Falta la puntada final para cerrar el acuerdo con los grandes acreedores de la deuda en default virtual que dejó el gobierno de Mauricio Macri. Hasta que no se concrete el canje de bonos ninguno de los protagonistas quiere adelantarse porque se sabe que el diablo se esconde en los detalles. Pero el escenario es muy diferente al que dibujaron durante semanas la legión de voceros locales de los acreedores.
Quienes apostaron a la ruptura perdieron. Las corporaciones que presionaron para que el gobierno de Alberto Fernández firmara la capitulación, como lo hizo Macri con los buitres, quedaron descolocadas.
Quienes menospreciaron la tarea del ministro de Economía, Martín Guzmán, al calificarlo de "pasante", "ignorante del mercado y "académico", quedaron en ridículo.
Los grandes medios de comunicación voceros de acreedores y también acreedores seguirán tergiversando el rumbo de la negociación porque si no lo hacen deberán suscribir a la genialidad de Diego Maradona entregada a Toti Pasman. BlackRock debería evaluar si valió la pena el dinero invertido para transmitir su posición por esos canales.
Aquellos que se mofaron del apoyo internacional liderado por el premio Nobel Joseph Stiglitz siguen exhibiendo sin pudor la soberbia de la ignorancia. Sólo la impunidad de la que gozan en la plaza local ha permitido que despreciaran ese respaldo diciendo que esos economistas de prestigio mundial están preparando una tesis con el caso argentino. No deja de sorprender que no recibieran una advertencia de interlocutores ocasionales ante semejante disparate.
Quienes presionaron por la renuncia de Guzmán tienen otra derrota para anotar.
Si bien faltan detalles, es impactante como indudable el triunfo político y conceptual de la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, con Guzmán como ejecutor de la estrategia ante los acreedores.
La intervención de otras figuras políticas (Máximo Kirchner y Sergio Massa) en este proceso sólo muestra que la alianza de gobierno funciona aceitada en cuestiones relevantes. La búsqueda de internas en aspectos de poca importancia por parte de mentes afiebradas de analistas conservadores se debe a que todavía no han podido digerir el fracaso del gobierno que apoyaron y el, por ahora, efectivo estilo de gestión del gobierno del Frente de Todos.
Paño
En este juego de póquer con gigantes de las finanzas globales las siguientes cartas quedaron expuestas en el paño del canje de deuda:
* Los fondos de inversión acreedores aceptaron las condiciones de negociación planteadas por Guzmán.
* Cada uno de los grupos de acreedores presentó una contraoferta por escrito teniendo en cuenta la sustentabilidad de la deuda, la reducción de la tasa de interés y la extensión de los vencimientos y período de gracia. O sea, la línea conceptual de la renegociación presentada desde el primer momento por Guzmán.
* Hasta el principal fondo de inversión (BlackRock) aceptó que los acreedores tienen que disminuir pretensiones.
* El Fondo Monetario Internacional se convirtió en un aliado importante de la posición argentina.
* Países europeos de peso (Alemania, Francia, Italia y España) respaldan la oferta argentina.
* Más de 130 economistas de renombre mundial suscribieron una carta exhortando a los acreedores a cerrar un acuerdo bajo las condiciones definidas por Argentina. Una de ellas, Carmen Reinhart, acaba de ser nombrada economista jefe del Banco Mundial.
* Estados Unidos se mantiene en terreno neutral. Teniendo en cuenta los estrechos vínculos del Departamento del Tesoro con grandes fondos acreedores de Argentina, entre ellos el poderoso BlackRock, ese comportamiento significa en los hechos un punto a favor del enfoque de negociación del gobierno de Fernández.
Resulta tan potente esta enumeración de hechos, que son estrictas descripciones del proceso de negociación, que quienes dicen que Guzmán se subordinó a las condiciones de Wall Street sólo reflejan patéticas caricaturas de un frustrado dispositivo de confusión.
Hasta el incumplimiento de 503 millones de dólares de intereses de tres bonos globales de anteayer, luego de los treinta días de gracia, no provocó un descalabro financiero y cambiario de un default, como amenazaban. El viernes, subieron las cotizaciones de acciones y bonos, y los dólares Bolsa (contado con liquidación y MEP) cerraron con caídas de 3,0 a 4,2 por ciento.
Piso y techo
El avance de las conversaciones en estos días no será con el valor de la oferta piso de Guzmán, que deliberadamente fue muy bajo, ni el del techo de los acreedores, que era elevado. Así son este tipo de negociaciones.
Economía adelantó que presentará una reformulación de la oferta original luego de que los grupos de acreedores aceptaran las reglas establecidas por Argentina y presentaran entonces una contraoferta.
El factor que ha definido el sentido de la negociación fue que no hubo subordinación ni aceptación de las condiciones de los acreedores. Por el contrario, fueron los acreedores quienes tuvieron que aceptar las reglas de juego planteadas por Argentina.
