoy en día, el DT sigue siendo noticia. Primero porque hace unas semanas se lo vio haciendo las compras cual hijo de vecino por el barrio de Belgrano, con changuito, barbijo y su siempre tan característica cabellera rubia. Y segundo, porque este miércoles 20 de mayo, Mostaza cumple 70 años.
River Plate fue el nombre y apellido durante toda su carrera como futbolista. Porteño de nacimiento, no vistió ninguna otra camiseta, a excepción de un breve paso por la Selección (tres partidos). Debutó en 1969 bajo el mando de Angel Labruna (1-0 a Estudiantes con gol de Pinino Más) y no soltó la número cinco millonaria por más de una década, en la que se convirtió en parte fundamental del tridente del mediocampo junto a Juan José López y Norberto Alonso.
Más de una vez tuvo que pelear el puesto con refuerzos de renombre, pero el incasable Mostaza siempre terminaba perseverando. "Cada tanto contrataban un cinco, pero yo tenía las cosas claras, yo tenía fe en lo que hacía. Tenía una confianza a muerte en mi capacidad", recordó alguna vez el ya ex volante a la revista El Gráfico.
Merlo llegó a River en una mala época y tuvo que esperar más de lo que se acostumbra por Núñez para poder festejar. Claro que aquel recordado título del Metropolitano 1975 lo metió en la historia, ya que terminó con la sequía de 18 años sin salir campeón de los millonarios. Aquel fue el inicio de un mito que se confirmaría como leyenda mucho tiempo después cuando, como DT, condujo al Racing que rompió en 2001 una seguidilla de 35 años sin se campeón local.
"Ahora me enojé, vamos a salir campeones", espetaba un caliente Merlo en 2001 tras un polémico empate 0-0 ante Banfield como visitante que hacía temblar las ambiciones de Racing en plena crisis nacional. Aquella frase rompió con la inmaculada cábala del "paso a paso" que Mostaza repetía partido tras partido, unas palabras que se fueron inscribiendo en la cultura popular argentina como propias.
En 1975, River también trastabilló sobre el final de lo que sería su tan ansiada consagración: 0-1 con Atlanta como local, 0-1 con Newell's en Rosario y 0-1 con Boca en el Monumental, cuando faltaban cuatro jornadas para el cierre del torneo. "Las derrotas pesan, pero ya está superado eso. A mí en realidad no me preocupa porque yo este año estoy muy tranquilo y se que esto va a salir adelante y vamos a salir campeones. Así que no me preocupa", respondía Merlo, sonrisa canchera y vozarrón inconfundible mediante. 26 años después, aunque ya no con unas salvajes patillas como en los '70, pero sí con su siempre envidiable cabellera, repetiría la premonición.
Con River, Merlo sumó alegrías en los Nacional '75, '79 y '81, y los Metro '77, '79 y '80, pero le quedó pendiente la coronación continental. Jugó ocho ediciones de Libertadores y quedó a nada de llevársela en 1976, cuando los dirigidos por Labruna cayeron por 3-2 con un gol de tiro libre a los 88 minutos en la tercera final frente a Cruzeiro de Brasil, disputada en Santiago de Chile.
Finalmente, Américo Gallego, que había llegado desde Newell's, le sacó el puesto bajo la consideración del por entonces DT Héctor Veira. Su último partido con River tras 16 temporadas (2-0 a Unión con doblete de Enzo Francescoli) lo vio desde el banco y sin disputar ni un minuto, una decisión que nunca terminó de comprender.
Si como jugador fue propiedad exclusiva de River, el Mostaza entrenador se dio el gusto de pasar por varios clubes, incluso por Núñez, donde dirigió la primera parte del torneo de 1989/90 que terminó con los suyos siendo campeones. Inició su carrera en Los Andes y pasó por Estudiantes, Rosario Central y Colón, entre otros, además de algunas experiencias fuera del país.
Pero sin dudas, donde dejó su huella (y su estatua) fue en Avellaneda, con la recordada consagración de 2001 en plena hecatombe nacional con un equipo en el que se destacaban Diego Milito, Gustavo Campagnuolo y Adrián Bastía -un verdadero calco de Merlo hasta en el color de pelo- y que no cedió ante un River repleto de figuras, como Andrés D'Alessandro, Esteban Cambiasso y Ariel Ortega.
Cabulero al extremo, no es difícil imaginarse a Mostaza con las precauciones de higiene necesarias para los tiempos que corren. "Limpio todo, aprendí. Soy hasta obsesivo con eso. Todo esta cuarentena es dura, pero bueno... Peor es enfermarse", comentaba recientemente al diario Olé. Al fin y al cabo, "ídolo", "héroe" y "crack", son adjetivos que le caben a Mostaza en cualquiera de sus facetas, sin importar el orden.
La Selección
En la Selección tuvo un breve paso (tres partidos amistosos jugados en
1972, 2-0 a Chile, 0-1 ante España y 2-0 a Perú) que terminó abruptamente con el abandono junto con Jota Jota López
a la por entonces denominada "Selección fantasma" que se entrenó por
más de un mes en Tilcara, Jujuy, para preparar un partido ante Bolivia
en la altura de La Paz por Eliminatorias al Mundial de Alemania '74. En la década del '90, ya como DT, estuvo al frente de la Selección Sub 20 y fue ayudante de su gran amigo Alfio Basile en la Mayor.