No parece algo temerario proponer la hipótesis de que Joanna Hogg es uno de los secretos mejor guardados del cine británico contemporáneo. Secreto para una mayoría, ya que sus cuatro películas hasta la fecha han sabido recorrer festivales internacionales, ganar premios y encantar al periodismo especializado y a una parte de la cinefilia. Sin embargo, en términos comerciales su nombre es absolutamente desconocido en la Argentina. Como consuelo en estos tiempos de cuarentena, su último largometraje –que contó con producción ejecutiva de Martin Scorsese, un fan de la obra de Hogg– acaba de sumarse a la oferta gratuita de la plataforma Flow, más de un año después de su estreno mundial en el Festival de Sundance, donde ganó el Premio Especial del Jurado en la sección internacional. Pero The Souvenir no sólo confirma el talento de la cineasta londinense: la actriz encargada de darle vida a la protagonista, Honor Swinton Byrne, entrega uno de los debuts actorales más destacados del último año. Hija de Tilda Swinton y del guionista John Byrne, Honor había participado previamente en un pequeñísimo papel en El amante (I Am Love), del italiano Luca Guadagnino, en el cual Tilda interpretaba no casualmente el rol central. De esa manera, todo queda en familia, ya que en The Souvenir madre e hija replican en pantalla su relación de la vida real y uno de los temas musicales que se escuchan en la banda de sonido, “Love My Way”, de Psychedelic Furs, parecen homenajear a la famosa escena de baile de Llámame por tu nombre, también de Guadagnino. Y lo familiar, lo íntimo, late en el corazón del cuarto largometraje de Hogg: a pesar del cambio de nombre, de Joanna a Julie, la historia ofrece una gran cantidad de elementos autobiográficos, ligados a los años de estudios cinematográficos de Hogg, además del comienzo y desarrollo de una relación con un hombre algo mayor que, a falta de otra palabra, podría describirse como “problemática”. La directora de Archipelago, Unrelated y Exhibition se encuentra actualmente terminando la posproducción de The Souvenir II, una continuación del film que, según se ha comentado, pone en abismo la historia de la primera parte, al encontrar a Julie rodando una película sobre su propia historia. Cine en el cine, cine sobre la creación artística. Pero, por sobre todas las cosas, cine sobre la fragilidad humana y la imposibilidad de –como ocurre tantas veces en la vida– poder elegir qué sentimos.
Pero, ¿es correcto, lógico o conveniente rotular The Souvenir como una “película autobiográfica”? En comunicación exclusiva con Radar, Joanna Hogg afirma que “el film está basado libremente en mis propios recuerdos, pero no me interesa reproducir algo del pasado. Tiene más que ver con sensaciones ligadas a mi pasado. A partir de allí, dejo que ocurran ideas, pensamientos y sensaciones nuevas mientras trabajo, permitiendo que se filtren en la historia. The Souvenir no trata solamente sobre mi propia vida sino también sobre la vida de mis colaboradores, estén estos delante o detrás de la cámara. Ellos también se transforman en entes activos a la hora de darle forma al film. Por lo tanto, al final de cuentas, no está tan claro cómo fueron creadas las ideas representadas en pantalla y quién es el responsable de su origen. No me interesa el origen, sólo la película como una creación viva que es experimentada por una audiencia. No estoy preservando cosas del pasado”. Julie (Swinton Byrne) pertenece a una familia acomodada y su departamento de soltera en el West londinense es el refugio nocturno de sus amigos y compañeros. Así la encuentra la primera escena, charlando con unos y otras, tomando un trago, fumando, mientras de fondo suena un tema de Gary Numan. La imagen es granulosa, inquieta, movediza; los cortes de montaje, abruptos sin resultar disruptivos. A la memoria regresan algunas de las películas de John Cassavetes, referente ineludible para una gran cantidad de cineastas actuales. “Me gusta rodar en fílmico por obvias razones”, dice Hogg sin aclarar cuáles son exactamente, aunque no es difícil adivinar allí una simple y directa predilección de tonos y contrastes. Incluso de las impurezas analógicas por sobre la supuesta perfección del digital. “Además, el 16mm resultaba adecuado para la escuela de cine ficticia, ya que hubiera sido el medio utilizado por Julie y sus compañeros de estudio. Muchas de mis referencias de comienzos de los años 80 fueron filmadas en 16mm y eso dejó sus influencias. Finalmente, usamos una combinación de materiales: 16mm, digital usando un sensor de 16mm y también Super8 y diapositivas de 35mm. No quería que la película tuviera una estética analógica constante sino algo que diera la impresión de un collage, como si se tratara de un revoltijo de recuerdos de una persona”.
