Miragem 6 puntos
Breve Miragem de Sol; Brasil/Argentina, 2020
Dirección: Eryk Rocha.
Guion: Fábio Andrade, Eryk Rocha y Julia Ariani.
Duración: 95 minutos.
Intérpretes: Fabricio Boliveira, Barbara Colen, Cadu N. Jay, Inés Estévez, Luis Ziembrowski.
Estreno exclusivo en la plataforma Cine.Ar Play
Segundo largometraje de ficción de Eryk Rocha
luego de un intenso buceo en el terreno del documental, Breve Miragem de Sol (simplemente Miragem para el mercado argentino) vuelve a posar su mirada sobre la ciudad de Río de Janeiro, como ya lo había hecho en su anterior Transeúnte (2010). Aquí el protagonista no es un hombre jubilado, como en ocurría en aquella otra película, pero el taxista nocturno interpretado con furioso silencio por Fabricio Boliveira también hace las veces de cronista indirecto de la vida en la gran ciudad brasileña. Todas las noches, Paulo recorre las calles cariocas en su auto de alquiler, buscando pasajeros en medio de embotellamientos, chubascos intermitentes y alguna que otra balacera. Ya al comienzo del film resulta claro que la paciencia es una virtud difícil de practicar en el oficio: los cuatro jóvenes bastante bebidos que comienzan a gritar y molestar en exceso son velozmente expulsados del taxi, no sin antes abonar por el tramo recorrido. Paulo sigue su camino poco antes del amanecer, deja el vehículo en el garage y se acuesta en el sillón de su pequeño departamento, un nuevo día de una existencia que se presume rutinaria.
Eryk, hijo del gran cineasta Glauber Rocha –pilar fundamental del cinema novo de los años 60–, divide el relato en una serie de noches y encuentros con sus clientes. A una pareja de argentinos de vacaciones interpretada por Inés Estévez y Luis Ziembrowski (excusa que confirma el carácter de coproducción de Miragem) le sigue un empresario aparentemente dedicado al negocio de bienes raíces, quien no tiene pelos en la lengua a la hora de referirse burlonamente a la relocalización de gente de barrios pobres por el bienestar de los negocios. Arquetipos sociales y dramáticos. Cuando llegue el turno de transportar a una enfermera encarnada por Barbara Colen –vista recientemente en la estupenda Bacurau–, el espectador podrá adivinar sin demoras que allí el guion habilitará un desvío en la narración ligado a lo sentimental.
El retrato que la película va conformando a partir de los diálogos y situaciones no resulta particularmente sutil o complejo y Rocha los entrelaza de manera algo obvia. Paulo está separado de su mujer y hace tiempo que no ve a su hijo de diez años y es ese conflicto –sumado a los problemas de dinero y una soledad de envergadura– lo que termina conformando el núcleo de una película que nunca logra ir más allá de una superficie de declamación. A pesar de ello, la presencia de Boliveira –con sus miradas alternativamente tristes y esperanzadas, pero siempre marcadas por un cansancio que se asume existencial– logra elevar esas obviedades del guion y reflejar en su rostro aquello que el silencio reprime y repliega en el interior. Verlo manejar su taxi y observar lo que ocurre alrededor suyo –esa ciudad caótica, violenta pero también bella– es la mayor virtud de Miragem, que quiere decir espejismo, título que abre la película a varias interpretaciones.