En Las Malas, de Camila Sosa Villada, cada letra tiene sentido y belleza. La experiencia travesti, la vida de una travesti que encuentra su tribu en un Parque casi abandonado de Nueva Córdoba pueden ser desconocidas para la mayoría de quienes leen, pero el impacto de la escritura no está en la sorpresa y mucho menos en el morbo, sino en el encanto del relato, en ese ritmo cadencioso que lleva a bailar por Mina Clavero primero, viaja hasta Córdoba y sumerge a les lectores en la casona rosa, una pensión travesti donde el amor se ejerce como amparo y aceptación. 

Cada personaje, La tía Encarna, el Brillo de los Ojos, María la Muda, se van haciendo parte de la vida propia mientras avanzan las páginas. Y hay sordidez, claro, pero en esas vidas al margen prima la ternura, la que no existe afuera, donde ser travesti está prohibido, penalizado. La narradora lo sabe muy bien, y lo contrasta –durante buena parte del relato– con su adolescencia. "Al principio me travestía en casa de una amiga que, a escondidas de sus padres, me permitía la magia de convertirme en mí misma. Transformar en una flor carnosa a aquel muchachito tímido que se escondía en las maneras de un estudioso. La cosa comenzó a alcanzar proporciones inaceptables en un pueblo y, muy pronto, ninguna amiga estaba dispuesta a correr riesgos por mi capricho", se lee en la página 45. 

Las violencias, la infancia, el estudio, el destino "cantado" de la prostitución, las noches de huir de la policía en el Parque, se hacen parte de un relato sin victimismos. Y la casona rosa, el escenario donde vive una constelación de personajes entrañables que lidian con el destino armados de su deseo: la mujer que se convierte en pájaro, el niño por el que mira la travesti más protectora, la posibilidad de una vida mejor que se retacea una y otra vez. Siempre en el nido de la comunidad propia, frágil en su precariedad, pero indeleble en su trama de afectos. 

Las Malas, de Camila Sosa Villada, abrió la colección Rara Avis, dirigida por Juan Forn. Para buena parte de la crítica literaria, fue el punto más alto –y original– de la literatura argentina de 2019. Así lo dice Forn: "Esa es la alquimia que ocurre en sus páginas: la transformación de la vergüenza, el miedo, la intolerancia, el desprecio y la incomprensión en alta prosa". Una novela cuya luz reverbera por mucho tiempo en quien la lee. 

Las malas, de Camila Sosa Villada, Editorial Tusquets, 2019.