Desde Brasilia
Jair Bolsonaro continúa su marcha suicida hacia una tragedia de proporciones extraordinarias: horas después de que Brasil alcanzara el tercer lugar en el mundo en número de contagios de coronavirus, superando la barrera de las mil víctimas diarias, este miércoles liberó la venta de cloroquina, pese a carecer de respaldo científico para ello, y confirmó como ministro de Salud a Eduardo Pazuello, un general sin formación en medicina que participó en operativos contra inmigrantes venezolanos en la frontera norte donde hubo denuncias de maltratos.
El gigante latinoamericano ya se consolidó como epicentro de la pandemia, con 291.579 afectados y 18.859 víctimas fatales, dejando atrás, en número de contaminados, a Gran Bretaña, Italia y España. Por delante solo quedan Estados Unidos y Rusia, a la que seguramente pasará en los próximos días.
Para justificar la venta casi indiscriminada de cloroquina, Bolsonaro alegó, en tono marcial-religioso, "estamos es en guerra (..) Dios bendiga a Brasil". "Aún no existe comprobación científica, pero (la cloroquina) está siendo usada en Brasil y en todo el mundo", reconoció.
Desde la semana pasada se vieron pastores evangélicos y fieles de esas corrientes, en ocasiones cubiertos con banderas brasileñas, vivando al presidente al salir del Palacio de Alvorada y haciendo plegarias para la venta de un producto visto como milagroso.
Con la flexibilización del medicamento, originariamente destinado a enfermos de lupus, malaria y artritis, todo paciente afectado por la covid-19 podrá comprarlo, siempre que tenga el aval de un médico y acepte por escrito correr el riesgo de sufrir los efectos colaterales, estos sí comprobados. El nuevo protocolo incluye a enfermos de coronavirus con cuadros de menor gravedad, lo cual en términos de mercado supone un crecimiento de la demanda. No faltan quienes especulan que detrás de esta decisión pudiera haber algún interés comercial, algo que de momento no fue demostrado.
El hecho es que fue autorizada la misma sustancia que había sido cuestionada por los exministros de salud Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, echados de sus cargos en abril y mayo, respectivamente. El médico José Antonio Baddini criticó el "uso politizado" de la droga presentada como una "panacea" que no es y se presta al consumo de personas desinformadas o desesperadas. Lo que se necesita es "aislamiento social, camas en las salas de terapia intensiva y respiradores", enumeró Badini, director de la Sociedad Brasileña de Pneumología y Tisiología.
En general la comunidad médica, especialmente la ligada al sistema público rechaza tanto la venta indiscriminada del fármaco como la oposición del gobierno a la cuarentena y el sabotaje a los gobernadores que la aplican.
En sus devaneos anticomunistas, el presidente confunde las políticas de salud con un combate imaginario: una batalla entre cultural e ideológica remanente de la guerra fría. Con un sentido del humor curioso, Bolsonaro declaró el martes, entre carcajadas "el que es de derecha toma cloroquina, el que es de izquierda toma Tubaína (refresco popular)".
La adhesión del líder extremista al fármaco se hizo cada vez más insistente luego de visitar a Donald Trump, a principios de marzo en el estado de Florida, cuando ambos relativizaron a coro la gravedad de la covid-19. Al regresar del encuentro con su aliado preferencial tuvo que someterse a tres exámenes sobre coronavirus que levantaron polémica pues se negó a mostrarlos. Finalmente los presentó al Supremo Tribunal Federal, que reconoció que dos de ellos dieron negativo, pero un tercero aún levanta dudas.
Veintitrés ministros y asesores que viajaron en la comitiva oficial a Estados Unidos dieron positivo, pero ni siquiera esa evidencia sobre los alcances del virus fue capaz de perforar su negacionismo.
Bolsonaro es un "enemigo de la vida (..) no está del lado de la ciencia", afirmó el lunes Joao Doria, gobernador de San Pablo, el estado más golpeado por la dolencia. Varios gobernadores anticiparon que no aplicarán el protocolo sobre la cloroquina así como antes rechazaron otro decreto presidencial limitando la cuarentena.
Militarización
El capitán separado de las filas del ejército por participar en un plan terrorista en la década de 1980 encontró en esta crisis sanitaria un pretexto para avanzar en la militarización del gobierno, al confirmar en su cargo al general Eduardo Pazuello, que asumió el puesto interinamente tras la caída de su antecesor Nelson Teich. "El general se quedará por mucho tiempo, no lo cambiaremos, es un buen gestor y tendrá un equipo de médicos debajo de él", anunció .
La tesis de Bolsonaro sobre la pandemia , manifestada en numerosas ocasiones, es que inexorablemente afectará al 70 por ciento de la población de su país. "Quien tenga que morir, va a morir, lamentablemente", ha dicho en algunos de los encuentros con simpatizantes realizados a menudo en Brasilia, especialmente con vecinos de la periferia pobre desesperados por la inactividad económica, a los que el estado no los socorre y cuando lo hace es con montos de dinero irrisorios.
Al parecer el general Pazuello, cuya última misión fue recibir y alojar a los inmigrantes venezolanos en el estado de Roraima, compartiría la idea de dejar que la dolencia se esparza libremente para que sobrevivan los más fuertes.
Según una investigación del sitio The Intercept - el medio que reveló , con pruebas, las maniobras del exjuez Sergio Moro para condenar a Lula sin pruebas en la causa Lava Jato- las autoridades responsables del operativo Acogida de venezolanos incentivaron el contagio del Covid-19 entre los soldados en la creencia de que así se inmunizarán. Hasta el momento ningún periodista pudo preguntarle al ministro de Salud si trasladará la experiencia de la selva amazónica, de permitir el contagio indiscriminado del virus, a todo el país.
Esto porque el general parece ser poco afecto a los contactos con la prensa y desde que está en el cargo ha evitado participar en las conferencias dadas habitualmente por sus dos antecesores, ambos médicos y civiles.