GENTE ELEGANTE, CINE SOCIAL
Anthony (un Tom Burke perfectamente contenido) es un personaje y un enigma y llega a la vida de Julie sin que se sepa muy bien cómo. Su primera cita se produce en el pequeño café de la galería de arte londinense The Wallace Collection. Allí, el hombre, de apariencia culta y sofisticada, le describe a la joven las posibles intenciones detrás de “El souvenir”, pintura del francés Jean-Honoré Fragonard que recrea, con furibundos trazos rococó, el momento en el cual una muchacha graba el nombre de su enamorado en la corteza de un árbol, su perro –perfectamente ubicado en el espacio de manera de sostener el equilibrio visual– atento al movimiento de la ama. Anthony parece disfrutar del momento, pero sus emociones nunca terminan de asomarse al exterior. Existe una cierta restricción de movimientos y, sobre todo, de un carácter que a Julie parece fascinarle. Mientras conversan, sentados lado a lado, él confirma su empleo a tiempo completo en el Ministerio de Relaciones Exteriores y confiesa su admiración por la obra cinematográfica de Michael Powell y Emerich Pressburger, tal vez por genuina fascinación, tal vez como una forma de demostrar sus conocimientos de la historia del cine. Julie continúa con su vida, encontrándose regularmente con su madre y acudiendo a las clases en la universidad, y The Souvenir muestra rápidamente una de sus características más notorias: la estructura de capítulos o viñetas en la vida de la protagonista, sin mayores subrayados. El énfasis ha sido eliminado de la ecuación y las emociones sólo llegarán gracias a su propio peso específico y como consecuencia de la acumulación. Hogg fue siempre una cineasta sutil y su última película es la más precisa, certera y emotiva. En muchas entrevistas, desde los tiempos de Unrelated (2007), la realizadora nacida en Londres en 1960 ha insistido en señalar que los suyos no son guiones en un sentido convencional. Desde su hogar en Soho, Hogg confirma su particular método de trabajo. “Usualmente, el proceso de escritura demanda mucho tiempo, un mínimo de dos años. Comienza con ideas apuntadas en una serie de cuadernos y luego continúa hasta la finalización de la mezcla de sonido. Me adapto y creo nuevas escenas mientras estamos filmando. Es un poco extenuante trabajar así, pero en mi caso no hay ninguna otra forma que funcione. Y lo hago de esa manera porque es creativamente satisfactorio y, además, mantiene la vitalidad de la historia, empujándola hacia delante”.
El crítico británico Peter Bradshaw escribió en su reseña de la película para el periódico The Guardian que The Souvenir era “realismo social sobre gente elegante”. Lejos de ser una expresión despectiva, la idea es muy precisa y pertinente: eliminando cualquier rasgo de “sofisticación” en términos superficiales –eso que hace que tantas producciones cinematográficas y televisivas del Reino Unido ofrezcan una impresión espectacular de las clases altas–, Joanna Hogg concentra la atención en la cotidianeidad, en todo aquello que usualmente forma parte del vacío eliminado por las elipsis. Eso no implica que no ocurran (muchas) cosas. Rápidamente, Anthony comienza a ocupar un espacio mayor en la vida de Julie. En principio, se muda a su departamento, eliminando sin decreto a la vista las reuniones con amigos (y a Gary Numan). Será durante una pequeña cena con un amigo de Anthony, cineasta profesional, cuando Julie se enfrentará por primera vez a un hecho de la realidad que había pasado absolutamente desapercibido para ella. Que no había sabido o no había querido ver. Su pareja consume heroína de manera regular. De hecho, es un heroinómano consumado, aunque capaz por el momento de ocultar su adicción a propios y ajenos. De a poco –y sin que The Souvenir se transforme en un típico relato de adicciones ni mucho menos– el personaje de Anthony comienza a adquirir aristas un tanto más complejas que lo que sus capas más superficiales parecían indicar. Con el correr de las escenas queda claro que Julie necesita a Anthony tanto como Anthony necesita a la heroína. “No me siento capaz de articular en palabras quién es Anthony como personaje”, afirma Hogg, “en parte porque lo conozco muy bien. Sin embargo, sí siento que le ofrece a Julie tanto como él toma de ella. Anthony la anima a que use su propia voz como cineasta. También la introduce en su propia visión del cine y la de algunos de sus amores cinematográficos, como las películas de Powell y Pressburger. Esa influencia será aún más notoria en The Souvenir II”.
