Para cuando ceda la pandemia y haya concluido el aislamiento preventivo, será una de las mejores noticias que puedan tener los cinéfilos porteños: Buenos Aires recuperará una sala emblemática con la inauguración del Cine Arte Lumière, en el tradicional espacio de Diagonal Norte 1150, a metros del Obelisco, que forma parte de la historia cultural de la ciudad y que en julio de 2019, a causa de la crisis económica macrista, cerró en su versión BAMA. El nuevo complejo Lumière es iniciativa de Orgaz Multicultural SAS, que conforman el programador y distribuidor Oscar "Cacho" Ortiz, el realizador audiovisual Gastón Gallo y el periodista y comunicador Oscar Feito, también cofundador de La Trastienda.
A modo de aperitivo, a las tres salas físicas que habían sido completamente remodeladas justo antes de la emergencia sanitaria, se le incorpora una cuarta sala desde el jueves próximo: la Sala Virtual, con proyección en streaming desde el sitio web cineartelumiere.com. Una vez levantada la restricción, el Lumière abrirá sus puertas al público. La programación seguirá conservando la tradición de cine prestigioso que marcó la historia de las salas como un espacio destinado a producciones no comerciales y totalmente alejadas del mainstream. Y dará lugar también para películas de autores latinoamericanos y nóveles directores nacionales.
Perfiles y renovación
Ortiz lleva 60 años en el gremio y hace 34 años que vino a radicarse en Buenos Aires. Tiene una oficina de programación de 250 salas en todo el país. "Era una asignatura pendiente en mi carrera lo del cine propio. Este sueño lo empecé a tener hace unos tres años para buscar una sala cerca del centro. Y se dio justo que cerró el BAMA. Tomé contacto con la propietaria del lugar. Y la familia Gallo que tiene que ver con producciones de películas se quiso acercar al proyecto. Fue lo mejor que nos pudo pasar porque yo tenía todos los elementos para las salas porque modificamos todo y la familia Gallo puso la parte que faltaba", cuenta Ortiz. "Es una ilusión que viene marchando a paso firme porque se armó un equipo muy importante de profesionales que nos están rodeando", agrega Ortiz sin dejar de mencionar la importancia de sumar como socio a Feito.
"En el principio yo no integraba la sociedad sino que por mi amistad con Cacho Ortiz, hay otro amigo que nos ayuda mucho: Bernardo Bergeret. Yo soy amigo de él hace muchos años", relata Feito sobre el ex director ejecutivo de Ventana Sur que fue ensuciado por la gestión de Ralph Haiek al frente del Incaa. "Y una de las cosas que empezamos a ver en esas reuniones que hacíamos era el estado prácticamente de extinción en el que estaba el lugar en términos de infraestructura. Estaba realmente destruido. No era un lugar que se pudiera arreglar con una mano de pintura ni con un cambio de butaca. No tenía sanitarios para personas discapacitadas, ni siquiera una rampa para el acceso de personas con movilidad reducida, el sonido se filtraba de una sala a la otra, las paredes estaban deterioradas, había equipos de aires acondicionados que hacían ruido cuando se pasaban las películas. Entonces, esto involucraba una magnitud de inversión hasta donde pudimos llegar, que no fue poco. Había que darlo vuelta como una media sin perder el espíritu de sala de cine-arte. La gente merece ver el cine de mejor calidad en las condiciones que ofrece el siglo XXI", agrega Feito, mientras relata otras tareas realizadas, como hacer nuevamente los pisos y poner aire acondicionado central, entre otras obras de infraestructura.
Gallo siempre trabajó en la actividad empresarial y el mundo artístico. Viene del espectáculo multimedia en vivo, con espectáculos producidos en Europa, pero también estudió cine y llegó a dirigir una película: Gato negro (2014). "A partir de ese momento, desarrollé una empresa que tiene que ver con toda la parte técnica del cine. Había habido un cambio en los equipamientos por la aparición de la tecnología led y la profundización de los formatos digitales. En cuanto a servicio técnico, con mi empresa ya llevamos realizadas más de treinta películas. Nos parecía muy motivador podernos asociar con Ortiz y Feito y poner pie en la exhibición. Y en un espacio diferente a los grandes complejos", explica Gallo.
