Hijo de ese cineasta latinoamericano esencial que fue Glauber Rocha, en Cinema Novo Eryk Rocha (Rio de Janeiro, 19 de enero de 1978) rendía homenaje a su padre, y de paso a todo el movimiento de los años 60 que el título menta, con un documental rebosante de un envidiable material de archivo. Cuatro años más tarde Rocha se lanza por el camino de la ficción (“con espíritu documental”, aclara), aproximándose más al terreno en el que incursionó su padre, aunque Miragem no guarda vínculos visibles con la obra de Glauber. Filmada en una Rio de Janeiro nocturna y lejana de la tarjeta postal, Miragem (que quiere decir “espejismo” y está disponible en la plataforma Cine.ar) presenta a un taxista mulato signado por la soledad de su trabajo, que debe lidiar con los apremios económicos por un lado y la distancia de su hijo por otro.
En la siguiente entrevista --respondida en perfecto español-- Eryk Rocha habla de la situación política y económica en la Brasil de Temer y Bolsonaro, así como de sus elecciones de puesta en escena, en una película que oscila entre lo documental y lo ficcional y entre lo concreto y lo abstracto.
-La película muestra la difícil situación económica de Paulo. ¿Es un reflejo de la situación económica actual del Brasil en general?
-Miragem tiene múltiples capas, entre ellas la película habla de violencia estructural y precarización del trabajo. Nuestro protagonista, Paulo, es un trabajador brasileño, es el ejemplo de gran parte del pueblo que está inmerso y sofocado por ciertos problemas cotidianos e históricos, donde la vida y las relaciones están mediadas por el dinero, el "dios dinero". Estamos viviendo la 'uberización' del mundo, hoy en Brasil hay más de 45 millones de trabajadores informales, sin ninguna protección social. Es la captura de la energía y de la fuerza vital del trabajador. La política económica ultra neoliberal de Paulo Guedes (ndr. el ministro de Economía brasileño) es un desastre y tiene el objetivo de desmontar el Estado o mejor dicho, subordinar el Estado al capital financiero de las familias más ricas del país. Es importante recordar que Brasil es uno de los países con más desigualdad social del mundo. Esa política económica está destruyendo los derechos de los trabajadores y las conquistas sociales de los últimos 20 años. Ese fenómeno de 'uberización' es fruto del desempleo y de la desesperación de la gente que necesita llevar el arroz y frijoles diariamente a su casa. El gobierno de Bolsonaro no es sólo un mal gobierno, es un gobierno asesino, eso está todavía más claro ahora con su actitud frente a todo lo que estamos viviendo con la pandemia. Volviendo a la película, Paulo vive ese contexto de grave y profunda crisis, paradójicamente el trabajo que lo oprime es al mismo tiempo la solución provisoria para hacer plata inmediata y aliviar su tensión, resolver su día a día y pagar la pensión de su hijo.
-En un momento se ve un camión que transporta soldados. ¿Es una manera de aludir a la militarización del gobierno de Bolsonaro?
-La militarización del gobierno de Bolsonaro empezó con el gobierno anterior de Temer, que hizo una intervención militar en Río de Janeiro como justificativo para reprimir y disminuir la violencia en la ciudad. El resultado fue un desastre, pues la violencia no se resuelve con más violencia y represión, sobre todo cuando gran parte de la población no tiene condiciones dignas de vida. Además esa violencia siempre estuvo especialmente direccionada hacia la gente más pobre que vive en favelas y periferias. Nosotros filmamos Miragem en ese contexto político, a fines de 2017. Esas imágenes de los camiones militares son imágenes documentales, son cosas que en los últimos años vemos con naturalidad en las calles del Brasil. Es importante subrayar que el gobierno de Temer tuvo origen en el golpe de estado de 2016 que derrocó a la presidente Dilma. De 2016 para acá Brasil ha sufrido diversos golpes y ha marchado para atrás. Hoy en día el gobierno de Bolsonaro es cada vez más un gobierno militar, los ministros civiles que quedaban están cayendo, y el riesgo de un auto-golpe es real. En América latina conocemos bien esa historia, nuestra historia latinoamericana está marcada por golpes e interrupciones, y lo que puede pasar en Brasil es imprevisible.
