La reanudación de la Liga alemana marcó el inicio del fútbol post pandemia en los grandes campeonatos europeos. Motivadas por un protocolo férreo, algunas escenas que se vieron en los estadios incluyeron a futbolistas y entrenadores con tapabocas, control de temperatura a las 300 personas permitidas en cada estadio, distanciamiento en los bancos de suplentes, festejos casi sin contacto físico y tribunas vacías (o pobladas de figuras de cartón). Todas medidas que minimizan el riesgo de contagio de covid-19, o al menos que generan la sensación de que minimizan ese riesgo (como para toda medida política relativa a la seguridad de la población, es tan importante su efecto real como su percepción social). Sin embargo, los interrogantes sobre cómo garantizar distanciamiento social en un deporte de contacto generaron más de un atinado meme.
El regreso del fútbol en Alemania generó posiciones contrapuestas entre quienes pedían cuidar a los protagonistas y quienes querían retomar la actividad por motivos deportivos y financieros (Jens Lehmann, director deportivo del Hertha Berlín y curado de covid-19, pidió incluso la vuelta del público) replicando el debate global más recurrente frente a los confinamientos: ¿priorizar la salud o la economía?
Si bien el argumento más usado para justificar la vuelta del fútbol fue que serviría para levantar la moral de una sociedad afligida por la pandemia, el verdadero motor de la decisión no fue otro que el financiero. Como señala el periodista francés Kssis-Martov. "el blackout puso de manifiesto como nunca la fragilidad del sistema económico del fútbol". En ese plano, la vuelta de la Bundesliga logró su cometido: la cadena Sky Sports informó que más de 6 millones de espectadores únicos habían visto el partido entre Dortmund y Schalke 04, un récord para la liga.
Sin embargo, los estadios alemanes vacíos, esterilizados e hipervigilados nos remitieron -como tantas otras imágenes de la pandemia- a escenarios distópicos que la ciencia ficción viene imaginando hace décadas. Una de las formas actualizadas de distopía es la virtualidad como única manifestación posible de contacto humano -escenario que la serie Black Mirror explota con maestría y desencanto-, que en el fútbol post covid se materializó en la creciente televisación de partidos del videojuego FIFA. Así, los eSports, deslucidos sustitutos televisivos del deporte real, nos recordaron lo divertido que son los videojuegos para quien los juega y lo tedioso que son para el que mira jugarlos.
Esta Bundesliga y la popularidad de los eSports son una consecuencia de la pandemia, pero acentúan dos premisas que son previas al coronavirus: el fútbol como mero negocio y el espectáculo que prescinde de los hinchas. Las movilizaciones de ultras alemanes pidiendo ver a sus equipos, las declaraciones del arquero Neuer ("sin público los minutos nos parecían muy largos") y las camisetas de hinchas del Colonia depositadas sobre la tribuna emulando a un memorial fúnebre son apenas algunas de las consecuencias de esos procesos. Así, la vuelta del fútbol bajo estos nuevos parámetros es una muy buena noticia para los dueños de la industria futbolística. Para los amantes del deporte es apenas un consuelo. Pero para el fútbol como hecho social y como bien cultural es un paso más hacia el abismo.
* Murzi es sociólogo y vicepresidente de la ONG Salvemos al Fútbol.