Además de periodista y comunicador, Feito tiene vinculación con el mundo del cine: realizó varios documentales en América latina, como por ejemplo, La guerra del café. "Hablábamos mucho con Gastón de cine y apareció esa idea, y tanto Cacho como Gastón tuvieron la generosidad de invitarme a participar", comenta Feito. Como es el fundador de La Trastienda, se puede decir que es la segunda vez que se dedica a un proyecto de esta dimensión. "Siempre digo que el éxito de La Trastienda lo hizo la programación. No hubo un gran marketing, no hubo managers detrás. La programación fue lo que la convirtió en el lugar de la vanguardia de la música en Buenos Aires durante varias décadas. Y ahora nos va a ir igual de bien", se entusiasma Feito. "Además, se ha hecho un trabajo y una inversión muy grandes para aislar las salas. Antes ibas y se escuchaba el diálogo de la sala que estaba al lado", recuerda Ortiz. También se trabajó en las puertas de las salas. "Antes eran puertas por las cuales también se filtraba el sonido. Hemos trabajado muchísimo para aliviar el tema del subte que pasa por debajo", completa Ortiz.
El equipamiento
Las salas renovadas cuentan con equipamiento de última generación: la sala 1 con DCP y proyector Christie 35mm; la sala 2 con DCP; y la sala 3 DCP, cañón 4K y escenario retráctil para presentaciones y performances. Todas tienen butacones confortables, ascensor para el desplazamiento de personas con movilidad reducida y adultos mayores y un espacio de cafetería con cómodos sillones. En total, tendrán capacidad para 320 espectadores.
"Cuando entré por primera vez al cine me di cuenta de que no tenía ningún equipo DCP; es decir, digital profesional. Por lo tanto, ese cine lamentablemente iba derecho al cementerio porque si no se tiene ningún equipo digital uno se pierde las películas de Pedro Almodóvar, Woody Allen, Clint Estawood... Yo tenía equipamiento para un cine que estaba por armar en el interior. Entonces, compré y les pusimos tres equipos digitales DCP, uno en cada sala", afirma Ortiz. "Nos quedó el capricho y la nostalgia de proyectar de vez en cuando alguna película en 35 mm. Por eso, la sala 1 también tiene un proyector de ese formato", explica Ortiz.
La programación
El nombre Cine Arte Lumière fue propuesto por el director general del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, en su visita a la Argentina a fines del año pasado, cuando recorrió la obra. Además de los estrenos más importantes del cine de autor, se programarán películas clásicas y de culto. Habrá ciclos focalizados en temáticas de género, diversidad, ambiente, derechos humanos y literatura. Se propone respetar la tradición del cine-arte de los años 70 con films políticos y sociales además de retrospectivas de grandes directores en copias recientemente restauradas y el espacio Opera Prima para jóvenes directores locales e internacionales, con películas premiadas en los grandes festivales que hasta ahora no llegaban a los circuitos de exhibición de la Argentina.
"Dentro de un año no quisiera que sean sólo tres salas sino que sea un centro cultural. O sea que a la mañana esté habilitado para conferencias, charlas y debates", explica Ortiz. En ese sentido, está pensado como un espacio de cursos de formación audiovisual, intervenciones artísticas y espectáculos. "Vamos a tener una relación con el Instituto Lumière de Lyon, de la misma manera que con la librería Ocho y Medio, en Madrid. Estamos hablando con los festivales de Venecia y Sitges. La idea es traer esos festivales a Buenos Aires y hacer acuerdos con ellos. La pandemia ha complicado, pero todas esas conversaciones están iniciadas y nos está ayudando a llevarlas adelante Bernardo Bergeret. Diría que Sitges, Venecia y Cannes son lugares que seguramente van a estar vinculados", subraya Feito. Pero también van a estrechar vínculos con Netflix ya que Ortiz tiene vínculos por haber programado El irlandés y Los dos Papas en el Cinema Devoto. "Los exhibidores no las querían dar y era en el período en que escaseaban estrenos", recuerda Ortiz. "El objetivo es que un mes o dos meses antes de que se estrene en Netflix, nosotros exhibamos alguna serie, pero que tenga que ver con la línea sin desvirtuar lo que nosotros pretendemos del cine-arte", anticipa Ortiz. "Soy ítalo argentino, viajo permanentemente a Italia y quiero sumar la pata italiana. El cine italiano siempre tuvo una enorme presencia en el ex Cine Arte y la seguirá teniendo", completa Gallo.