-Hay hechos de violencia dentro y fuera de campo. ¿En qué situación se halla la violencia en Rio?
-Esos recursos y signos del fuera de campo son claves en la película. Lo que Paulo ve es tan importante como lo que uno ve a través de sus ojos. Vemos y descubrimos el mundo a través de lo que él mira y escucha. Esa situación de violencia y colapso de Río de Janeiro se manifiesta en la película de forma visceral, muchas veces a través del trabajo de fuera de campo sonoro. Vivimos múltiples niveles de violencia que se entrelazan. Filmamos Miragem a fines de 2017 y todos los que hicimos la película estábamos muy impactados por el golpe de 2016 que destrozó cierto acuerdo social que existía en Brasil. Ese golpe dejó marcas indelebles en nuestro imaginario. Una escena emblemática en la película es cuando Paulo ve a la salida del Maracanã después de un partido de fútbol hinchas del mismo equipo peleando y matándose. Quedamos muy sorprendidos con un nivel de violencia tan brutal. Pueblo matando pueblo. Eso demuestra esa situación y el estado límite al que llegamos en Brasil. Estamos en una olla a presión que está explotando.
-La ciudad que usted muestra, con calles vacías y barrios de clase media-baja, está lejos de la Rio for export. ¿Se propuso hacer ver una Rio que está en las antípodas de la playa, el samba, la caipirinha y las garotas?
-En Miragem hay un gran personaje documental que conecta todo y a todos: la ciudad de Río de Janeiro. Una metrópolis que, impulsada por eventos de gran magnitud económica y mediática (Mundial y Olimpíadas) experimentó una transformación acelerada en su paisaje físico y geopolítico. Paradójicamente, este nuevo ciclo urbano ha coincidido con una profunda crisis económica y social, en sintonía con el alarmante y violento momento político del país. Un elemento clave es que gran parte de la película tiene lugar por la noche, revelando así una ciudad que es un contrapunto con el paisaje soleado e idealizado de las postales publicitarias. La noche, por lo tanto, es la revelación de una nueva ciudad, a la vez árida y futurista, donde se proyectan las tensiones y luchas de nuestro protagonista; un espacio donde luces, texturas y colores se convierten en sueños, fantasmas y espejismos. Los desplazamientos de Paulo nos muestran detalles de esa otra ciudad oculta y periférica.
-¿Eligió un taxista como protagonista como forma de subrayar la soledad del personaje?
-Es importante decir que Paulo no es un taxista, él "está trabajando de taxista", quizás algo provisorio, como ejemplo de millones de brasileños que están desempleados. Él vislumbra en esa nueva profesión una posibilidad de supervivencia. De cierta forma él es un extranjero en su propia tierra, está buscando su espacio, está en movimiento y a través de su soledad y su relación con la ciudad está descubriendo una nueva forma de existir y mirar al mundo. Ese estado latente de soledad que vive Paulo es algo que actualmente estamos viviendo, cada cual a su modo, estamos experimentando eso de una forma muy fuerte, desconocida y nueva. No podemos tocarnos unos a los otros. Es muy curioso porque la película empieza con las manos y termina con las manos. Las manos que generan afecto son las mismas manos que trabajan, que están en movimiento manejando el auto. La elección de un taxi como espacio principal para la película, un mundo reducido, encerrado, fortalece la naturaleza móvil que existe entre la ciudad y los personajes, fusionando lo individual y lo colectivo, con sus soledades y laberintos.
-Dada su situación, a Paulo se lo ve desesperado. ¿Qué era lo que le interesaba de un personaje en esa encrucijada?
-Miragem expresa la compleja y convulsionada realidad brasileña actual a través de un hombre que es un narrador de nuestro tiempo, en movimiento, inmerso en el caldero de una metrópolis latinoamericana y de un país en trance. El deseo fue incorporar en el lenguaje de la película esa fisicidad del personaje, la respiración, la tensión y la pulsación de ese cuerpo, hacer que el espectador vea y escuche el mundo con Paulo. Así experimentamos ese flujo con sus trayectos, sobresaltos, desvíos, riesgos y dificultades. Pero ese cuerpo agotado que trabaja para sobrevivir, que resiste y lucha en un país derrumbado como el nuestro, ese cuerpo está vivo. Ese cuerpo ama, desea, canta, baila, sueña... Ese cuerpo es potencia de vida, de afecto y de fuego.