Esto no implica una evaluación como si fuera un partido de fútbol para ver quién es el dueño de la pelota, porque se sabe que el equipo poderoso que tiene las municiones más pesadas es el de los acreedores.
La clave del gobierno fue saber cómo diseñar una estrategia de negociación para hacer valer el principal activo de un país endeudado, que es el de la soberanía y la defensa de sus intereses. Esto, al final del partido, se mide en miles de millones de dólares.
Alivio
La firmeza de Guzmán implicará mucho dinero de alivio para las finanzas públicas. La oferta inicial equivalía a 41 dólares (en términos técnicos, el valor presente de los nuevos bonos descontado por la prima de riesgo país y el "exit yield" definido por el mercado), mientras que los acreedores reclamaban un valor de 65 a 70 dólares, al comienzo de la negociación, en enero, de acuerdo a las cotizaciones de los bonos de entonces.
En las contraofertas presentadas por grupos de acreedores, en promedio, el valor ya se ubica en 58 dólares.
Para hacer un ejercicio teórico de cuánto dinero está en juego se establecerán las siguientes pautas:
* El número final del acuerdo sería 52 dólares. Obviamente la cifra puede ser 50, 48 o 46 dólares, pero se elige el valor de 52 como hipótesis intermedia entre las posiciones de las partes.
* Cada punto (dólar) de valor presente, del stock de deuda en dólares con legislación extranjera, equivale a unos 130 millones de dólares por año.
* El cálculo se hace para 20 años, que es la extensión del plazo de la nueva deuda.
* La aspiración de los acreedores era 65 dólares, la primera oferta argentina fue 41 y se supone un valor de acuerdo de 52.
* O sea, son 13 dólares menos del objetivo inicial de los acreedores. Esto implica 1690 millones de dólares por año (130x13) que suma en total 33.800 millones de dólares en 20 años (1690x20).
* Esos 33.800 millones serían el fruto de la estrategia de negociación firme de Guzmán.
* Los acreedores también pueden hacer otra cuenta, que también es válida. Mejoraron la oferta inicial argentina en 11 puntos, que equivale a 28.600 millones de dólares.
* El monto sería más elevado para la Argentina y menor para los acreedores si el acuerdo final fuera 50, 48 o 46 dólares. Sólo la hipótesis de 52 dólares revela cuánto ya ha conseguido Guzmán.
Negociación
Con este hipotético resultado, ambas partes se sentirían conformes y de eso se trata una negociación con voluntad de cerrar un acuerdo.
Cuando se abren mecanismos de negociación normales ninguna de las dos partes piensa que su posición inicial será aceptada sin modificaciones. Esto último pasa sólo cuando una de las partes se subordina a la otra, como fue el caso del gobierno de Macri con los buitres. Pero eso no se denomina negociación; eso tiene otra definición.
Esa fue la apuesta que hicieron los acreedores al comienzo, para finalmente aceptar que para cerrar un trato se tiene que establecer un marco de confianza para flexibilizar posiciones.
Los acreedores pueden sentirse satisfechos porque Guzmán mejoró la oferta inicial. Lo cierto es que, con el firme apoyo del presidente Fernández, el ministro logró imponer su relato de la deuda acerca de la sustentabilidad, podría conseguir un alivio sustancial y, además, obtuvo apoyo político y conceptual del FMI y de economistas internacionales de origen ideológico diverso.
Néstor Kirchner
Se sabe que Alberto Fernández se referencia en el gobierno de Néstor Kirchner, donde fue jefe de Gabinete. La salida del default en 2005 resulta entonces un oportuno antecedente para detectar cómo se planeó el actual proceso de negociación.
El canje de deuda en cesación de pagos 2005 fue un éxito para la Argentina. Las amenazas durante los 38 meses que duró el default quedaron desubicadas ante el resultado final.
Los tradicionales amenazadores decían que había que acordar rápido, que había que entablar relaciones privilegiadas con los acreedores, que era imprescindible hacer un importante pago en efectivo a los acreedores y que había que pagar más. En definitiva, las mismas advertencias que esparcieron en estas semanas dirigidas hacia el gobierno de Fernández.
La virtud de aquella y la actual negociación fue la de no quedar atrapadas en esas recomendaciones-presiones. No fue y no es un hecho menor las propuestas argentina de quita de capital, en 2005, y de intereses, en 2020, teniendo en cuenta que los interlocutores, antes y ahora, son peso pesados de las finanzas globales.
El Plan Dubai fue la primera oferta presentada a los acreedores, en septiembre del 2003 en la Asamblea Anual del FMI. Reconocía de 8 a 10 dólares cada 100. Fue previsiblemente rechazada.
La segunda oferta fue el Plan Buenos Aires, en junio de 2004, con una mejora que le permitía recuperar a los bonistas 30 dólares cada 100. Fue aceptada por una mayoría importante del 76 por ciento, que se amplió a casi el 93 por ciento en 2010, cuando se reabrió el canje en el primer gobierno de CFK.
La dinámica de la actual negociación liderada por Fernández y ejecutada por Guzmán ha sido muy similar, y con resultados esperados también parecidos.