RETRATO DE UNA DAMA
A lo largo de sus cuatros largometrajes, Hogg ha dirigido a actores y actrices no profesionales (o con escaso o nulo entrenamiento actoral) para sacarles todo el jugo posible en términos dramáticos. La elección de Honor Swinton Byrne para interpretar el papel central de su última película fue tan peculiar como casual. “Desde un primer momento supe que necesitaba a alguien que no estuviera acostumbrada a estar delante de una cámara. Julie es una directora de cine y se esconde detrás del lente de la cámara. En un primer momento, pensé en encontrar a una estudiante de cine para interpretar a Julie, pero no resultó sencillo hallar a alguien con la sensibilidad correcta. Por supuesto, deseaba reconocer algo de mi propia juventud en ella. La idea de elegir a Honor no se me había ocurrido y fue sólo luego de una visita para ver a Tilda y discutir su papel como Rosalind que vi a Honor, de casualidad. Hacía tiempo que no la veía y había crecido un montón. Me sorprendió que tuviera la misma (y correcta) sensibilidad para interpretar a Julie. Mis castings siempre han sido completamente instintivos”. La relación de Joanna Hogg con Tilda Swinton comenzó hace décadas: el cortometraje estudiantil Caprice (1986), que Hogg presentó como trabajo de tesis aproximadamente en la misma época en la que transcurre la acción de The Souvenir, está protagonizado por una jovencísima Tilda, por aquel entonces desconocida (a pesar de un pequeño papel ese mismo año en Caravaggio, el film de Derek Jarman, otro amigo en común de ambas mujeres). La realizadora describe su relación de larga data con Tilda Swinton como un vínculo en el cual “no hay ninguna distinción entre el trabajo y la vida. Con el correr de los años, aunque no hayamos colaborado realmente en ningún proyecto, hemos discutido nuestros respectivos trabajos de la misma manera en la que discutimos nuestras vidas. Es cierto que es una fuente de arrepentimiento que hayan pasado tantos años entre Caprice y The Souvenir. No puedo realmente dar una razón o explicarlo, pero ahora estamos tratando de compensarlo”.
En la universidad, Julie insiste en producir una película con “temática social” centrada en una familia empobrecida de Sunderland. El “pitching” frente a sus profesores tiene sus fortalezas pero el aparente punto neural de su argumentación –“quiero salir de mi burbuja de privilegios”– es desintegrado con delicadeza por sus tutores. Tiempo después, se embarcará junto a Anthony en un viaje a Venecia, para el cual la joven encarga especialmente un traje hecho a medida, muy elegante y algo ampuloso, gesto que parece un resabio de otros siglos. Entre esas ambivalencias transcurren los días de Julie, al lado de un hombre que ha comenzado a pedirle favores monetarios, “préstamos” de unas pocas libras que comienzan a escalar. ¿Quién es realmente Anthony? ¿Cuán tóxica es esa relación? El orden privado no parece alterarse por los acontecimientos políticos que sacuden al país. Durante la primera reunión de Julie y Anthony junto a los padres de ella, en una coqueta casa de campo, surge en medio de la conversación la cuestión de los presos políticos y el accionar del IRA en la vecina Irlanda. Joanna Hogg confiesa que ha escondido muchos de los recuerdos de sus épocas como estudiante, “porque son recuerdos dolorosos y tienen que ver con la relación que tuve en aquellos tiempos. Los acontecimientos políticos ocurrían alrededor mío y muchos estudiantes respondían directamente a ellos, como por ejemplo durante las protestas contra las armas nucleares del Campamento Pacifista de Mujeres de Greenham Common. Pero todas las conversaciones en la película están relacionadas, de alguna manera, al carácter misterioso de Anthony y de lo que él hace para ganarse la vida. ¿Está conectado con esos hechos políticos? ¿Es posible que, incluso, haya causado algunos de ellos?”. Es otra órbita sobre la cual gira The Souvenir, sin explicitar absolutamente nada, aunque los dos centros de atracción narrativos comienzan a ser cada vez más evidentes. Por un lado, la dinámica de una pareja que parece estar siempre al borde de la desintegración, aunque esta se revele siempre, finalmente, como reinvención. Por el otro, el camino de transformación de una mujer y su crecimiento como creadora, como artista.
EN ESPEJO, EN ESPERA
Joe Jackson canta “Is She Really Going Out With Him?” en la banda de sonido, pequeña ironía que se entrelaza sutilmente con la historia. Es una de las marcas de época del estupendo soundtrack, que también incluye a Jessie Matthews, The Specials y el himno de Bronski Beat, “Smalltown Boy”. La música que se escucha en diversos momentos del relato siempre brota de algún parlante: Joanna Hogg ha hecho de la falta absoluta de música incidental una de las marcas más fuertes de su estilo. Mientras tanto, Anthony regresa y Julie vuelve a acogerlo en el seno de sus sentimientos. En una van, en tránsito hacia una jornada de rodaje, Julie escucha y participa de una discusión cinéfila donde se cruzan las bondades de la nouvelle vague y Jacques Rivette con la defensa fervorosa de un nuevo talento llegado de tierras francesas, Luc Besson, y el atractivo novedoso de un film como Diva, de Jean-Jacques Beineix. Es uno de los momentos en The Souvenir donde la historia del cine es marcada con resaltador por Hogg, recuerdos de otras eras y de otros momentos de la discusión estética. ¿Cómo sigue la historia de Julie, que siempre fue imaginada por Hogg como un posible díptico? “Todavía estamos trabajando en la segunda parte. Terminamos el montaje de las imágenes el mes pasado y ahora comenzamos a trabajar en el diseño de sonido. Llevará algo de tiempo porque es mucho más compleja que la primera parte. En parte porque hay muchas más capas y diferentes realidades representadas en este segundo capítulo de la historia. Pero si digo mucho más voy a arruinarlo”. El levantamiento gradual de las cuarentenas en el mundo irá dictando el posible lugar de estreno de The Souvenir II, continuación de uno de los largometrajes más secretamente notables de la temporada pasada.