-Paulo manifiesta un intenso amor por su hijo. ¿Es una forma de aferrarse a lo único que tiene?
-En Brasil estamos viviendo en los últimos años un proceso de luto y pérdidas. Hay una desesperanza muy fuerte en relación al presente. Entonces lo único que tenemos es la posibilidad de construir un futuro. Y Mateus, el hijo de Paulo, es la posibilidad de ese futuro. Pero ese futuro hay que construirlo con afecto, y eso es lo que busca Paulo. Paulo es heredero de una sociedad patriarcal que está en crisis de valores con cierto agotamiento sistemático, pero él está en un momento de transición donde desea reaprender su paternidad y reinventar su condición de padre. Miragem también es una película sobre el afecto y el amor de un padre por su hijo.
-Los planos iniciales, si bien son de objetos, por la forma en que están fotografiados parecen abstractos. ¿A qué apunta esa voluntad de abstracción?
-Pienso que en la vida hay un juego permanente entre lo concreto y lo abstracto, hay una co-existencia de esas fuerzas. Por lo menos así percibo yo la realidad. Así funcionan para mí los sentidos, la visión, la escucha… Creo que la percepción es algo muy musical, como una onda que va se transformando en el espacio-tiempo. Es como la mirada de Paulo o de algún pasajero que va en el taxi, la mirada a veces fija en alguna imagen más limpia y concreta, otras veces nuestra mirada se pierde en la abstracción y gana otras dimensiones y escalas. Me gustan esos pasajes de estados y esa mezcla de la abstracción y lo concreto. Con el sonido es lo mismo, hay muchos planos sonoros que se mezclan. Por ejemplo cuando estamos dentro del auto inmersos en una ciudad tan caótica y ruidosa como Río de Janeiro, algunos sonidos son más concretos y realistas, otros más extraños y Indescifrables. Creo que el cine a través de imágenes y sonidos puede materializar con formas muy potentes esa complejidad del "ver y sentir el mundo.”
-Contrariamente al punto anterior, hay una fuerte voluntad de concreción en la película, manifestada tanto en el aspecto documental como en los encuentros sexuales del protagonista con una pasajera. ¿Se lo planteó de esa manera?
-Miragem es una película callejera, donde la ficción está abierta al documental, a lo imponderable de la vida y de la ciudad. En el proceso de rodaje no cerramos ninguna calle, entonces esa energía vital de la ciudad constantemente iba invadiendo la ficción y la puesta en escena. Hicimos una película de ficción con un espíritu muy documental, un equipo muy reducido y sin grandes maquinarias. La película tiene algo de “diario de un hombre trabajador”, y todos esos momentos hacen parte de su vida, de su cotidiano. Hay algo muy importante en la película que es Karina, la pasajera que trae un soplo de vida a la historia. Karina es una mujer fuerte e impetuosa, una enfermera que salva vidas, y como Paulo, trabaja en las noches. El encuentro de ellos es decisivo, ambos se apoyan y comparten sus soledades. Así como el hijo, Karina representa la posibilidad del afecto y del futuro.
-Hay abundancia de planos cortos. ¿Es una manera de acercarse al protagonista?
-Pienso que eso no es una regla, creo que en la película hay una mezcla, una partitura entre planos más cortos y planos dilatados. Eso tiene que ver también con esa interacción, esa amalgama entre el documental y la ficción. En muchos momentos el corte está orientado por los flujos internos y la emoción de Paulo. En otros momentos es la ciudad con sus diferentes estados que invade y guía el montaje y el ritmo de la película.
-En un momento en que Paulo va por una autopista usted invierte los planos. ¿Es una alusión a la situación en la que se halla su mundo?
¿Será una alusión a la situación del mundo del Paulo o una alusión a nuestro mundo? ¿Será un espejo del mundo? Es una buena pregunta, pues creo que todo eso se mezcla. Creo que el mundo interior y los estados de Paulo están en permanente tensión y confrontación con el mundo exterior. Esa secuencia de la ciudad al revés es el propio abismo en el que estamos inmersos, y señala la transformación de Paulo y de la película.