Desde Dubai

Ella educa en el extremo norte del mundo, ahí donde pocos llegan. Maggie MacDonnell, maestra de la comunidad originaria de Salluit, ubicada entre los hielos del Ártico canadiense, fue la ganadora del Global Teacher Prize, el premio de un millón de dólares con el que anualmente se reconoce a un docente excepcional, que haya hecho una contribución significativa a su profesión.

“Nakurmik”, pronunció la maestra canadiense para agradecer el premio en lengua nativa esquimal inuit, y llamó a uno de sus alumnos a acompañarla.

Maggie y un grupo de sus estudiantes partieron de sus casas, con temperaturas de hasta -25Cº grados, para asistir a la mega ceremonia prevista para el anuncio del ganador en el Hotel Atlantis de Dubai, a pasos de las cálidas aguas del Golfo Pérsico. Los jóvenes nunca habían salido de su pueblo. 

“Tengo que compartir una memoria aunque me duela –dijo la maestra premiada–. He experimentado mas de 10 suicidios en dos años y me hace mal ver a los compañeros que sufren. Hay algo en un pupitre vacío que se transmite como una injusticia”.

La comunidad de Salluit, de 1300 habitantes, tiene altos índices de suicidio adolescente y abusos sexuales; y sufre problemáticas como el consumo de drogas y el alcoholismo. De a poco, Maggie fue atrayendo a los chicos a la escuela, haciéndolos participar en proyectos que los sacaban del aislamiento. Con un aporte de dinero inicial, ella y sus alumnos construyeron un gimnasio, comenzaron a colaborar con una guardería, dirigen una cocina comunitaria y se preocupan por cuidar el medio ambiente.

“El ambiente forma parte de su identidad, preservar el ambiente es preservar su propia vida”, explicó a Pagina/12.

La maestra canadiense recibió el premio de manos del vicepresidente de los Emiratos Arabes unidos, Sheik Mohammed bin Rashid Al Maktoum, y fue felicitada por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

La ceremonia comenzó con una interpretación de La donna è mobile, por el tenor italiano Andrea Bocelli, otra forma de agasajar a los maestros y acariciar el alma.

“¿Por qué sólo las estrellas de cine tienen derecho a un premio? ¿Por qué no los educadores?”, preguntó Vikas Pota, director Ejecutivo de la Fundación Varkey, la organización internacional organizadora del Foro de Educación y Habilidades, el mayor encuentro educativo global que por tercer año consecutivo finaliza con la entrega del premio al mejor maestro. 

La espectacularidad propia de este acto también estuvo dada por la trasmisión del salto en paracaídas del aventurero Bear Grylls para llevar el trofeo hacia el hall de la ceremonia. Y por el modo de anunciar al ganador del premio: el astronauta Thomas Pesquet leyó su nombre desde la Estación Espacial Internacional.

En el Foro hubo 140 países representados, 40 ministros de Educación y 250 periodistas. Estaban allí el creador de la Fundación Varkey, el multimillonario Sunny Varkey y otras personalidades de todo el mundo, como el responsable del informe PISA, Andreas Schleicher, la directora general de la Unesco, Irina Bokova, el columnista del New York Times Thomas Friedman o  el secretario  general de la Internacional de la Educación, Fred van Leeuwen.

Maggie fue una de los 10 finalistas, también procedentes de Kenya, Brasil, Pakistán, Gran Bretaña, Alemania, Australia, España y China. Docentes todos elegidos a partir de 20 mil nominaciones de 179 países. Entre los primeros 50 preseleccionados había también una argentina (ver aparte).

En 2017, a través del interrogante sobre cómo podemos hacer ciudadanos globales, el foro global desafió a sus delegados a pensar qué hace falta enseñar a los chicos y cómo poner las lecciones en acción.