Mientras los casos de covid-19 siguen multiplicándose en los barrios populares porteños, donde ya hay 1551 positivos, las organizaciones sociales denunciaron graves deficiencias en la coordinación del Plan Detectar. Denunciaron que luego ser hisopados las vecinas y vecinos son derivados en micros escolares a las unidades febriles de los hospitales, donde pasan horas sin recibir información de personal médico y comparten un mismo espacio y un baño con varias familias, y no cuentan con insumos de higiene ni alimentación suficientes.
"¡Queremos un médico acá porque nos pusieron con caso positivo! ¿Nos van a matar a todos juntos?" El grito desesperado es de una vecina del villa Zavaleta en la unidad febril del Hospital Ramos Mejía, otra de ellas la filma. Ella junto a otras cuatro vecinas y sus hijes habían sido hisopadas el lunes por la mañana, cuando el Plan Detectar arribó a ese barrio popular porteño. Fueron aisladas varios horas en la Casa de la Cultura a la espera de un resultado, pero sin novedades, a las 10 de la noche fueron subidas a un micro escolar y deambularon hasta la 1 de la mañana, cuando las dejaron en el Ramos Mejía.
El video permite ver que las mujeres tienen como interlocutor a un oficial de la Policía de la Ciudad, que las escucha atrás de una cortina plástica y con barbijo, mientras ellas y sus hijes deambulan por un mismo cuarto. Llevaban horas sin comer. "Desde ayer a la noche que llegamos acá, la pediatra nos dice que hay un nene positivo de 5 años... Ese nene jugó con mi hijo, tocó ese bebé, ahora estamos todos infectados. ¿Entiende cuál es el problema? Lo que hicieron es abandono de persona", reclama una de las mujeres.
El Comité de Crisis de la Villa 31 ya había advertido el lunes la necesidad de acondicionar los pisos superiores de la escuela Walsh, donde desde hace dos semanas comenzó el Plan Detectar para dar respuesta al crecimietno del contagios y la muerte de la primera vecina de esa barriada. En paralelo, la falta de un protocolo de atención adecuado se vivía en el barrio Zavaleta.
"Nuestro barrio no estuvo hasta hoy en desborde por coronavirus gracias a la organización histórica de las vecinas y es el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que las expone al contagio. Si cuando se las llevaron del barrio no tenían el virus, ahora podrían tenerlo", denunció la red de Mujeres y Disidencias Organizadas de Zavaleta y la 21-24 y agregaron: "Escuchamos por los medios que tenían un test rápido que, en 2 horas, podría detectar el virus. A nuestro barrio nunca llegaron".
La denuncia también la tomó La Poderosa y llevó el caso hasta la Quinta de Olivos, donde en la tarde del miércoles delegados de las 114 asambleas de la organización llevaban sus reclamos al presidente Alberto Fernández . "Bajo semejantes condiciones indignas, obviamente se termina promoviendo el miedo al testeo y al sinceramiento de los síntomas, postergando las detecciones que dicen acelerar", denunció la organización villera.
"Necesitamos imperiosamente potenciar una estructura capaz de coordinar y contener esta emergencia en carne viva mediante un dispositivo integral, que de ningún modo se puede reducir al hisopado, sin tener previstos los espacios de aislamiento, el acompañamiento, la contención, los alimentos, los productos de higiene", adelantó La Poderosa uno de los planteos que llevaron a Olivos, donde el presidente también se reunión con el gobernador Axel Kicillof y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
El desborde de la unidad febril del Hospital Ramos Mejía se hizo evidente a partir del video que circuló en las redes y fue denunciando por las organizaciones del barrio, pero el referente del Movimiento Popular La Dignidad, Rafael Klejzer, aseguró a PáginaI12 que la misma situación se replica en el Hospital Muñiz.
"En el pabellón de pediatría del Muñiz llegan vecinas como casos sospechosos, a algunos les da positivo a otros negativo, pero mientras tanto están todos juntos. Hay personas que esperan con sus hijos tres o cuatro días los resultados y en las unidades febriles no hay médicos clínicos, solo personal de guardia. Tuvimos que llevar frazadas, jabón y papel higiénico porque no cuentan con esos insumos", describió Klejzer.
El referente de La Dignidad mantuvo una reunión con las autoridades del Muñiz que le comunicaron que por las noches llegan micros, desde los barrios, con hasta 40 personas para dejarlos en las unidades febriles. "El plan Detectar funcionó, pero hay un cuello de botella con las derivaciones y falta de coordinación entre el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat y de Salud porteño. Plantearon un protocolo que no funcionó", apuntó Klejzer.
El viernes, el mismo día en que se espera el anuncio de un posible refuerzo de la cuarentena en la Ciudad de Buenos Aires, las organizaciones sociales y la Iglesia tendrán un encuentro con los ministerios de Desarrollo Social y Salud nacional y porteño para buscar reencausar a una situación que permanece desbordada. Los contagios en las villas porteñas ya representan el 17,6 % de los casos a nivel nacional.
Mientras tanto los vecinos esperan. Graciel Duarte, vecina de la villa 31, llegó al Muñiz el sábado a las 18. Ella, que integra el grupo de riesgo, por tener diabetes y asma, esperó en la UFU hasta la noche, con dolor de cabeza y sin recibir "ni un ibuprofeno porque me decía que no tenían". La derivaron a la sala 29 de pediatría con su hijo de 15 años, quien también presentaba síntomas.
Desde entonces compartió espacio con familias que llegaron desde los barrios con dos o hasta cinco hijos, seis cúbiculos para todos, cuatro de ellos con aislamientos, pero un mismo baño sin papel higiénico, según contó Graciela a este diario.