Activo político
La economía argentina está padeciendo los costos del default desde hace bastante. Sin acceso al crédito voluntario internacional desde marzo de 2018, con caída de la actividad económica previa a la pandemia, vulnerabilidad financiera y cambiaria, debilidad en el mercado laboral y fragilidad social.
El coronavirus agudizó esas tendencias y el tránsito del default virtual de Macri a uno abierto sin acuerdo con los acreedores no modificaría en mucho esa situación.
No hubiera sido inesperada la declaración del default en diciembre de 2019, puesto que ya se había reperfilado la deuda en pesos y la deuda en dólares era impagable.
La decisión de Alberto Fernández en cambio fue la proponer ordenar el desquicio de las finanzas públicas dejadas por Macri. Pese a las condiciones financieras desastrosas, Fernández proyectó un acuerdo con los acreedores e incluso, como mensaje de buena fe, destinó 4571 millones de dólares de las reservas para pagar intereses y capital de la deuda hasta el momento de presentar la oferta de canje.
Más que exigir una mejor oferta, los acreedores debería agradecer que exista una. La amenaza de juicios en Tribunales de Nueva York amigables para los acreedores no ha sido efectiva, porque el default abierto implicaría unos quebrantos inmediatos muy importantes para las carteras de inversión de esos fondos.
Además de despejar un factor de inestabilidad económica, cerrar un acuerdo con los acreedores implicaría para el gobierno de Alberto Fernández un incuestionable triunfo político.
Otra vez, con la referencia en la experiencia de Néstor Kirchner que pudo mostrar que se salió del default luego de tres años, arreglar el desastre de las finanzas públicas dejado por Macri significará una notable exhibición de fortaleza política de Fernández.
Uno de los principales activos políticos de la gestión kirchnerista fue el éxito de la negociación con los acreedores. Fernández podría tener también ese atributo.
Caso testigo
Bastante se ha debatido acerca de si la crisis global por la pandemia ha beneficiado o no la posición argentina con los acreedores. A esta altura, cuando el problema de la deuda argentina no es el único, sino que sólo está primero en una fila donde varios países están esperando turno, el coronavirus ha puesto bajo presión las carteras de los grandes fondos de inversión.
El caso argentino entonces se ha convertido en testigo para inminentes reestructuraciones de otras deudas soberanas. Por ese motivo BlackRock ha estado jugando muy fuerte, al principio rechazando la oferta y luego, cuando apareció la opción de una segunda, para apurar el acuerdo.
Por magnitud, antecedentes de defaults cercanos y dinámica de endeudamiento, el caso argentino está en un nivel más complejo que las dificultades que enfrentan otros países.
Sin embargo, la forma en cómo se resuelva esta negociación (quitas, nivel de tasa de interés, extensión en el plazo de pago) será una referencia acerca de cómo se dividirán las ineludibles pérdidas financieras por otras deudas de la crisis coronavirus entre los Estados, organismos multilaterales, corporaciones y grandes fondos de inversión.
El Tesoro y el FMI
Un jugador relevante acerca de la definición de cómo será esa distribución de pérdidas es el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. En el caso argentino se ha mostrado cauto, ocupado en observar cómo se desarrollan los acontecimientos y sin intervenir en forma directa.
Para la estrategia de negociación del gobierno de Fernández ha sido un punto a favor puesto que, como se sabe, BlackRock, el fondo más poderoso del mundo y uno de los principales acreedores de la deuda, tiene mucha influencia en el Departamento del Tesoro.
En esta instancia lo que está en juego es cuánto y quienes ponen en el paño financiero global. Si los fondos de inversión consiguieran un acuerdo muy favorable para ellos, los organismos multilaterales, en los cuales Estados Unidos es de los aportantes más importantes, deberían hacer un esfuerzo financiero mayor para rescatar finanzas de países.
Si los acuerdos implican una mayor alivio para países endeudados, lo que implica una disminución de las aspiraciones de los fondos acreedores, esos organismos multilaterales tendrían menores exigencias.
Es lo pasa con el FMI (con el papel dominante de Estados Unidos y Europa en el directorio) y la Argentina, lo que explica el apoyo al gobierno de Fernández en el trato con los acreedores.
Geopolítica
El factor geopolítico también es un elemento relevante. Para Estados Unidos la Argentina de Fernández es una fuente de estabilidad en un continente muy convulsionado política y socialmente.
Además de los mensajes de moderación, el peligro de Brasil con un presidente desquiciado colabora para que haya mayor comprensión de Estados Unidos para la estrategia financiera del gobierno de Fernández.
El acuerdo con los acreedores no está cerrado, se han acercado posiciones en las últimas semanas y no se debe descartar complicaciones en el último tramo de la negociación.
Pero con el recorrido ya transitado, en el partido de póquer de la deuda, por ahora, hay más fichas ganadoras en las manos del gobierno Fernández-Fernández con el ministro Guzmán como ejecutor de la estrategia de negociación con los acreedores.