El Cine Arte Lumière promoverá una comunidad de cinéfilos para que participen, compartan, debatan sobre el cine de hoy y sugieran ciclos, proyecciones especiales, charlas y retrospectivas pensadas para seguidores de géneros, realizadores e intérpretes.
La sala virtual
Desde el jueves 28 de mayo arranca la sala virtual. "Tiene que ver con la coyuntura de la pandemia, pero nosotros decimos que el Cine Arte Lumière tiene cuatro salas: tres presenciales y una virtual porque si bien ahora la única que va a funcionar es la sala virtual, después cuando ya funcionen las tres salas presenciales, la sala virtual va a proyectar también por streaming ya no con esta frecuencia semanal, pero sí eventualmente. Así que la sala virtual es por la pandemia pero siempre tuvimos la idea de proyectar", afirma Feito.
Con sólo loguearse en la página cineartelumiere.com.ar/">cineartelumiere.com el público podrá disfrutar de cuatro buenas películas de autor. El 28 será el turno de La decisión, del iraní Mohamed Al Daradji. Situada temporalmente en el 30 de diciembre de 2006, primer día del Eid al-Adha —la Celebración del Sacrificio, una de las más sagradas festividades musulmanas—, la ficción tiene como contexto físico a Bagdad, donde se festeja la reapertura de su estación de tren. Sara entra en la estación con la intención de perpetrar un atentado suicida. Parece vacilar ante la perspectiva de detonar la bomba, pero está determinada a llegar hasta el final. Un encuentro incómodo con Salam, un vendedor extremadamente locuaz que trata de seducirla, frustrará sus planes. Tras una serie de acontecimientos, Salam acabará como rehén de Sara, e intentará disuadirla de que siga adelante.
El jueves 4 de junio se podrá ver La guerra silenciosa, del realizador francés Stéphane Brizé. Vincent Lindon es, en la ficción, Laurent Amédéo, un sindicalista de fuertes convicciones que lucha por defender su fuente de trabajo y la de 1100 trabajadores de una fábrica autopartista en Francia que, a su vez, tiene capitales alemanes. Tras un acuerdo firmado dos años atrás por el que la empresa se había comprometido a mantener la estabilidad laboral por un lustro y los obreros a reducir su salario y trabajar más horas, la compañía ahora pretende cerrar la fábrica, a pesar de no estar en crisis económica: tiene 17 millones de euros de beneficio anual. La película muestra la lucha colectiva, la unión y desunión de los trabajadores en esa lucha, el cinismo de los empresarios, un Estado hipócrita y un sindicalista que llevará la batalla por las reivindicaciones hasta sus últimas consecuencias. En tanto, el jueves 11 se exhibirá El árbol de peras silvestre, del premiado director turco Nuri Bilge Ceylan; y el jueves 18 de junio será el turno de La casa junto al mar, del francés Robert Guédiguian.
Un poco de historia
El imponente edificio racionalista en el que se encuentra emplazado el flamante Cine Arte Lumière fue diseñado en 1950 por el ingeniero civil Adolfo Moret (colaborador de Alberto Prebisch en la construcción del Teatro Gran Rex) para uso de oficinas y una sala de espectáculos en el subsuelo, conectada en la planta baja por un pasaje comercial, llamado Galería del Obelisco, que vincula la Avenida Corrientes con la Diagonal Norte. Esa sala subterránea con paredes decoradas en mármol rosado primero fue el Teatro Arte, reconvertido una década después en el legendario Cine Arte , que atravesó el mayor período de esplendor cinéfilo de la ciudad, durante los años '60 y 70, con estrenos y reposiciones dedicadas al mejor cine de autor. En los años '80, sufrió una de sus tantas crisis y el Arte pasó a ser una sala porno llamada Cine Hall, al que le sucedió un cine-club programado Octavio Fabiano. Sucesivos cierres y fugaces reaperturas no lograron quitarle la historia ni el valor de marca a la sala. Adquirida en 2006 por Alberto Kipnis (el mítico programador del Lorraine), la antigua sala fue remodelada y dividida en tres por el arquitecto Fernando González Montaner, inaugurándose el Arteplex Centro en enero de 2007. Esa experiencia duró hasta el año 2013, cuando la sala volvió a cerrar hasta que al año siguiente renació como Cine BAMA (Buenos Aires Mon Amour). El 29 de julio de 2019, con tarifazos del macrismo mediante, volvió cerrar. Y ahora, como el Ave Fénix, renace una vez más de sus cenizas como Cine Arte Lumière.